Despues, Lumiere se acercó hacia donde estaba el pelinegro y estando detrás de él le comentó: —Le dije que el príncipe nunca daba su brazo a torcer. Si quiere conservar su empleo aquí, mejor dígale que sí a todo lo que él le diga. Lumiere tomó por sorpresa al pelinegro ya que no escuchó sus pasos, entonces, estando algo nervioso porque el hombre fue casi que un fantasma enseguida se volteó a mirarlo. —¡Ah! —exclamó Ivanno con asombro tocándose el pecho —¡Me asustaste! —Se dice: “señor usted me asustó”—respondió Lumiere con algo de enojo porque sintió que él hombre le faltaba el respeto—.No puede decirme “me asustaste” creo que le llevo como unos cincuenta años como para que me trate de manera informal joven. Ivanno lo miró haciendo una pequeña sonrisa de medio lado y tocando uno de lo