Primera cita

1083 Words
Narra Henry Sentado en mi mesa habitual, las strippers acudían a mí. Le di una calada a mi cigarro, lancé dinero al aire. Dejé que las mujeres bailaran para mí, pero no les permití sentarse en mi regazo. Leyla subió las escaleras, me miró y luego dio un paso en la dirección opuesta. No iba a perseguirla esta noche. Me senté y la observé como lo hacía todas las noches. La noche siguiente, me senté en la esquina a trabajar desde mi teléfono. Vestido con una camiseta, jeans, gorra de béisbol y mocasines, traté de mantenerme solo. Un par de strippers bailaron para mí, nuevamente no les permití sentarse en mi regazo. Trabajé en mi discurso para la reunión de la junta de mañana. —Cherry y Brianna, yo me haré cargo a partir de ahora—dijo Leyla cuando se acercó. La miré y luego volví a centrar mi atención en mi trabajo. Agarró mi celular, luego mi mano—.Ven conmigo—me condujo a una de las habitaciones privadas—.Toma asiento—puso mi celular de nuevo en mi mano—.Te pediré un vaso de vodka con hielo. —No gracias. Conduciré esta noche. Una soda estará bien. Ella sonrió. Reconozco que estaba perplejo. No entendía lo que estaba pasando. Regresó a la habitación colocando la bebida en la mesa junto a mí. Leyla se inclinó sobre mí. —¿Qué quieres de mí?—preguntó mirándome profundamente a los ojos. —Te dije una cita. —Bien, pero la cita será esta noche cuando salga del trabajo. Después de la cita, prometerás no volver a entrar aquí. —No estoy de acuerdo con esos términos. Y a dónde vamos a las 3 de la mañana. —La casa de los waffle, una tontería, por supuesto. Volví a mirar hacia mi celda. —De acuerdo. —Llegaste aquí más tarde de lo habitual esta noche—dijo. —¿Qué puedo decir? Mi patrón de sueño está un poco jodido. Ella sonrió. —Has gastado suficiente dinero esta semana. No tienes que pagar para sentarte aquí. Salgo temprano. Tengo una clase temprano. Vuelvo en veinte minutos—dijo. —De acuerdo—respondí. Las mujeres pueden ser tan difíciles de leer. Me estás diciendo que todo lo que tenía que hacer era tener la mayor parte del baile de la stripper para mí y entonces ella vendría. Negué con la cabeza. Regresó poco tiempo después. —Henry, estoy lista. Puedes seguirme. —Te seguiré a casa para dejar tu auto, luego iremos al restaurante. —No. —Sí, lo hacemos a mi manera o vuelvo la próxima noche que trabajes. —De acuerdo —dijo. Diez minutos más tarde, nos detuvimos frente al hermoso edificio de apartamentos blanco en el centro de la ciudad. El mismo edificio, la seguí anoche. No puedo creer que no viva tan lejos de mi edificio de oficinas. Salió por la puerta principal de su edificio. Salté del auto, corrí alrededor abriendo la puerta del pasajero para ella. Ella sonrió, se deslizó en el Ferrari. Cerrando la puerta detrás de ella, me sumergí de nuevo en el asiento del conductor. — Te diré cómo llegar —me dijo. Salí del espacio de estacionamiento hacia la calle vacía. —No vives lejos de mi edificio de oficinas—comenté. —¿Cuál? —Son dos cuadras más allá. El edificio Mendels. —Oh, así que no solo eres un hombre guapo, eres rico— dijo pensativa. Mis ojos se entrecerraron. —¿Cuál es el problema? —Quieres salir conmigo, una stripper. ¿Para qué diablos? Puedes salir con la mujer que quieras. —¿Por qué aceptaste salir conmigo?—respondí con una pregunta. Sus ojos se posaron en mí. —Te dije. No me dejarías en paz Henry. Los chicos ricos creen que pueden tener lo que quieran. Su pierna se movió nerviosamente mientras se frotaba la oreja. Conduje hasta un lugar en el estacionamiento del restaurante. Me quité la gorra de béisbol, la tiré en el asiento trasero, me pasé los dedos por el cabello. Inclinándome, la atraje hacia mí. Pude ver el miedo en sus ojos. —No quiero lastimarte. Te pido que me dejes entrar un poco—mis labios rozaron los de ella y luego nuestras cabezas se movieron de un lado a otro mientras profundizaba nuestro beso. Ella gimió. Su gemido se sintió muy dentro. Esta mujer me tiene loco. Me importa un carajo salir con otra mujer, solo con ella. No estoy seguro de por qué no me da una oportunidad, de verdad. No quiero oír la mierda sobre el dinero. Ella estaba tratando de pelear con nosotros. Sus dedos se clavaron en mi pecho—.Leyla, ¿quieres tener la mente abierta? —Dios, hueles bien—dijo de repente . Me reí. —Leyla, en serio. ¿Quieres? Presionó sus labios contra los míos. —Sí—aceptó —. Ahora vamos. Tengo hambre—entramos. Había una mano llena de mesas llenas. Leyla y yo nos sentamos en una mesa en medio del restaurante—.Las chicas tenían una apuesta para ver cuántas noches ibas a seguir viniendo al club. —¿Enserio? —Pensé que podrías haberlo mantenido durante otras dos noches antes de terminar. Te ves cansado. Sonreí. —¿Sentiste pena por mí? —Solo un poco. Su cabello rubio estaba recogido en una cola de caballo. Llevaba una sudadera rosa y blanca, jeans ajustados y botas Ugg. Sus grandes aros de oro rozaron sus hombros. Mis ojos estaban pegados a sus labios mate de color rosa intenso. Quería chuparlos por el resto de la noche. Una camarera se acercó a nuestra mesa. —Candy, ¿cómo te va esta noche? —Bien, Bertha—sonrió alegremente—.Me gustaría que conozcas a Henry. Le estreché la mano a Betha. Me miró de arriba abajo. —Encantada de conocerte guapo. —Candy, ¿por qué estás aquí con un hombre a las 3:30 de la mañana? —Está bien. Toma una foto de su matrícula, así si me pasa algo sabrás quién me mató. Es el Ferrari rojo—respondió Leyla. Mi mandíbula se apretó. —No hay nada de qué preocuparse. Sí, toma una foto de mi matrícula Betty. Quiero que Leyla se sienta segura conmigo —declaré mirando a los ojos de Leyla. Ella se sonrojó. Estábamos en nuestra primera cita y eso era muy importante para mí.
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