NICOLAS Apenas aterriza el avión en pista, me quito el cinturón y saco de modo vuelo mi celular. No espero a las indicaciones de los sobrecargos ni del capitán, busco el número de Charlotte en mi lista de llamadas recientes y pruebo por vigésima ocasión. La línea ni siquiera suena. Es como si su celular se hubiese muerto. Como si el número con el que trato de comunicarme no existiera. Corto, y llamo a Orianna. —¡Pero qué mierda... Grita pero a mitad de su estallido histérico termino la llamada. Mi señal está bien. Tengo créditos y efectivamente la red no falla. —Pasajeros del vuelo 8046 con conexión a Nueva York pueden desembarcar. La voz de la azafata me hace dar un brinco. Guardo el celular en mi bolsillo y estrujo el ticket de vuelo. Me meto entre los que toman sus