—¡¿Quién diablos es su mate?! —¡¿Por qué demonios lo rechaza?! —¡Qué testaruda es Christine! Eran unas de las tantas cosas que decían sus hermanas. La noche había caído y ellas no sabían quién era el mate de Christine. Amaris se condujo a la casa de Brais, luego de saber que él ya había llegado de trabajar. Quien abrió la puerta fue un joven a quien Amaris no conocía. —¿Y tú quién eres?—le preguntó de forma directa, pues sabía que ellos no eran de muchos amigos o conocidos, por lo que se le hacía extraño aquella persona allí. Se le quedó mirando fijamente y dio un paso hacia la puerta, sostuvo su rostro con velocidad y con sus dedos separó sus labios, Troy sacó los colmillos y Amaris sonrió, a pesar de que no sabía quién era. —Soy Troy.—dijo él. —Sí, y yo soy Amaris. Qué raro,