Capítulo 8
Llegó Adi
Cuando el hombre notó que había estado mirando sus pequeños movimientos, me sonrió y de inmediato comenzó a hablar.
“deberías saber que eso necesitará un par de puntadas en mi consultorio”
Me dijo señalándome el cuello
“Y también vas a necesitar un buen suplemento de hierro, debes estar muy mareada ahora… eres increíble, otra persona con tu físico ya se hubiera desmayado por la pérdida de tanta sangre”
Aunque asentí, en realidad no le presté demasiada atención; porque como médico se encargó de detener mi sangrado de manera eficiente, pero también puedo ver el problema que lo aqueja justo ahora…
Y como, mientras el bastardo siga respirando ese problema no tiene nada que ver conmigo, deje de darle demasiada importancia.
Sin embargo, cuando la suite quedó en silencio; el doctor demostrando que es un caballero repentinamente sacó de su maletín un paquete de toallas desinfectantes y comenzó a limpiar cuidadosamente cada uno de mis dedos.
Esta sensación no es nueva para mí, porque este hombre me ha cuidado más veces de las que puedo recordar; sin embargo, Demián que se había mantenido en silencio hasta ahora, extrañamente comenzó a quejarse de dolor en este instante.
“mmmmm…. Maldita sea, ¿tengo que morir para que deje de doler?”
Gritó de repente, haciendo que el doctor le prestara atención de nuevo… sin embargo, no se molestó en detener sus movimientos cuando le respondió
“señor Lemez, lamento sinceramente que esta vez quien se encuentre en la peor situación sea usted; respecto a la tardanza de la ambulancia, me temo que en la recepción deben estar retrasando deliberadamente su llegada, como siempre ocurre cuando es su esposa quien sale lastimada.
Si esperamos que su condición sea tratada adecuadamente en el menor tiempo posible, la mejor opción es que el señor Adí se encargue de este asunto como suele hacerlo cuando se trata de la señora.”
“Je”
Ahora comprendo porque la recepcionista tuvo la audacia de preguntar quién tiene la emergencia… sin embargo, solo sonreí con sarcasmo y autodesprecio; en realidad para mí no vale la pena decir una sola palabra más al respecto… después de ayudarme a retirar toda la sangre seca de mis manos, el doctor se levantó, sacó el celular del bolsillo de Demian y lo ayudo a desbloquearlo…
Sin embargo, cuando marco el número de teléfono más utilizado últimamente;
“Ding”
El timbre indicativo de la llegada del ascensor me hizo girar la cabeza en esa dirección y después de sisear por el dolor que me recordó que no debo hacer eso, escuché la voz del doctor.
“supongo que necesitas un collarín, para ver si así logras dejar de mover tanto el cuello y de abrirte la herida”
Parpadee un par de veces sintiéndome un poco responsable de mi estado actual, pero no puedo hacer demasiado, pues ya el mareo no es normal, estoy sudando frio y mi visión comienza a volverse un poco borrosa.
Pero en este momento debo admitir, que casi me echo a reír a carcajadas cuando vi a la mujer que llegó en el ascensor; entrar corriendo a la sala de estar, sin la más mínima cortesía y con una cara de preocupación tan fingida que me alarma un poco que no pueda entrar a la industria del entretenimiento cuando la despida por su mala actuación.
Y pues era evidente que esta vez venía preparada para ver un buen espectáculo, aunque seguramente no le dio tiempo de comprar palomitas en el camino, porque la hipocresía en su preocupación es demasiado evidente.
Pff…
Mmmmm, es que las hazañas de mi marido son famosas en toda la ciudad de miami y debería decir que esta es parte de la recompensa por su comportamiento; ¡je!, supongo que ese teléfono en su mano, con el que está grabando todo a su alrededor desde el momento en el que ingreso a la suite; únicamente está destinado a capturar el momento en el que me encuentre brutalmente golpeada.
Debe ser muy refrescante para ella, poder compartir mi patético estado en sus r************* y así tener mucho material de entretenimiento por un buen tiempo.
Pero para su decepción, el espectáculo que grabó esta vez fue totalmente diferente a lo que esperaba.
La mujer se quedó de pie afuera del ascensor con una expresión de confusión en el rostro y frunció el ceño cuando me miró tranquilamente sentada en el centro del sofá de esquina de la suite ¡totalmente ilesa esta vez!.
Sin embargo, cuando su mirada cayó en el cuerpo aparentemente débil de Demian quien durante todo ese tiempo mantuvo sus ojos verdes clavados en mí; se asustó tanto que comenzó a gritar como una gallina desesperada: a darle órdenes al doctor y a molestarlo para “obligarlo a hacer algo por Demian”
Mmm, se ve que fue un verdadero shock tener que mirar a su amado ídolo, o amante ¡¿Qué se yo?! de esa forma tan lastimera en la silla.
Negué con la cabeza, pensando en que definitivamente, esta persona es la imagen viviente del antiguo refrán que reza que algunos individuos nacen para ser estrellas en la vida y otros simplemente nacen para vivir estrellados; porque, esta vez no cerró su transmisión en vivo; y al parecer se enfocó tanto en su actuación frente al moribundo que ignoró por completo que hay más de doscientas personas conectadas.
Afortunadamente después de ella, entró un grupo de paramédicos que la hicieron a un lado y casi la hacen caer…
Al ver esto, el doctor que había estado mirando a la gallina gritona se pudo de pie, ignorando por completo esos gritos exageradamente desesperados, y órdenes absurdas.
Los paramédicos de inmediato subieron al hombre a una camilla y con la ayuda del doctor comenzaron a prepararlo para el traslado.
Adi es el jefe de seguridad de Demian, un hombre robusto y capaz; fue quien subió corriendo con el equipo de la ambulancia cuando se enteró de que había un herido dentro de la habitación.
Se había quedado en el ascensor por un momento, lo vi respirar profundo y de repente comenzó a correr a la suite, sin embargo, quedé de piedra cuando lo vi ignorar por completo a su jefe; a quien le insertaban una aguja en el brazo en este instante; para posar su par de ojos de águila escrutadora en mí.
Por un momento pensé que me culparía de la situación de Demian, pero supe que no era así cuando vi que me escaneó un par de veces de la cabeza a los pies y viceversa, se acercó un poco y me volvió a mirar haciéndome sentir incómoda, luego me sorprendió al escucharlo suspirar como si se sintiera muy aliviado, supongo que estaba más bien, preocupado porque no le conviene que su jefe vaya a prisión.