Federico.
—Que cantidad de perros que tienen. —vamos hacia otro galpón que esta de un lado de la casa.
—Son todos rescatados, la mayoría los encontramos en la calle o si vemos en las r************* que regalan los vamos a buscar o si necesitan sacar de alguna casa con maltrato también.
—¡Que bueno!, ¿están castrados?.
—Obvio, sino sabes lo que seria, una locura de cachorros y madres a punto de parir sin decir que los machos se matarían por el celo, aunque por supuesto que la mayoría que rescatamos son perras y gatas porque tenemos gatos también, pero son hembras por la estupidez de no querer operarlas. —entramos al galpón viendo muchos autos y camionetas todos acomodados, quedo alucinado sin saber donde ver—. Bueno... —va a una pizarra sacando una llave y apunta un auto—. Toma, ese es el mío. —miro el auto y la miro a ella, ¿tiene un Bentley?.
—Me va diciendo a donde vamos con anticipación por favor.
—Si tranquilo. —sube atrás en silencio, salgo de la casa yendo a la ciudad—. Hoy tengo clases en la facu, después debo hacer unas compras y ya nada mas, ¿mi papá te dijo que cuando termine de hacer cosas puedes irte? No vas a quedarte horas sin hacer nada, por ahí tienes cosas que hacer en tu casa.
—Aun no hablo bien con su papá.
—No me trates de usted que no me gusta.
—Bien, y también puedes venir adelante, es tu auto, debe ser raro ir en tu propio auto en los asientos traceros.
—Si, es raro sin decir que incómodo.
—O hasta puedes manejarlo.
—Para la próxima. —no puedo dejar de verla por el espejo retrovisor.
—De verdad te lo digo, mi trabajo es cuidarla no solo manejar, y creo que si voy de acompañante voy a estar mas tranquilo.
Asiente apretando los labios y ya no hablamos mas, cuando llegamos a la facultad no puedo dejar de verle la figura, encima la ropa es como justa, es justo lo que necesita para verse aun mas hermosa y espectacular. Mientras espero a que salga de su clase quedo pensando en lo que me pasa con esta chica, es algo que jamás en la vida me pasó, nunca una mujer me alucinó la primera vez, bueno, ni la primera ni la segunda, ni ninguna, hace alrededor de ocho meses había comenzado a salir con una madre soltera con dos hijos, fueron unas pocas salidas para ser específico y fue mas como, tengo treinta, no tengo casa, no tengo trabajo duradero, no tengo familia ni amigos, fue como darme cuenta que estaba solo en la vida y bueno, en mi mente dije ya que estamos lo intentamos, y menos mal que no lo intenté porque era una mujer enferma de los celos, de las pocas veces que me fui a dormir a su casa la encontré tres veces revisándome el celular y me había borrado varios contactos porque decía que eran mujeres con las que me veía, la primera la dejé pasar, la segunda discutimos muy fuerte y la tercera terminó todo, esas cosas no me van ni con ella ni con nadie, porque si así era solo lo bueno no me quiero imaginar lo malo.
—Federico ya estoy. —me paro frente a ella que la dejo un poco sorprendida, si, soy un tipo alto y aunque ella es alta es mucho mas baja.
—¿A dónde vamos? Esta rutina va a ser por unos días no se fastidie.
—Vamos a desayunar que me muero de hambre, no comí nada.
—Vamos entonces. —se sube en el asiento del acompañante haciendo que también deje yo un poco de la incomodidad inicial—. ¿A dónde le gusta ir?.
—Al centro vamos, yo te indico como llegar. —la miro de reojo en como aprieta las piernas.
—¿Y qué estudias?.
—Diseño e imagen.
—Woouu, ¿y es difícil?.
—Yyyy, la verdad no sabría que decirte, porque si no sabes nada de tecnología puede que sea un infierno.
—¿Pero te gusta?.
—Y si, o no estaría estudiando.
—Pero puede pasar que no es lo que pensabas y lo haces porque no sabes como cambiar de carrera o que es lo tuyo.
—Bueno, no me pasa eso, me gusta lo que elegí.
—¿Y de qué trabajarías después? La verdad que no tengo la menor idea de que se hace con una carrera de esas.
—Bueno, se podría decir que soy modista. —la miro alzando las cejas—. Y bueno, esta carrera amplía mi marco de conocimiento.
