Ahora sí que debo estar roja, además estoy sudando por donde jamás pensé sudar. Nos levantamos, inmediatamente él posó su mano derecha en mi espalda, sentí su calidez, lo que provocó una electricidad en mi de alto voltaje, me volví a ruborizar, alce la mirada y vi su sonrisa de satisfacción. Caminamos en busca de mi coche en silencio, porque ya estaba todo dicho y si él estaba dispuesto a intentar algo conmigo, voy a poner de mi parte. Iba tan sumida en mis pensamientos que no me percate que me estaba observando, por su mirada me está analizando y deseo saber que piensa. Deje de pensar en mis tonterías, hoy ha sido un día diferente a todos los demás, al fin no le di vueltas a lo de mis padres y me siento libre, y todo es gracias a Stephen. Cuando encontramos mi coche, me puse enfrente de él y con una sonrisa le susurré.
—Gracias por está linda noche, de verdad que la pase bien, espero volver a verte pronto.
Dispuesta a subirme al coche, él me tomó de la mano.
—Fue un gusto muñeca.
Se acercó a mí, tomó aire antes de que sus labios rozaran los míos y su boca sabe a cerveza. El contacto es suave al principio, pero luego como si necesitara más se apoya contra mí y me besa con ansiedad. Sus labios son cálidos y suaves. Trate de aferrarme a los detalles, pero se me escurren entre los dedos. Tardé un instante en darme cuenta de que le estoy devolviendo el beso con la misma ansias. Aquí hace demasiado calor, tengo la cara ardiendo. Nuestro primer beso fue interrumpido por una tos, cosa que Stephen gruñó, y volvió a ver de mala gana.
—Señor, disculpe se le quedó la tarjeta —dijo el mesero.
Stephen estaba molesto.
—Gracias —no dice más nada.
Después de otro beso casto en los labios me susurra.
—Un bonito coche, para una linda señorita.
Nos despedimos con otro beso, no necesité nada para llevarme una sonrisa de oreja a oreja dispuesta a salir del lugar más que feliz. Cuando iba conduciendo todavía me ardía la cara de los besos que nos dimos, obvio ya había besado a otros, pero jamás se puede comparar con ese primer beso que me dio, me dejó con ganas de más y no puedo echarle la culpa al “Martini”, porque solo me tome uno. Definitivamente Stephen me gusta. Llegando al garaje decidí entrar por la cocina para no hacer mucho ruido, pero cuando abrí la puerta me sorprendió bastante ver a mi madre esperándome y rápido note de primer instante su enojo.
—¿Esto es para llamar la atención Amy? —gritó disgustada.
—¿No entiendo de qué estás hablando madre? —contesté apretando los labios.
—No puedo creer que te hagas la tonta —volvió a gritar—. No puedo esperar menos de tí.
—¿Pero de qué hablas? —volví a preguntar con toda la paciencia, que aprendí con el tiempo.
—De revolcarse con el primero que veas —su cara era de asco—. Pero lo peor, no sabes escoger bien —señalándome—. No te eduque para esto Amy, me da vergüenza, si por lo menos fuera un hombre de tu mismo nivel, no te diría nada, pero... pero un pobretón, y tras de eso mucho mayor que tu… —se agarraba la cabeza en modo de desesperación y sus palabras trabadas.
No puedo creer que ella piense eso de mí, me está diciendo puta en la cara.
—¿Pero qué crees que soy? —hablé pesado—. Madre… —intentaban hablar sin que se me quiebre la voz—. No me lo puedo creer.
—¿Quieres saber qué pienso que eres? —nos mirábamos desafiandonos—. Pues que eres una facilona.
Al escuchar tremenda estupidez fue como una bofetada en la cara, era como caer de un gran precipicio, esto era el colmo no lo podía creer, bueno viniendo de ella no es para menos. Dando terminada la conversación, me di media vuelta para irme a mi habitación y al ir subiendo las gradas vi a Nana correr hacia nosotras.
—¿Pero qué pasa mi niña? —se veía preocupada—. ¿Qué son esos gritos?
Pase por su lado sin verla y comentando.
—Esa señora me acaba de llamar PUTA —dije y enfatizando la palabra puta—. Vea quien lo dice—dije entre dientes.
—AMY DEJA DE HABLAR ENTRE DIENTES, Y YO NO DIJE QUE ERES UNA PUTA —gritó a más no poder.
No, claro que no lo dijo solo lo insinuó, cuando llegué a mi habitación sin poder evitarlo tiré la puerta y me dejé caer al suelo. ¿Cómo es posible que me diga que soy “ Facilona”? Esas palabras me retumban en la cabeza y siento un dolor muy grande. Me levanté y tiré el teléfono a la cama, caminé hacia mi “MacBook”, busqué mi música y le doy PLAY y empieza a sonar “LINKIN PARK-NUMB” y le doy todo volumen. Me relajo y me dejo caer nuevamente al suelo, deseando llorar. Escuché gritos en el pasillo, pero no le tome importancia, mientras tanto seguía con los ojos cerrados, volví a escuchar los gritos pero más cerca y esta vez aporreando mi puerta, seguía ignorando lo que pasaba. Hasta que la música dejó de sonar, sabiendo que ella estaba aquí, pero no quiero abrir los ojos, porque sé lo que viene va a hacer terrible.
—¿Quién es él, Amy?
No le respondí.
La escuche andar en mi habitación, por favor Amy no le contestes, porque va hacer una batalla y aquí la única que pierde eres tú, me digo a misma.
—No te lo vuelvo a repetir —se le escucha más alterada.
Sigo sin responderle.
—Maldita niña, me contestas ahora mismo o sabrás de lo que soy capaz —me amenaza.
