No sé cuánto tiempo ha pasado, pero cada vez tengo menos fuerzas de luchar contra este monstruo que desde que lo conocí, en el fondo siempre supe que algo malo se traía, pero me negué a creerlo por mucho tiempo. Mi llanto no cesa, ya no sé si los gritos que he pegado son reales o solo se han quedado atrapados en mi garganta y en mi mente. Ni la peor pesadilla que he tenido se compara con el terror que estoy viviendo en este momento. Fuera de la puerta de la habitación escucho unos sonidos que se han vuelto muy familiares para mis oídos y siento un pequeño halo de esperanza, crecer en mi interior. Damian tiene sus manos en mi cadera y de un jalón escucho más tela rasgarse… mi pantaloneta de la pijama ha caído en trozos junto a mi cuerpo que yace encima de mi cama. Sus ma