Muevo mi brazo y lo saco de sus garras. —Muero por saber quién arderá primero —lo miro con la misma arrogancia que él imparte y me pongo a la par de Bianca, dejándolo rezagado. Camino con ella por el pasillo, bajamos las escaleras y cuando llegamos a las salas de interrogatorios, Baker se detiene. No volteo a ver si Nicolas está detrás, si quedó atrasado o si lo escoltan policías. No le demuestro ni una sola pizca de interés porque si lo que pretende es destratarme y amenazarme, yo puedo hacerle frente perfectamente. Sin miedo. —Puede tomarse todo el tiempo que necesite para hablar con su cliente, abogada —del juego de llaves busca una en particular y abre la primer puerta—. Habrá un oficial haciendo guardia. Afirmo en un ligero asentimiento y entro al salón. Es un cuarto pequeño