Abro los ojos y en su mirada veo odio, la que siempre tiene reservada para mí y lo peor la estoy viendo de la misma manera.
—No es nadie —me levanté del suelo—. Es más, no es nadie que te importe.
—No me hables así —grita—. No me provoques Amy, por qué me estás hartando bastante.
—Deja que me vaya con papá, por favor —le suplique—. Ya dejaste claro tu punto, siete años de mala vida para las dos.
Se echa a reír.
—Piensas que soy estúpida —no deja de reírse, cosa que no le veo nada de gracia—. Aquí la única estúpida eres tú, pensar que no me iba a dar cuenta que te ibas a ver con ese tal Stephen —puse los ojos como platos—. Si, te mandé a seguir en el momento que saliste, por qué pensaba que te ibas a ir a ver con tu padre, sabes que no lo puedes ver.
—No puedo creer que me mandaste a seguir con tu cochino perro faldero —solté —. Si, sabes con quién andaba, ¿por qué me lo preguntas?
Se acercó a mí, agarrándome del cuello.
—Óyeme bien maldita, no vuelvas a llamar así a Morris en la vida, porque bien que lo necesitamos —me agarraba más fuerte, y sentía que me empezaba a faltar el aire—. Recuerda con quién estás hablando.
—No me hagas reír, necesitamos suena que lo he necesitado y tú sabes bien que jamás lo he hecho—solté las palabras con dificultad, pero no le iba a dar el gusto de verme sufrir.
—Me tienes harta, Amy —apretó más fuerte y sabía que me iba a dejar marca, porque sentí donde metió sus uñas largas—. No sé, porque no te aborte, no tenía que haberle hecho caso a tu padre —me seguían doliendo tanto esas palabras.
No dije más nada, porque en este caso ya no tenía fuerzas para luchar, ni lágrimas tenía para esa derrota y ella sabía cómo hacerme daño.
—Ya no lloras como una cobarde. Tanto que me gustaba eso—dijo en mi oreja sin soltarme—. No sabes lo que te aborrezco. Tu padre me ha dejado en vergüenza con lo del divorcio hace años fui el hazme reír de todos en aquel tiempo ahora vienes tú con tu estupidez, sabes que cuido mi reputación, y no te a importado nada por andar jugando de grande.
Sabía que no debía preguntar, pero me fue imposible quedarme callada.
—¿Por qué me haces esto? ¿Qué te hice? ¿Por qué me odias? —susurre pregunta tras pregunta y siento que me iba a desmayar.
Sus carcajadas me dieron escalofríos, tanto así que por primera vez tuve miedo de ella.
—El sólo existir, es más que suficiente —dijo cada palabra con mucho odio—. Esto es lo que vas hacer con ese tal Stephen —apretó más—. Le vas a decir que se aleje de ti, por qué si no lo hace lo voy a hundir en la cárcel, por acoso y violación a una menor de edad. No creo que eso te vaya a gustar Amy, ver al hombre que te gusta en la cárcel —se ríe—. Con la salida de hoy, nadie se enteró, porque supiste esconderte bien, pero no de mí —su tono fue tan sarcástico que la odie—. Escúchame bien, así como me has hecho infeliz todos estos años, te los voy hacer pagar a tí mientras vivas, que te quede claro, jamás te vas a librar de mi. JAMÁS.
Cuando ella me suelta mi debilidad es tan grande que aprovecha para empujar tan fuerte que caigo al suelo y sin darme tiempo a levantarme y poder tomar aire, me da una patada en las costillas. Me patea tan fuerte que me encogí de dolor, empecé a toser, deseando que me llegue rápido aire a los pulmones, me tocó el cuello y me doy cuenta que tengo mojado y se sin ver que es sangre, creo que esto jamás se compara con el dolor que siento en mi corazón. Esas palabras se quedarán grabadas en mi cabeza y corazón. Dejó caer mis lágrimas, lágrimas de decepción, de dolor, de realidad, de odio, creo que esto es mi único consuelo; porque me doy cuenta que estoy sola y no se como salir de esta situación. Permanezco en el suelo, no sé en qué momento salió o tal vez esté aquí esperando mi reacción. Después de unas horas en el suelo, me decido levantar, poniendo mis manos en la cabeza por el inmenso dolor, pero siento un pinchazo en las costillas del lado izquierdo, seguro fue donde me pego, revisé la habitación y veo que no hay nadie. Apenas sin fuerzas camino hacia el baño, abro el grifo y empieza a llenarse la bañera, mientras se llena me dirijo a buscar mi teléfono.Necesito hablar con Jaime, seguro él sabrá que hacer, arrastrando los pies llegué a la cama donde lo había dejado, cuando lo recojo veo que tengo varias llamadas de papá, tres mensajes de Stephen y uno de Jaime, pero decidí no contestar ninguno. Me fui al baño, metida en la bañera, me dejé caer hasta el fondo, aguanto la respiración y pensé en todo lo que había pasado, sin poder evitar llorar. Lo que no puedo entender es ¿Porqué soy tan cobarde? ¿Por qué no me voy nada más? Aunque conociendo a mi madre, sería capaz de recorrer todo el mundo si es necesario, sentía los pulmones por segunda vez que empezaban a pedir oxígeno, pero me negaba a dárselo. Quiero dejar de respirar, no quiero sufrir más, no quiero darle el gusto a Diana Smith de seguir haciéndome daño, aquí se acabó todo, empiezo a perder fuerza, mis pulmones piden a gritos oxígeno. Sentí unas manos agarrando mi cuerpo para sacarlo, y gritaba algo que no logré entender, me pierdo siento que…Todo se vuelve oscuro.