Llegó el doctor

1169 Words
Capítulo 7 Llegó el doctor “Cassie, ¿me extrañarás si me muero?” Preguntó con su voz débil y esos enormes ojos verdes brillando intensamente como el día que nos conocimos en ese restaurante. Fue inevitable trasladar mi mente a ese día, y tuve que reconocer que es una verdadera lástima que este hombre tan hermoso resultara ser una maldita bestia; sin embargo, su jadeo doloroso y avergonzado me saco inmediatamente de mis pensamientos… Le sonreí sin ganas porque, en este momento solo intentaba mantenerme despierta “¡jeje! Eres demasiado cínico, lo único que puedo extrañar si mueres en este momento es que no fueron mis manos las que te quitaron la vida; pero no te preocupes que no te voy a dejar morir” Respondí resueltamente, me abstuve de decirle que si el muere será su familia quien deba compensar todas mis perdidas y mi dolor a lo largo de estos dos años; porque es inútil seguir hablando de este tema con este maldito… Iuuuugh… ¡De solo pensarme extrañándolo, un escalofrío recorrió mi columna vertebral, desde el coxis hasta el cuello!. ¡no soy ninguna masoquista ok! Vi que intentó decir otra palabra, pero no logró abrir la boca; y suspiré aliviada, en realidad no quiero seguir escuchando sus estupideces y sus intentos de obtener simpatía… Cerré los ojos, porque ya el mareo me comenzaba a superar, y justo en ese momento “Ding” El ascensor nos indicó que había abierto sus puertas, haciéndome abrir inmediatamente los ojos porque supe que finalmente había llegado el médico. Miré que Demian seguía tirado en el piso y de inmediato cambié mi atención hacia el hombre que acababa de entrar a la suite, estaba de pie frente al ascensor y miraba a su alrededor con el ceño y los labios fruncidos. No pude evitar sorprenderme, porque ese guapo rostro lo había visto muchas… ¡no! Muchísimas veces desde la primera vez que fui golpeada por Demian, y sinceramente nunca pensé en verlo aquí; y es que, este hombre es el mismo médico guapo de casi dos metros de alto que siempre se toma de manera muy personal mi protección en el hospital; además, desde el primer día me cuida como si fuera alguien importante para él, sin alejarse de mí en ningún momento hasta verme totalmente recuperada. Esto ha ocurrido todas las veces que Demian me ha dado sus ‘caricias afectivas’ y enviado a urgencias casi cruzando la puerta que separa el mundo de los vivos con el infierno. Debo admitir que me sentí un poco avergonzada al verlo llegar justamente a él; aunque se bien que desde la primera vez que me atendió en uno de mis estados más lamentables, es muy consciente de que soy la humilde esposa maltratada del bastardo Demian Lemez. Uff, es extremadamente vergonzoso que sea precisamente él quien aparezca también a rescatarme en esta terrible situación… Él hombre corrió hacia mí cuando me vio sentada en el sofá, aunque intenté sonreírle negó con la cabeza y en silencio me escaneó con la mirada; y esa mirada insatisfecha se detuvo justamente en mi cuello que apretaba fuertemente con mi mano ensangrentada para evitar que seamos dos pacientes casi inconscientes. Y es que, he insistido tanto en mantenerme convida solo porque no quiero perderme ni por un segundo la agonía de Demian. Esos enormes ojos marrón claro se entrecerraron de repente y vi como su pupila se volvió cada vez más pequeña mientras miraba la herida en mi cuello; no quería pensar en la razón de la extrañeza en su mirada; pero, al parecer esta muy impresionado de que esta vez, solo presenté una pequeña lesión. Pude imaginar lo que está pensando, cuando entrecerró sus ojos al ver mi herida. Negué con la cabeza ignorando el dolor en mi cuello y señalé al bastardo que seguía en el sanitario, había dejado de quejarse, pero su mano apretaba su pecho con más fuerza. Fue en ese instante cuando notó que Demian estaba tirado en el suelo mirándonos en ese estado tan lamentable y después de ayudarme a vendar la herida y colocarme un cojín para inmovilizarme; corrió al sanitario y se arrodilló junto a él; rápidamente sacó su estetoscopio, lo colocó en su gran pecho mientras miraba su reloj de pulsera, y después de unos segundos negó con la cabeza. De inmediato, sin importar que Demian es como una montaña de grande, lo levantó, giró su cuerpo e introdujo un par de dedos en su boca para inducirle el vómito. Aunque en este momento moría de asco por su método de rescate, no podía apartar mi vista de ellos; mientras el hombre casi insertaba su mano entera en la garganta del bastardo, con la otra mano le quitó el cinturón hábilmente y la corbata. De pronto lo escuché comenzar a hablarle “No te atrevas a morirte aquí; piensa en esa mujer que me llamó desesperada para que viniera a salvarte la vida, no importa que la dejes sola porque es hermosísima y cualquier hombre estaría dispuesto a protegerla con su vida, pero ¿estás dispuesto a dañar su reputación así?…. Y este hotel ¿le vas a dejar esa mala reputación a Cassandra?” Demian, después de haber vomitado suficiente, abrió sus ojos verdes y aunque se veía muy débil, respondió con un tono suave “No estoy dispuesto a dejar a mi esposa para que nadie la cuide por el momento doctor, y no se preocupe tanto; porque el hotel de mi mujer tampoco tendrá mala reputación… debería preocuparse por curar su herida, yo puedo resistir hasta que llegue la ambulancia” Semejante declaración me hizo poner los ojos en blanco y mi rar hacia otro lado; pero, obviamente solo giré mis ojos, pues no quiero hacer demasiados movimientos, si este bastardo va a morir, yo definitivamente debo vivir para verlo. Después de vomitar; Demian pareció poder respirar mejor y el doctor lo ayudó a sentarse en una silla mientras colocaba de nuevo el estetoscopio en el pecho de su paciente, y maldecía en voz baja por la tardanza de la ambulancia. “por ahora lo único que puedo hacer es esto, vamos a encargarnos de eso en su cuello señora Lemez, aprovechemos que tenemos un poco de tiempo y su esposo se encuentra temporalmente fuera de peligro” Me dijo con una sonrisa mientras abría su maletín y sacaba unas toallas desinfectantes; retiró la venda que había colocado antes y ágilmente se encargó de limpiar y sellar adecuadamente mi herida, mientras me miraba con sus ojos escrutadores. Si mi comprensión de su mirada es correcta, mientras sostenía a Demian para que vomitara debió haber visto la hojilla que quedó sobre las toallas en el jacuzzi; sin embargo, no tengo la más mínima intensión de hablar de mi situación con nadie y mucho menos delante del demonio moribundo responsable de mis desgracias. Disimuladamente su mirada bajaba a su muñeca cada pocos minutos, y se notaba que cada vez estaba más impaciente.
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