POV DANTE MORETTI
La atmósfera en Elysium era eléctrica. La música retumbaba en mis oídos mientras observaba el club desde mi posición elevada. Era un lugar donde el descontrol y la euforia se entrelazaban, y esta noche no iba a ser diferente.
Desde mi posición elevada he observado a esa hermosa mujer, su sensualidad me ha cautivado desde que llegó, una pieza de un plan perfecto de mi padre y se podría decir que mío también. No creí que fuera tan hermosa y sexy, mi padre dice que es el fiel retrato de su madre, Galadriel Montenegro.
Y no se equivoca, es bastante parecida. Hasta continuó su legado y se convirtió en una exitosa abogada al igual que Galadriel.
Su familia no puso ningún pero cuando le propusimos el trato lo que me da entender que es muy poco valorada, aunque su padre parece quererla ya que preguntó si la amaba. Las empresas de Alejandro Ferrer están al borde de la quiebra y solo tienen dos opciones, perder todo y enfrentar la justicia por “los negocios turbios que se han realizado “ o… ceder a su hija a un poderoso hombre de negocios a cambio de más poder.
Lucas, mi mano derecha, se acercó rápidamente, su rostro estaba serio, por esa expresión puedo jurar que hay problemas
—Dante, tenemos un problema. Hay un tipo molestando a una chica.
Al instante, mi atención se centró en el grupo cerca de la barra. Allí estaba Sophía, la hija de Alejandro Ferrer, una chica valiosa que pronto pasaría a ser de mi entera propiedad. Visiblemente estaba incómoda. Un hombre alto y borracho se acercaba demasiado, y su comportamiento era todo menos apropiado.
—Quien es ese idiota y porque está tan cerca de ella?— pregunté molesto, mi voz era grave y controlada. Aunque no entiendo porqué me molesta de repente, ella no me interesa de esa forma. O eso es lo que creo.
— Es el matón de pocas montas de tu padre, Diego Serrano, la ha estado molestando según los chicos desde que llegó a la puerta — me responde Lucas
— Cómo entró aquí sin invitación, fue con él?— pregunto ya que aquí se necesita invitación para entrar. Lucas niega
—No, lo hizo con su amiga, Ayla Blackwood—. Blackwood, el nombre se asentó en mi cabeza como un imán, ya se quien, la hija de un fiscal muy influyente, el famoso fiscal Sebastián Blackwood, el hombre con el que mibpadre aún no ha podido. pienso para mí.
El tal Diego se acerca a ellas, y el chico que está a su lado molesto lo golpea.
Eso no era aceptable. No iba a permitir que nadie convirtiera este lugar en una pelea callejera. Le doy una orden a los hombres de que me sigan. Cuando vamos llegando Lucas dispara varias veces hacia arriba y todos se tiran al piso menos los idiotas que las siguen sujetando. Sus amigos pudieron salir,más ella no pudo moverse y fue sujetada por él nuevamente.
Cuando llegamos a ellos, el tipo la estaba acorralando, sonriendo de manera burlona mientras ella intentaba apartarse.
—¿Qué te crees, imbécil? —dije con un tono que cortaba el aire. Mi presencia instantáneamente atrajo la atención. Pero el sujeto o era un idiota o no me había reconocido.
El idiota me miró, su arrogancia evaporándose en el aire. —¿Y tú quién te crees?
—Alguien que no tolerará que molestes a una mujer en mi club —respondí con calma, manteniendo la mirada fija.—Si vuelvo a ver este estúpido escándalo en este club, no la van a contar. Ahora largo!— le ordenó con autoridad y sequedad
—Lo… lo lamento señor, no volverá a suceder.— me dice el tal Diego, mmmm parece que ya se dio cuenta de su estúpido error. Es solo un matón de los de mi padre, no tiene autorización para hacer nada aquí. Estará en serios problemas, me encargaré personalmente.
Antes de que pudiera reaccionar, él y sus hombres se alejaron rápidamente saliendo del lugar. El caos se disipó, y todos en el club volvieron a sus asuntos.
—¿Se encuentra bien señorita? —pregunté a Sophía, es evidente que no sabe quién soy mientras me inspecciona de pies a cabeza. No me detengo hacer lo que ella conmigo y mi intensidad en mi mirada hace que ella baje la suya.