—¡Que bueno!. —estaciono cuando me indica con la mano—. La verdad que me gustaría saber mas, me parece fascinante.
—No mientas, a nadie le fascina. —me bajo riendo, cuando rodea el auto abro lo brazos divertido.
—Pues acá tienes a un hombre de más de metro noventa muy curioso y que le encanta aprender cosas nuevas, si me permites te lleno de preguntas para conocer un poco mas de algo que no tenia idea de que existía.
—No es molestia para nada, encantada te respondo todo. —le abro la puerta así entra, no quiero mirar su cuerpo por eso me esfuerzo para mirar a otros lados—. Espero te guste la comida de aquí.
—Si, he venido en varias oportunidades y me gusta, tu tranquila que como lo que sea. —después de pedir la miro fijo poniéndola nerviosa—. ¿Y dime Sefora? ¿Qué edad tienes?.
—Veintiuno, ¿tu?.
—Treinta.
—¿Solo de esto trabajas?.
—Si, nos va muy bien de hecho, si me va mal en un futuro hago cualquier cosa.
—¿Tienes hijos?.
—No, no los tengo, pero me gusta mi estilo de vida.
—Permiso. —dejan las cosas que se ven un montón.
—Gracias. —le pone bastante azúcar al café y ahí me mira—. Bueno, si me miras creyendo que es mucho déjame decirte que como muchísimo.
—No miraba eso, estaba pensando en lo que me contabas de tu carrera.
—¿Y qué quieres saber?.
—Bueno, ¿qué clase de ropa haces?.
—Un poco de todo, sé hacer desde lo básico hasta de alta costura que es donde mas me siento comoda, diseño muchos vestidos y ropa de hombre de gala.
—¿Si te digo si me haces un traje lo harías?.
—Si, por supuesto, puedo mostrarte mis trabajos así sabes que no miento. —busca en su celular con una sonrisa—. Mira, este es mi papá en el último evento que tuvimos.
—Woouu, esta muy bien hecho.
—Si, esta es mi mamá y mi abue con los vestidos, el de mi abue lo hice ese mismo día porque llegó tarde a tomarse las medidas y estuve a las apuradas.
—¿En un día?.
—Si, con las medidas de mi hermana puedo tardar dos horas en hacer un vestido clásico o sin tanto detalle, si quiere pedrería eso es otro tema ya es trabajo manual y muy detallado, un vestido de mi mamá con piedras me tomó dos meses. —me hago una tostada pensando.
—¿Y cuándo comenzó tu pasión?.
—Bueno, como a los catorce mas o menos, vi a mi abue haciendo unas pecheras para el colegio de mis primos que intenté y me gustó, cuando le dije a mis papás me mandaron a muchos cursos para ir aprendiendo, y cuando vieron que me interesaba de verdad, me hicieron una habitación de costura en la casa, así que cuando lleguemos puedo tomarte las medidas así para unos días lo tienes.
—Bien, genial porque por mis proporciones es difícil encontrar trajes que me queden bien, y me dijeron de ir a una modista pero no sé donde están. —se ríe a carcajadas tapándose la boca—. Y si, ¿salgo a la calle preguntando a las personas si son modistas? No sé donde se consigue una.
—Es verdad, tienes razón.
—Pero fuera de broma, es tremendo don el que posees.
—No es tanto.
—¿Cómo que no?. —dejo de hacerme una tostada sin creer lo que dice—. Haces ropa, por Dios bendito la haces mujer. —vuelve a reir tapándose la boca—. ¿Dime cuántas personas saben crear con telas? ¿A cuántos conoces? Dímelo.
—A nadie, bueno, a mi abue.
—Yo a nadie, solo a ti y si que es un tremendo don, espero tengas una muy buena carrera y reconocimiento, en unos años puedes ponerte una marca. —deja de reir mirando la mesa—. ¿Dije algo malo?.
—No no, es que... Eres el primero que me da buenos deseos fuera de mi familia, porque ni siquiera mis primos y tíos saben de mi sueño, ellos creen que hago cosas como que me gusta no que espero que sea mi sustento de vida, y mis papás siempre son los que me tiran la mejor, como que todo va a ir bien, que mi marca va a ser conocida, que no voy a parar de trabajar.
—¿Y eso es malo?.
—No pero si cuando lo logre por el apellido, no faltan las personas que dicen que lo voy a conseguir por mi papá y mis tíos.
