Capítulo IV: Tu futura esposa

1663 Words
—¿Se puede? —preguntó Thiago desde la puerta de la oficina de Maximiliano. —¡Claro Thiago!  Pasa, cuéntame qué tal te fue con los abogados —pidió sin rodeos. —No sé Max, si me quieres castigar o dar una lección, pero de verdad no es necesario que sigas con esto. No está bien —le respondió. —¿Qué pasó? ¿Qué te molesta? —preguntó —Nada, es solo que sabes que no estoy de acuerdo, ¿Por qué haces que me encargue yo? —le cuestionó. —Porque no confío en nadie más en el mundo, hasta mis estrategias contra ti te las confiaría a ti —le dijo él.  Thiago entendía las palabras de Maximiliano como una manipulación inequívoca, lo conocía bien, y lo aceptaba, era su cliente, su amigo, su ahijado, era como su hijo.  Lo miró pensativo un momento. —Parecen competentes, la verdad me han presentado el plan y la estrategia y ya van avanzados, estoy impresionado con su trabajo, pero claro creo que ese es el objetivo, impresionarnos. —Si bueno, al menos quieren hacer las cosas bien para impresionar y no mandan mujeres semidesnudas para impresionar —le dijo Maximiliano que jugaba con un equipo de mini golf en su oficina. —Bueno, han enviado a dos mujeres hermosas, pero se ven bastante decentes, se nota que solo son sus abogadas y da la casualidad de que son hermosas —le contó Thiago con un sonrisa en los labios. —Bueno, entonces no podemos culparlos —respondió. —De hecho, conocí a tu futura esposa Max —le dijo. Maximiliano sonrió sin dejar de intentar lanzar una bola a un hoyo. —¿Y qué tal es? —preguntó con una mueca de burla. —Hermosa, ya te dije, es bella, además parece una muchacha normal sabes no es de esas todas plásticas, altivas, no, es casi común, pero tiene un cuerpo y una carita de verdad, Max, es para ti —le dijo Thiago entusiasmado. —Entonces andabas mirando a mi futura esposa —le preguntó casi con una sonrisa. —Si las ves te gusta, estoy seguro —le insistió Thiago. —Si la veo y me gusta quizá la invite a algo, después que termine el trabajo, sabes que no me gusta mezclar las cosas —le dijo en tono parco.  —Max, si la ves y te gusta, deberías invitarla a salir y ya, me preocupas, creo que no terminas de asumir el divorcio —le dijo preocupado Thiago. —Thiago, de verdad, no es tema de conversación ahora, ¿Crees que no consigo con quien salir? —le replicó. —Sé que si, ahora la calidad de esas citas, es otra cosa, y lo peor es que críticas a Bruno, pero él es un chico, tú eres más maduro. —¡Thiago!, ¡Basta! —se quejó Maximiliano. —Solo, tú no debes estar solo, no me gusta Max, no quiero que estés solo, sin haber superado a Lejana — dijo en tono afligido. —¡Thiago!, ¡Basta! —se quejó Maximiliano de nuevo. —Se llama Bianca, está me gusta para ti, quizás es bastante más joven que tú —explicó Thiago. —¡Thiago! Qué se me va a olvidar quién eres. Mejor ayúdame con lo de Bruno, ¿Por qué no ha vuelto al trabajo y a la universidad? —le pidió. —¡Bien! Me voy, date una vuelta mañana por ahí, recuerda que no estarán mucho tiempo por aquí, saludas al equipo, y conoces a tu futura esposa —le recomendó Thiago con picardía. —Si te hace feliz, mañana la verás —le respondió. —¡Bien! me conformo. —¡Que pesado Thiago! —se quejó. Lejana y Maximiliano estuvieron casados 7 años, ella le ayudó a criar a sus tres hermanos menores, nunca se quejó, siempre estuvo con él, cuando los padres de Maximiliano murieron, los trillizos tenían 7 años y él 22 años, aunque Flavio era el mayor, y tenía 26 años,  fue Maximiliano quien se quedó con la custodia de ellos. Maximiliano no era el mayor, era el líder. Los trillizos adoraban a Lejana, se habían divorciaron hacía dos años, justo cuando los trillizos cumplieron los 18 años, todos entendieron que no fue casualidad, su matrimonio ya estaba roto, ella se quedó más por ellos, hasta que cumplieran la mayoría de edad. Los chicos no lo tomaron bien, y Maximiliano estuvo en negación hasta que le tocó aceptar la realidad, ya ella no lo quería y necesitaba irse de su lado para hacer su vida, sin él. Le costó entenderlo y fue egoísta, pidiéndole una y otra vez que lo intentarían, pero, porque la amaba, tuvo que hacer el esfuerzo de hacerse a un lado.  No fue fácil dejar ir a una persona con la que aún quería estar,  pero era lo correcto. Su divorcio fue amigable, se llevaban bien. Él necesitaba llevarse bien con ella. Aún la necesitaba. Maximiliano no se había vuelto a enamorar, ella tampoco, y eso le dolió más, no le dejó porque se enamoró de otro, le dejó porque se desenamoro de él. Lejana y Maximiliano se conocieron en una fiesta de beneficencia a la que debía ir el padre de Lejana, pero la envío a ella en lugar de asistir él, allí se encontraron, pasaron esa noche juntos y no se volvieron a separar, Maximiliano no llevaba chicas a la casa desde que se quedó con la custodia de sus tres hermanos, todas sus conquistas fuera de una noche, días o meses tenían vetado entrar a su casa, hasta que llegó Lejana, y de forma natural a Maximiliano le pareció que ella sí podía conocer a sus