Narra Leyla
—Papá, soy yo—grité mientras cruzaba el umbral. Menos mal que tenía una llave.
—Leyla.
—Sí, vuelve a dormir. voy a pasar la noche. Necesito lavar la ropa temprano en la mañana.
—Está bien. Te veo en la mañana.
Mi teléfono estaba en silencio. Henry siguió llamando. No entendió lo que hizo mal. No estaba segura de estar haciendo las cosas de la manera correcta.
Quería que él se fuera a casa y descansara un poco, así que decidí mandarle un mensaje: —Lamento lo de esta noche. No estoy en casa. No estoy segura de cuándo voy a ir. No puedo estar contigo. Lo lamento. Por favor, descansa un poco.
Acostada en mi vieja cama, observé cómo se encendía el teléfono. Sabía que Henry estaba furioso. Leí su mensaje:
—Cariño, contesta el teléfono. Solo quiero escuchar tu voz y te dejaré