—¿Sabes que le puedes decir?. —sonríe sabiendo que una mala palabra voy a soltar—. Váyanse a la pu... —me tapa la boca riendo.
—No lo digas. —nos miramos a los ojos donde estamos bastante cerca donde debió pararse—. Eeejj, disculpa pero no me gustan las malas palabras. —se sienta a seguir desayunando—. Es una lucha tremenda que tenemos con mi papá.
—Bueno, voy a tener que poner todo de mi para decirlas porque por todo suelto una palabrota.
*****
Sefora.
Dios santo Dios santo, quita estos pensamientos pervertidos hacia Federico, ¡no puede ser!, llevo dos o tres horas conociéndolo y ya me atrae como nunca nadie me atrajo, debo apretar las piernas porque mi intimidad reacciona, mis pezones duelen, mi corazón late como loco y siento que me pongo colorada, y sé que él siente algo parecido porque sus ojos viajan a mis pechos, se muerde los labios para después negar y desviar la mirada, mira mis labios mordiendo sus labios, así que no puedo dejar de desviar la mirada; sale del baño haciéndoseme agua la boca, es un hombre enorme, parecido físicamente a los hombres de mi familia pero a la vez diferente, no sabría como explicarlo bien pero es muy guapo, pelo bien corto, ojos verdes muy claros, un cuerpo muy fuerte de hombros anchos, mordiendo mis labios me imagino su cuerpo debajo de ese traje que le queda pintado, y aajajj, miro la mesa o esto no va a poder seguir pasando.
—¿Va a pasar al baño Sefora?.
—No, paso en la facu.
—Bien.
—Vamos, ya pagué. —mientras salimos veo como todas las mujeres lo miran mordiéndose los labios, sonrío aun mas cuando me abre la puerta así salgo—. Gracias, eres muy amable. —en el auto pasa lo mismo, abre la puerta de adelante así subo, a penas lo hago aprieto mis piernas con las manos dentro viéndolo rodear el auto—. Bien, ¿dirección de la facultad?.
—Si. —vamos con música cristiana donde siempre tengo la radio de la iglesia.
—¿Puedo cambiar la radio?.
—Si, cámbiala.
—¿O tu escuchas eso?.
—Emm si, no sé si te diste cuenta pero somos evangélicos, mi mamá usa solo faldas y nosotras no porque no lo sentimos y tampoco nos obligan, pero no escuchamos otro estilo de música.
—Bien, —alza las manos sonriendo—. Entonces no lo cambio.
—Pero cámbialo si lo deseas, no hay problema.
—No no, creí que se cambió pero no hay problema. —cuando llegamos me pasan millones de cosas por la cabeza y no sé como pensar ya, con solo su presencia me pongo de una manera que nunca me pasó en la vida, menos con Jonás—. ¿Hay asiento para esperar?.
—Si, hay bancas.
—Bien. —entramos al edificio en donde no vienen muchos porque no es una carrera que atraiga.
—Emmm, voy a baño. —apunto detrás de mi.
—La espero afuera, no puedo dejarla sola.
—Si, no hay problema. —entro al baño dejando la mochila en la mesada, doy vueltas mordiendo mis uñas diciéndome que no puede ser, que no esta bien mirar a otro hombre cuando tengo novio, no es correcto, mi mamá me mata si se entera, siempre, pero siempre nos dijo que no nos cataloga por cuantos hombres hemos estado, sino en la forma en la que los conocimos y la gente no olvida manchando así nuestra vida—. ¡Dios mío que estoy haciendo, ayúdame por favor!.
—Permiso. —me giro asustada cuando lo veo entrar—. Perdóname, pero estabas tardando mucho y debí entrar. —nos miramos de frente y él mira todo—. ¿Esta todo bien?.
—Si.
—¿Y porqué lloras?. —me toco la cara sintiendo las lágrimas que no sabia que salían, avanza mirando los baños vacíos—. ¿Alguien te hizo algo?.
—No.
—Bueno, salgo así tiene... —avanzo agarrándolo de la cara y lo beso, aprieto los ojos con fuerza porque no hace nada, me alejo mirándolo a los ojos que los tiene muy abiertos.
—Perdon, pero no podía soportarlo mas.
—Sshhh. —pone una mano en mi cuello y la otra en mi cintura, se inclina rosando mis labios—. Yo tampoco lo soporto mas.
