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1746 Words
Continuamos nuestro recorrido hasta llegar al dichoso lugar. A nosotros nos habían dicho que solamente tendríamos que ocultar de alguna manera el proyecto en el que trabajábamos, pero no el lugar donde estaríamos o la labor que desempeñábamos. — Pueden leer el contrato —la mujer nos pasó un documento de algunas páginas—. Mientras, estaré fuera. — ¿Estás seguro de esto? —Pregunté luego de confirmar que había salido. — Estoy contigo. — ¿Eso significa? — Sí. Joel dejó un casto beso en mis labios y solté un suspiro. Dios, esperaba que realmente esto fuera algo bueno para nosotros dos y que todo saliera bien. Si, era nuestro sueño, pero debíamos leer detenidamente cada espacio del documento para no perdernos de nada y poder negociar lo que no nos gustaba. — No podemos decir nada sobre el proyecto —Joel musitó y me miró de reojo—. Nos habían dicho que solamente sobre el tema. — Ni siquiera el país… — Tampoco vamos a poder salir de la villa en ningún momento. — Bueno, puede ser para no contagiar a alguien más —expresé—. Estoy de acuerdo con eso. — Pensé que los fines de semana podríamos salir por la ciudad. No sabemos cuándo vamos a volver a casa. — ¿Entonces? —Fruncí mis cejas preocupada—. Si no quieres esto, tampoco yo. — Es que… La puerta se abrió abruptamente y Julián entró con una sonrisa. Aún recordaba su comentario y mi gesto se frunció al sentir asco. — ¿Cómo están? — Hemos leído algunas cosas que no nos dijeron antes… —comenzó Joel—… nosotros queremos conocer la ciudad, queremos dormir juntos y saber aproximadamente el tiempo que estaremos aquí. — Todo aceptado. El tiempo podría ser un año. — ¿Ah? Julián Fox levantó una ceja y aclaró su garganta. — Aceptamos que salgan los domingos y que duerman juntos en una habitación. Nada más. — Pero- — ¿No les dijeron que ustedes viniendo aquí aceptaban indirectamente el proyecto? — ¿Qué? —Me levanté de mi lugar—. Nadie dijo eso. Si es por los vuelos, podemos devolver el dinero y- — No. Nosotros queremos estar con ustedes —suspiró el hombre tocando suavemente su cabello—. Los necesitamos. No creemos que encontremos científicos tan buenos como ustedes en poco tiempo. Joel y yo nos miramos un par de veces casi que hablándonos con los ojos y él asintió con suavidad. Significaba que estaba dispuesto a firmar aquel contrato que no habíamos leído bien. — Está bien —murmuró y tomó mi mano—. Nosotros aceptaremos. — ¿En serio? — Si. — ¡Increíble! El señor Fox nos pidió firmar algunos documentos y media hora después ya estábamos siendo tratados como investigadores dentro de la villa. Aún me sentía un poco nerviosa por la situación, pero si estaba junto a mi esposo, sabía que todo estaría bien. Él era una persona inteligente y confiaba en sus decisiones. Además, el dinero que lograríamos reunir sería bastante ya que teníamos vivienda y comidas saludables gratis. Nuestro primer plazo era un año dentro de aquel lugar. Si demorábamos menos, sería mejor. Pero al ser un virus que ni siquiera habíamos tratado antes, si debíamos tener paciencia por lo mismo. — Aquí es uno de los lugares donde estamos investigando su origen —Julián mostró una habitación a través de una ventana—. Pueden ver cómo buscan el origen animal del mismo. — Nosotros no haremos este tipo de cosas, ¿cierto? — Eso lo harán los ayudantes, ustedes tendrán que trabajar con las pruebas que ellos saquen de todo esto. — Entendible. Mi mano apretó la de Joel y continuamos el recorrido. Era interesante toda la situación, pero también generaba algo de pánico. Siempre había querido investigar nuevas maneras para testear, pero aún era un tema muy complicado y de poco conocimiento público. Hasta en la universidad había intentado realizar mi tesis académica sobre el tema, pero mi director la había desechado sin siquiera leerla. Había cierto tipo de cosas que las personas y científicos no querían que tocáramos y ese, era uno de esos. — ¿Les ha gustado? Joel se encogió de hombros—. Ha estado interesante. Pensamos que sería algo más pequeño. — Eso dijo Félix también. Este es un lugar impresionante. La hora de la comida llegó y nos encontramos reunidos en lo que era el “restaurante” de la villa. Allí, podíamos apreciar que se encontraban varios grupos de personas comiendo, pero estaban separados. — Si hacemos amigos aquí, ¿podemos comer con ellos? —Inquirí. Podía apreciar que los ayudantes estaban juntos, las personas de limpieza juntas, investigadores juntos y así. — No. Aquí respetamos la jerarquía. — ¿Nosotros dónde estamos? — En la cúspide. Joel suspiró y continuó comiendo. Podía darme cuenta cómo estaba incómodo por la situación, pero no nos habían vuelto a dejar solos en ningún momento, así que, no podíamos hablar sobre la situación. Quería saber qué era lo que había pasado por su cabeza para aceptar el trabajo, sabiendo que poco antes había estado algo inconforme por la situación