Capítulo V: Un desencuentro

1294 Words
Otro día, en la corporación de la O, Bianca pensó que era un sitio lindo, al que se  podría acostumbrar, el ascensor se abrió y estaba solo, aprovecho y se echó una mirada al espejo, llevaba una falda lápiz color rosa crema, una camisa blanca cuello de tortuga sin mangas y un sobretodo blanco, el cabello suelto y algo revuelto a propósito, se quería sentir salvaje, pensó en las cosas que  Ignacio y Nia y esas historias de tríos y ella estaba sola y aburrida y aun cuando no estaba sola, sentía que igual era aburrida. Caminó con confianza hacia la oficina donde estaba su equipo de trabajo, ya estaba Marcos. —¡Buenos días muñeca! —le dijo con exagerada amabilidad. —¡Marcos! No soy muñeca, soy Bianca —respondió con desdén. —Si claro, como diga la muñeca Bianca —contestó él con burla. —Qué pesado es este tipo, no lo soporto— le dijo Bianca a Nia mientras se sentaba junto a ella en los cubículos.  Nía la miró y volteó los ojos con cara de fastidio. —Si, qué pesado —le dijo a Nia—, yo ni le dirijo la palabra —respondió. —La mañana está fría, ¿No? —preguntó Bianca. —Si, algo —dijo Nia sin mirarla, sin apartar de la computadora la mirada. —¿Qué pasa?¿Qué te pasa?, ¿Estás molesta conmigo?, ¿Pasa algo? —le preguntó Bianca preocupada. Nía le mandó a callar y le hizo un gesto colocando su dedo sobre su boca, indicando que hiciera silencio. —¡Está bien! te dejo en paz —le comentó ella. —Bianca, aquí está el señor Maximiliano de la O,  en la sala de junta, te esperábamos para presentarle al equipo completo, le presentamos a todos menos a tí pero ahora quiere conversar con todos, ven. —le dijo secamente el Sr. Martin.  Bianca sintió un vacío en el estómago. —¿Cómo que ya estaba aquí?, ¿Cómo que ya se ha presentado?, ¿Cómo que falte yo?, ¿Llegué tarde? Mi peor pesadilla hecha realidad. —pensaba Bianca mientras iba detrás del señor Martin y del resto del equipo,  miró el reloj y sintió alivio eran las 9 am, debían ser las 8:50 am cuando llegó, más que puntual. —¡Vamos!, quizá él es demasiado puntual o llegó mucho antes —se tranquilizó a sí misma Bianca. Entro a la sala y ahí estaba él, sentado no en la silla principal si no junto a esa, era un hombre atractivo, se veía alto, de espalda ancha, de piel trigueña clara, el cabello n***o oscuro peinado hacia atrás se notaba que tenía abundante cabello pero llevaba un corte que le seguía la forma de su cabeza,  lucía muy elegante y cuidado, sus ojos eran azules, su nariz perfilada como si la hubiesen esculpido. —¡Qué hombre tan espectacular! —pensó Bianca para sí, temió por un momento haber hablado en voz alta. —Espero que no se me note, que estoy babeada. Es idea mía o me está mirando fijamente, si, me mira serio, me está mirando a los ojos y me siento mareada. —continuaba Bianca en su cabeza conversando con ella misma. —Bianca, este es el señor de la O —le dijo el señor Martín con solemnidad como si le presentará a un señor mayor muy anciano. Bianca extendió su mano y le sonrió. Maximiliano le quitó la mirada de encima sin decirle nada ni extenderle la mano de vuelta. Se dirigió a León.  Bianca bajo la mirada y retiró la mano. —¿Ella era la que faltaba, León? —preguntó con un tono frío. —Si, ella es muy puntual pero no se acostumbra aún al horario de acá —la justificó él. —¿Horario de acá?, ¿Llegué tarde? Son las 9, ¿Debí llegar antes? —pensó Bianca. Supongo que debo disculparme porque parece que hice algo malo. —Lo siento, no me sentía bien esta mañana debí avisar —dijo titubeante mirando a León sin atreverse a mirar a de la O. Maximiliano la miró con desdén, volteó  la cara sin decir nada y se sentó. León la miró y abrió los ojos como platos y la  mandó a sentarse haciendo un gesto con la cabeza.  —Me siento como una cucaracha. Lo peor es que no sé qué hice mal. Supongo que acordaron que estuviera antes, me lo perdí, pero solo llegué tarde —pensó angustiada.  —Equipo, el Sr de la O solo quiere conversar con ustedes para tener un acercamiento acerca de lo que él espera de todos —anunció el señor Martín.  —¡Bien! Gracias a todos, espero que Thiago los haya instalado bien acá, y que estén cómodos. —dijo robóticamente —Me gustaría saber cuál es la responsabilidad de cada uno en el equipo. —continuó Todos comenzaron a explicar brevemente y bajo la misma fórmula quiénes eran, cuáles eran sus tareas específicas en el equipo. Mientras tanto Bianca, se sentía mareada como si no estuviera allí, veía y oía todo a  lo lejos. —Bianca, Bianca, estamos esperando —dijo León nervioso. —¿Me hablan a mí? ¿Qué digo? ¿Cuál era la pregunta? —pensó Bianca. Maximiliano de la O la miró directamente,  hizo una mueca parecida a una sonrisa. —¿Siempre deben esperar por ella? —preguntó con ironía.  Todos rieron a carcajadas. —Es la más joven y la más inexperta —mintió Jhon. León y Nia le han lanzado una mirada voraz y pero no desmintieron para no hacer escándalo. —¿Inexperta? ¿Si es inexperta porque está aquí? —preguntó Maximiliano. —Todos deben empezar por algún lado, a ella también hay que enseñarla, nos ayuda con los papeles, copias, nos asiste, hará las traducciones —dijo Marcos. —Me odio porque no puedo hablar —se atormentó Bianca en sus pensamientos. —¡Ya veo!, Sé que como parte del protocolo debieron firmar cláusulas de confidencialidad. Yo les voy a pedir que al margen de esos documentos, que no son meras formalidades, consideren la seria posibilidad de enfrentar demandas civiles individuales si alguna información de la que se maneja acá se divulgará —sentenció. —¡Todo eso está conversado! —lo tranquilizó León. —¡En especial tú! —señaló a Bianca—. Tendrás acceso a documentos sobre los que no podrás hablar con nadie —le dijo seriamente Maximiliano. —¡Seguro! Tranquilo —alcanzó a decir Bianca. —León, Martin, vayamos con Thiago a revisar esos asuntos que me dijo León que le preocupan no perdamos tiempo en eso, me alegra que los hayan detectado rápido —dijo Maximiliano al tiempo que se levantaba de la silla. Bianca se le quedó mirando a Maximiliano cuando pasó junto a ella, él ni se inmuto. En lo que salieron de la sala, Bianca salió al baño corriendo, ya iba llorando, no le importaba que se dieran cuenta. Nia fue detrás de ella. Se encerraron  en el baño, después de llorar un par de minutos sin decir nada ninguna de las dos, le preguntó a Nia, ¿Qué pasó? —No entendí qué pasó allí —dijo Bianca llorando. —Nada, no le des más importancia de la que tiene, ya sabíamos que él era un patán y pues se ha encontrado con estos patanes que trabajan con nosotras. —la consoló Nia —¿Llegué tarde? —le preguntó a Nia. —Si Bia, quedamos que mientras vengamos a acá estaremos a las 7:30 am, desde antes de esa hora él estaba aquí, yo llegue  a las 7 am y él ya estaba aquí con su rostro todo prepotente  —le explicó. —¡Por Dios! —¿Cómo no sabía eso yo?  —No sé, lo discutimos, incluso hablamos de cómo hacer para acostumbrarnos al cambio de horario, creo que tenías la cabeza en otro lado —le dijo. —Qué horror, él fue muy grosero, que vergüenza delante de todos. No dijo mucho y no hizo falta me sentí fatal —se lamentó Bianca. —Si, no lo merecías, pero no es para tanto, olvídalo —la consoló. —Lo querías conocer, ya no te parece tan guapo? —le preguntó Bianca secándose las lágrimas. —¡Es un maldito! Pero sí que está bueno —le dijo riendo. Bianca se echó a reír con ella. Bianca habló con Ignacio por teléfono, él quedó en ir a buscarla para almorzar. —Voy por ti para almorzar, quiero tratar de hacerte sentir mejor, no mereces que nadie te trate mal —la reconfortó. —Gracias, ves que si te amo, ¿Puede venir Nia? —le dijo ella sonriendo a través del teléfono. —¡Claro! ¿Quieres que hagamos un trío? —insinuó él con picardía. —¡No! Tonto, ves que si me haces reír —respondió ella riendo. —¡Excelente! Ya no estás llorando. Nos vemos.                
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