Nos miramos a los ojos mientras nuestras bocas vuelven a unirse, pero cuando su lengua entra en mi boca ya no puedo mantener mis ojos abiertos, me agarro de sus brazos apretándolos porque es mi primer beso de esta manera, jamás nos besamos así con Jonás, una vez lo intentó pero me pareció repugnante que le dije que no vuelva a hacerlo aunque sé que cuando nos casemos seguro lo vamos a hacer, cuando recuerdo que tengo novio y estamos planeando una boda me alejo un poco de su sabrosa boca que no me deja.
—Mmmmgggg. —sus manos van a mi cintura inclinándose un poco mas—. Aaaaaggg.
—Sshhh tranquila. —me sube a la mesada volviéndome a besar, cuando empuja mis caderas mas al borde no puedo hacer nada mas que envolverme de su cuello y mis piernas por sus caderas—. Mmmgggg.
—Ooh Dios. —tiro la cabeza hacia atrás cuando besa mi cuello—. Mi señor Jesús.
—¿Te gusta?.
—Ssiiii. —sube mi remera sin dejar de fregar su pene en mi intimidad—. Ooojjjj. —sonrío a mas no poder cuando llega al borde mis pechos y comienza a besarme pasando la lengua y bajando mas, sus manos en mis caderas me mantiene en el lugar, vuelve a subir por mi cuello.
—Eres preciosa Sefora.
—Eejjjj disculpen. —envolviéndome por la cintura me baja de la mesada y yo desesperada me bajo la remera—. Perdonen pero es un baño publico.
—Si.
Hago que me suelte y agarro mis cosas, salimos apurados y yo voy a mi clase, sin siquiera mirar atrás porque no puedo, estuvimos a punto de hacer cosas que los dos queríamos porque si no hubiera entrado esa chica las cosas se salían de control, y si que lo quería, como estoy sentada al fondo de la sala puedo hasta llorar en silencio porque no sé que siento, no sé que pasó y no sé que va a pasar, lo quería, lo quería con todas mis fuerzas, quería mas de esa brutalidad entre mis piernas, me golpeaba como si su intimidad estuviera dentro mío o como supongo que seria, pero quiero saberlo, quiero saber como se siente tenerlo dentro de mi golpeando mi pubis con la suya, lo quiero, ya lo decidí,
Cuando salgo casi ni lo miro, me avergüenzo pero no me arrepiento, en el auto me siento atrás, no creo soportar ir adelante para nada, miro hacia afuera sintiendo su mirada por el espejo retrovisor, eso me hace desear hundirme en el asiento porque me pongo tonta.
—Llegamos.
—¿Puedes llevarlo al galpón por favor?.
—Si. —cuando entra al galpón y estaciona me inclino hacia adelante entre los dos asientos, agarro su cara volviendo a besarlo, meto mi lengua en su boca jadeando de gozo, su mano va a mi nuca profundizando el beso, me alejo bajando del auto y corro a la entrada, ahí me giro viéndolo al lado del auto.
—Dejé mi número en el asiento, mándame mensaje y ya puedes irte. —corro a la casa, cuando entro mi mamá esta jugando con Kezi en el suelo.
—Hija, ¿Por qué tan apurada?.
—Necesito el baño, en un rato bajo. —corro a mi habitación, cuando llego trabo la puerta y me tiro a la cama hundiendo la cara en la almohada y comienzo a gritar para que no se oiga, pataleo hasta que comienzo a reir, me giro mirando el techo y con mis manos recorro los lugares donde estuvieron sus manos y sus besos—. Perdóname señor, pero me gustó mucho. —me tapo la cara riendo hasta que suena mi celular, desesperada lo agarro creyendo que es Federico pero es Jonás,
Jonás—. Hola, mañana debemos cantar en la iglesia, ¿ya pensaste en alguna alabanza?.
Sefo—. Hola si, ahora te la mando.
Sefo—. ¿Vas a tocar el acordeón?.
Jonás—. No tengo idea si no me mandas lo que quieres que cantemos.
Miro el celular con ganas de tirarlo a la miércoles sin responderle porque cuando responde de esa manera me dan ganas de decirle de todo, pero me calmo y le mando la alabanza así la practica y ya siento que se me arruinó el día, un día maravilloso que venia teniendo.
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Quiero agradecer a todas las lectoras que apoyan día a día las historias, no voy a dar nombres porque no quiero olvidarme de nadie, pero saben todas lo mucho que las aprecio por todo lo que hacen, espero está historia les guste...
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