y también, abrazarlo. Estábamos juntos, pero solamente podíamos tocarnos las manos. — Es algo injusto —atiné a decir—. Todos trabajamos para lo mismo. Podemos ser amigos. — Aquí no se vino a hacer amistades, Joy —Julián me miró directamente—. Vinimos a trabajar y encontrar una cura. — Pero sería monótono y aburrido… — Así es este trabajo, debiste pensarlo antes de estudiarlo. — No es la manera correcta de dirigirse a mi esposa —escupió Joel y apreté su mano. Podía sentir la ira comenzando a brotar de su cuerpo. — Está bien. Tiene razón. Intenté calmarlo, pero Julián asintió. — Tienes razón. Disculpa, Joy. — Está bien. Joder, ni siquiera había pasado un día y ya habíamos tenido nuestro primer pleito con el jefe. No podía permitir que aquello volviera a pasar. No solo porque podían echarnos, sino porque teníamos que hacer el ambiente ameno para nuestro trabajo y aún más sabiendo que no era aceptada la amistad con otro tipo de personas que no fueran los investigadores. Si o si estábamos los dos juntos y ellos dos, Julián y Félix. — Mañana comenzaremos a trabajar en algunas muestras que nuestros ayudantes dejaron ahora en el laboratorio. Es necesario que vengan preparados desde las seis de la mañana. — Nos habían dicho que comenzábamos otro día —mostré mi desilusión y Julián negó. — Lo siento. Debemos comenzar mañana, me avisaron que encontraron algo muy interesante que debemos analizar y Félix aún no sabe mucho sobre ello. ¿Félix no sabía? ¿Cómo demonios estaban allí con nosotros? — Pensé que los investigadores seríamos igual de competentes —Joel expresó tomando de su jugo—. Veo que también estaban buscando practicantes. — Félix es competente —Julián frunció el ceño—. Pero también es mi amigo. Con que todo llegaba ahí. El señor Fox lo había llevado consigo dentro del proyecto porque era un amigo suyo. Nada más. No porque fuera inteligente, porque fuera competente u otra cosa. Era porque simplemente era su amigo y quería ayudarlo. Corruptos desde siempre. *** Nuestro primer día de trabajo había sido más problemático de lo que habíamos pensado. Joel estaba tan feliz mientras se arreglaba y yo no podía dejar de mirarle con una sonrisa. Si él se sentía así, yo no podía dañar su alegría. La situación era diferente para mí. Sentía que era algo estresante el hecho de que solamente fuéramos tres personas en el proyecto. Decía tres personas por el hecho de que ni siquiera Félix sabía cosas básicas para la investigación, entonces definitivamente no nos serviría de la manera que esperábamos lo hiciera. — ¿Por qué tan pensativa? Volteé a mirar a mi esposo y negué con la cabeza. — Nada. Solo espero que ese hombre, Félix, nos sirva de algo. — ¿También te diste cuenta de que no está a la altura del proyecto? — ¿Por qué no me habías dicho nada? — No quería sonar borde —se encogió de hombros—. Pero ya que estamos solos, podemos comentar al respecto. Continuamos hablando unos minutos más y con un suspiro cerré la puerta de nuestro aparta estudio. No era algo grande, pero agradecíamos que por lo menos pudiésemos estar juntos. Habíamos observado algunas habitaciones y definitivamente eran demasiado pequeñas. La de nosotros era el doble, casi el triple de cualquiera de esas. Nuestro primer saludo fue para nuestro jefe y director de la investigación; el señor Julián Fox. Su rostro estaba algo tenso, pero nos saludó cordialmente. — ¿Cómo fue su primer día en este lugar? —Preguntó, mientras nos alistábamos para entrar al lugar donde el virus AAA23 se encontraba. — La cama es cómoda —sonreí y puse mi tapabocas—. La comida deliciosa. Estuvo bien. — ¿Y tú? —Miró a Joel—. ¿Qué te pareció? — Pienso lo mismo que Joy. Estuvo muy cómodo. — Me alegra —asintió y decidió cambiar de tema repentinamente—. Quiero que sepan que todas las personas que nos encontramos en este lugar estamos capacitadas para trabajar con el virus. Le miré unos segundos y luego sentí cómo aquellas palabras calaban dentro de mí. ¿Acaso había escuchado nuestra conversación? ¿Estaba hablando de nosotros dos opinando sobre Félix? ¿Nos espiaban? El solo pensar aquello hizo que un escalofrío recorriera mi cuerpo y asentí. — Eso esperamos. No queremos personas que no están cualificadas para el puesto. — Tranquila. Todos lo estamos —apretó los labios y nos señaló el lugar—. No sé si han escuchado, pero una nueva variante de la pandemia que terminó hace algunos meses está comenzando a brotar en el mundo, nuevamente. Necesitamos con más fuerza, no dejar que esto salga del laboratorio. — ¿Qué están haciendo los países para evitar esto? —Joel frunció el ceño y se sentó en una de las sillas que se encontraban en el lugar. — Estudios. No mucho —Julián pasó una mano por su rostro—. Lo bueno es que la mayor parte de la población mundial está vacunada. Pero no podemos esperar mucho sobre eso. De todas maneras, hay personas muriendo. — Entiendo —comenté.
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