Capítulo 3
¿Me odias tanto?
Sus intensos ojos verdes que se mantenían clavados en los míos de pronto brillaron de una forma extraña, haciendo que mi cuerpo se tensara completa e inmediatamente producto del pánico que comencé a sentir en este momento.
Intenté controlar el temblor de mis manos mientras me dedicaba a mirar sus ojos fijamente; pues, la mayoría de las veces es el cambio de color en sus ojos lo que me indica que estoy en peligro.
Sin embargo, en este instante ese perfecto par de esferas que ni siquiera parpadeaban continuaban manteniendo ese color verde profundo, indicativo de que sigue estando tranquilo.
Suspiré aliviada, mientras él no paraba de mirarme con la misma intensidad, me parece que notó lo que estaba haciendo, porque me sonrío ampliamente antes de tomarme por la cintura abrazándome fuerte y prácticamente arrastrándome dentro de su ascensor exclusivo; donde, inmediatamente sin soltarme ni un segundo, presionó el botón de la suite presidencial.
Esa es su suite por lo que, solo quien él disponga puede acceder a este ascensor, desde el día de la inauguración tengo acceso sin restricciones a todo en este hotel; pero, después de saber que lo trata como una réplica de la mansión playboy, prefiero abstenerme de hacer cualquier tipo de actividad en este lugar.
Al cerrar las puertas del ascensor, el hombre, sin perder ni un segundo se apoderó de mis labios, besándome apasionadamente… aunque lo intenté, en realidad no le pude responder… pero él no pareció abrumado en absoluto cosa que agradecí enormemente
“Hoy estas hermosa Cassie”
Me halagó descaradamente susurrándome al oído con esa voz varonil, baja y magnética, mientras enterraba su nariz en mi cuello y sus dedos jugaban con mi cabello, apretándolo, alaciándolo y enrollándolo, cerré mis ojos con fuerza suprimiendo mis náuseas; no importa lo que me haga, hoy vine decidida a complacerlo o a morir con él.
No me resistiré si lo que quiere es sexo, aunque quiera usar conmigo sus extraños juguetes de humillación que todo miami sabe muy bien que le gusta usar con todas sus mujeres, se lo permitiré únicamente porque no puedo ser golpeada, aun me duelen en el cuerpo y el alma los golpes que me hicieron perder a mis gemelos hace casi un mes.
Quedó sorprendido al ver que no rechacé ni su tacto, ni sus besos, ni ninguno de sus avances, pues, desde la primera vez que me hizo suya a la fuerza, sabe muy bien que me rehúso con ímpetu a tener cualquier tipo de contacto físico, quizá en algún momento borracha o consumiendo afrodisiacos pude aceptarlo, pero luego con sus propias manos se encargó de que recordara mi lugar como su humilde esposa maltratada.
Lo que no se imagina el señor Lemez, es que mi rechazó no solo es para él, la simple cercanía de las personas me genera muchas náuseas y un poco de miedo; además, el simple hecho de saber que a diario tiene relaciones sexuales con cualquier escoba que le camine por el frente usando una falda barata, me hace resistirme a él con mucha más determinación.
Pero hoy es diferente, se trata de supervivencia no de amor ni mucho menos de aceptación.
“¿Qué te pasa hoy Cassandra?”
Preguntó pareciendo sorprendido, pero la sonrisa en sus labios revela que también está encantado con mi comportamiento, mientras sus manos bajan suavemente el cierre de mi vestido, yo no me opongo me dejo desvestir en el ascensor.
Aunque por dentro siento que muero lentamente, se bien que no debo luchar… ante su pregunta, solo negué con la cabeza
“lo lamento señor Lemez, se bien que no debo hacerlo enojar; pero aún no me he recuperado por completo, sigo un poco adolorida y los moretones del último “round” de amor que me propinó, todavía no han desaparecido del todo.
y… bueno, los bebés que perdí ese día ya tenían seis meses de gestación, estaban bien desarrollados, así que no creo que sea seguro tener relaciones justo ahora… Aunque he intentado cuidarme yendo al ginecólogo desde que me dieron el alta dos veces por semana, no estoy totalmente segura de que mi zona íntima se haya recuperado por completo de esa lesión tan fuerte y no me atrevo a preguntarle al médico si puedo o no, tener relaciones sexuales tan pronto ya que esa no fue mi primera pérdida violenta.
Tampoco creo haberme recuperado del todo de las tres costillas que me rompió esa mañana, ya que, todavía me duele un poco cuando intento respirar profundo, por favor no me malinterprete.
En realidad, no le digo nada de esto para culparlo ni mucho menos para hacerlo enojar, solo estoy cumpliendo con mi parte del acuerdo y le estoy dando la máxima prioridad desde el momento en el que recibí su invitación vine dispuesta a complacerlo y no juzgarlo, pero por favor, le pido por lo que más quiera, no me vuelva a hacer daño, creo que mi cuerpo no lo soportaría y también pienso que usted está demasiado joven para ser viudo”
Mantuve mis ojos clavados en los suyos, atenta a cualquier cambio mientras casi suplicaba y explicaba porque me sentía tan mal, de pronto un escalofrío recorrió todo mi cuerpo cuando su mirada al momento de mencionar las costillas partidas cambió repentinamente de ese verde intenso que le produce la excitación, a amarilla, como cuando un gato montés se encuentra cazando a su presa
Ocurrió lo que no debía pasar, está enojado.
¡me va a matar! ¡ahora si voy a morir!
Todo mi cuerpo comenzó a temblar sin control mientras lo escuchaba levantar la voz
“¿Qué estas queriendo decir Cassandra Lemez? ¿ahora es mi culpa que siempre me hagas perder los estribos y me ponga violento? ¿me culpas de que nuestros hijos se hayan ido de nuevo? ¿me odias tanto?”
Siento como su respiración se agita, pero, agradezco a Dios que hayamos llegado y con un
“ding”
El ascensor anunció que sus puertas han sido abiertas.
En este momento no logré controlar el incesante movimiento de mis torpes manos temblorosas, pues por un comentario provoqué lo que menos quería que ocurriera hoy, ¡definitivamente hice enojar a este demonio!
Agaché mi cabeza, pues esos endemoniados ojos amarillos solo me recuerdan todas las desgracias que me ha hecho pasar este hombre, él de pronto clavo su mirada en mis manos temblorosas que yo intentaba suprimir sin éxito.
Realmente no quería morir de esa manera tan miserable, aunque el ascensor había llegado el temblor en todo mi cuerpo no me permitía moverme de esa maldita esquina, ya mis lágrimas estaban a punto de salir de mis ojos y estuve a solo un segundo de arrodillarme a suplicarle a Demian Lemez por mi vida…
Cuando lo escuché respirar profundo, me abrazó con fuerza antes de besarme de nuevo en los labios y me comenzó a hablar muy bajito al oído