hermanos, fue amor a primera vista, los chicos la adoraron desde el primer instante, ella era la mano suave y maternal que ablandaba la dureza de su crianza. Maximiliano los enviaba al colegio sin dinero, sin equipos deslumbrantes, con la comida justa, sin ropa de marca, el único lujo que les permitía era que los llevaran en auto, y solo por tema de seguridad. Su crianza era estricta, hasta que llegó Lejana, ella le ayudó a criarlos, y cambió sus vidas por completo. Dante se preguntaba a menudo qué habría sido de él si Lejana no hubiese llegado a la vida de su hermano, nunca se llevó bien con Maximiliano, se revelaba a todas sus reglas, y sufría el desapego de él  más que sus hermanos. Thiago se preocupa por Maximiliano cómo si fuera un hijo, además de sus hermanos era la persona más cercana a él. —¿Se puede? —preguntó Mariano desde la puerta. —¡Mariano! —exclamó con sorpresa  Maximiliano. —¡Vamos a almorzar! Te invito —le ofreció. —Si vamos, así no le veo la cara al pesado de Thiago —respondió. —También lo invité pero declinó. Está preocupado por tu soltería —le dijo Mariano. —Veo que estuviste hablando con él, boberías de él, sé que se preocupa, pero que ya no me insista —se quejó. —Cree que no has superado a Lejana. —Vamos a almorzar y te voy a contar lo que de verdad pasa con Thiago. —Bien, caminemos, está cerca el restaurante al que vamos — le indicó Mariano —¿El vegetariano? Solo porque está más cerca. Caminaron dos cuadras y entraron al restaurante, estaba medio vacío y Mariano ya había reservado un área privada en el segundo piso, tenían privacidad garantizada. —Cuéntame, ¿Qué pasa con Thiago? —inquirió Mariano. —Ha estado fastidioso porque Lejana se va a casar, al menos se lo van a proponer, sabes casamiento —contó Maximiliano.  —¿Qué? ¿Con el empresario esté? —preguntó. —Cálmate, si, supe, lo investigue, solo por seguridad, para saber quién era, sus intenciones, solo por protección de ella, lo juro, y de nuestra familia, aunque nos hayamos divorciado pues somos familia aún —le explicó él. —Y ¿Cómo te enteraste de que se va a casar? —siguió preguntando Mariano. —Bueno me llegó la noticia de que compró un anillo de compromiso y que reservó un viaje a una isla paradisíaca, es decir, el anillo, el viaje, no hay muchas cuentas que sacar —dijo. —¿Y cómo te sientes con eso? —Eso fue hace dos semanas, ya lo procese. Pospuso el viaje, aún no le propone, está esperando por algo —reveló Maximiliano. —¿Y cómo supo Tihago? ¿Si él cree que tú no sabes? ¿No lo hablaste con él? —preguntó Mariano. —El valiente este le habló a Thiago para pedirle consejo sobre hablar conmigo antes de proponerle a Lejana. —Vaya, qué sorpresa ¿Y?  —Thiago está en angustia, no sabe qué decirle al hombre, no me quiere decir, sabe que tendrá que hacerlo y le preocupa que lo tome mal —reveló Maximiliano —Ya veo, Thiago no deja de sorprenderme, ya lo entiendo, es por lo que el hombre no avanza con la propuesta aún  —concluyó Mariano. —¡Exacto! —respondió. —Cuéntame, ¿Qué piensas?¿Qué vas a hacer?, el pobre Thiago está hecho un enredo por decirte algo que ya sabes, y le preocupas, mejor dile de una vez que sabes y que estas bien con eso —recomendó. —Pero no estoy bien con eso —dijo Maximiliano. —Dijiste que ya lo procesaste. —Pero no me gusta, ¿Por qué querría hablar conmigo? ¡Eso no me da buena espina! y ahora estoy en el medio de algo importante para descubrirlo —reveló Maximiliano. —Yo lo conocí, parece buen tipo, tu no lo quisiste conocer, Bruno, Patricio, Dante ellos han pasado tiempo con él, pregúntales. —Sobre todo a Dante —masculló Maximiliano. —A Patricio,  Bruno,  ó a Ximena, esa te va a contar todo —le dijo él. —¿A Dante le cae bien el tipo? —preguntó. —No lo sé, a él no le cae bien nadie, no lo quería pero no quiere a Pia tampoco así que es normal —dijo Mariano. —¿Cómo está Pia? —preguntó Maximiliano. —Bien, mucho mejor, estamos bien —respondió. —¡Mira eso! Abajo entrando por la puerta principal —dijo Maximiliano señalando disimuladamente con la mano hacia abajo.  Mariano que estaba de espaldas a la puerta se giró. —¡Qué muñeca!, está preciosa —dijo Mariano y silbó levemente. —El asunto de Lejana tiene a Thiago nervioso me quiere conseguir pareja. Si estuviera aquí baja y me la presenta —Bromeó Maximiliano —¿Quieres que yo baje y te la presente? —Bromeo Mariano. —Si yo quisiera bajo y me presento yo, quiero que Thiago se calme. Hoy me ha dicho que conoció a mi futura esposa, que debo conocerla, una de las abogadas que está haciendo un trabajo especial. —¡Complácelo! conócela y llévala a salir, así se sentirá cómodo de hablar contigo quizá —le recomendó Mariano. —¡Vale! —dijo con tono de fastidio. Maximiliano le echa otra mirada descarada a la chica que acababa de entrar, con ella pudiera salir, dijo. No estoy cerrado a nada, no soy demasiado exigente. —¿Y Luisa? —preguntó Mariano. —Luisa está bien, la hemos pasado bien par de veces, de ahí no va a pasar —confesó. —¡Claro! —respondió Mariano.  
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