Para mala suerte de la hermosa mujer, la botella que Ivan llevaba en la charola, se cayó en mil pedazos y como era vino, le chispeó por toda la parte de debajo de su elegante vestido blanco, dejándole pequeñas manchas encima. —¡Ay, disculpe señora! —comentó Ivan mirando todo el desastre. —¡Apártese, los vidrios pueden hacerle daño! —¡Ah, esto es tu culpa! —exclamó Angelica muy enojada. —¿Cómo que mi culpa si usted salió de repente y me empujó? Enseguida, Ivan a través de su antifaz, miró el rosto de la mujer y vio que la pianista era la chica de esta mañana. «¡No puede ser, otra vez ella y… de nuevo la manché!» Angelica se miraba su vestido costoso con mucho dolor porque estaba manchado de vino. Y al ver que el hombre se quedó ahí parado mirándola sin hacer nada, le dijo apretando