—Gracias por ayudarme, creo que debería marcharme—me respondió con nerviosismo
—No te ves bien, dudo que llegues a la esquina siquiera. Debes tener cuidado, pequeña ¿tomaste alguna droga?— Pregunto al ver cómo su respiración entrecortada sale a flote, se ve frágil. Ella solo negó.
—¿Por qué le importa?— está a la defensiva, es normal no confiar en nadie después que descubres que posiblemente te drogaron.
—Porque aquí, la seguridad de mis clientes es mi prioridad. No permito que nadie cruce la línea —dije, mi voz aun seguía firme.
Ella tomó una respiración profunda, sus labios se apretaron en una línea tensa. No podía dejar que esa frustración me afectara, y sabía que la atención que estaba recibiendo de mí podría ser una mezcla de temor y curiosidad.
—¿Por qué no te alejas de mí? —respondió, desafiante, como si la situación no hubiera sido suficiente.
—Porque no voy a dejarte sola en un lugar como este —respondí. Suspiré, reconociendo que su actitud era feroz, y eso era atractivo pero me molestaba. — Escucha pequeña, no dejare que otro ponga sus sucias manos en ti, eres de mi propiedad— le susurro al oído, había más en juego que solo su orgullo.
La llevé hacia un rincón más tranquilo del club, donde la música se sentía como un murmullo en lugar de un grito.
—Te has metido en un lío, y no lo sabes. Necesitas ser más cuidadosa —dije, observando su reacción.
Sophía me miró, sorprendida, pero había algo en su mirada que me decía que no iba a retroceder.
—¿Y tú qué sabes de mí? —preguntó, su voz firme pero con un matiz de curiosidad.
—Sé que este lugar puede ser peligroso, y que tienes amigos que no están aquí para protegerte. No te estoy diciendo que confíes en mí, pero considera esto una advertencia.
Un momento de silencio se instaló entre nosotros. Podía sentir la tensión en el aire. Ella estaba claramente incómoda, pero su desafío era algo que encontraba intrigante. La puerta de Elysium se abrió y cerró detrás de nosotros, y podía escuchar el murmullo de la música desde la distancia.
—¿Qué pasa si no quiero tu protección? —preguntó, intentando mantener su postura desafiante.
—Entonces te deseo buena suerte, porque no todos aquí son tan amables como yo. —Mi tono era firme y decidido, pero sabía que había una chispa de interés en su mirada.
Sophía no dijo nada. Y eso era lo que más me intrigaba.
—A veces, lo que parece ser un problema se convierte en una oportunidad. Recuerda eso. —Me giré para irme, sintiendo que había dejado una impresión en ella, aunque no podría saberlo de inmediato. Pero sentí que iba a caer y antes de que cayera la sostengo entre mis brazos, es testaruda y obstinada. Estuvo todo el tiempo sosteniéndose a sí misma sin poder. La observo y es jodidamente preciosa, sus labios rosas, su pelo rubio y su piel tan clara y suave como la nieve. Además tenía unas curvas que era imposible resistirse ante ella.
Subo a la habitación privada del club, la deposito en la cama y la inspecciono de arriba abajo.
Es tentador poderla hacer mía, más no soy un depravado. No haré nada sin su consentimiento.
Ordene vino y una solución isotónica para eliminar rastro de la droga que está en su sistema…
Una enfermera le da la solución y en dos horas se la retira.
— Tendrá dolores de cabeza, pero cuando elimine toda la sustancia estará como nueva. —me informó, asiento y la acompaño hasta la salida.
Si es tan obstinada dudo mucho que su padre la haya convencido de firmar el contrato, tendré que investigar con Victoria, necesito que ese contrato se dé sí o sí. La sigo observando y por todos los dioses, tengo que salir de aquí o no se si podré controlar a mi amigo que ha reaccionado a ella en el mismo instante en que la vi llegar al club, no ha hecho nada y me siento como un mocoso nervioso. En mis labios se dibuja una sonrisa juguetona. Será una fuerte tentación tenerla a mi lado pero será aún mejor derribar sus barreras y hacerle ver que es solo una chica obstinada y nada más.
Estoy seguro que será muy interesante ver como Sophía es arrastrada a vivir bajo el mismo techo del hombre que busca a su madre para acabar con su vida en cuanto consiga lo que quiere.