Capítulo 4
Tomando la mejor decisión para los dos
“¡Perdóname mi reina, mi bebé, mi esposa… de verdad no tienes la más mínima idea de cuanto siento todo lo que te he hecho, te prometo que te compensaré todo lo que te debo, así deba entregarte mi vida!”
Ya estoy tan asustada que me duele el estómago, no solo perdí el control del movimiento de mis manos, también siento que de esta manera no podré ni siquiera mover mis piernas para dar un paso.
El mayor de todos mis temores en realidad es que si sigo así, me será imposible reprimir mi asco, porque ni siquiera puedo suprimir mis nervios delante de él.
Y es que, si me vuelve a besar no podré aguantar las náuseas que me causa.
El notó que mis piernas se habían convertido en gelatina y me llevó en brazos hasta el sofá… manteniendo la mejor de sus aptitudes, en cambio yo suspiré, en este momento me siento realmente impotente, aunque me cuesta mucho, sé que debo ajustar mis emociones y ser obediente si pretendo lograr mi meta de llegar viva al fin de año.
Pfff, solo espero que se cumpla el último requisito para que se lea el testamento de papá, necesito mucho dinero para poder vengarme de toda la maldita familia Lemez, comenzando con este hombre desquiciado que tengo frente a mí.
¿Cómo pretende compensarme de todo lo que me ha hecho? ¿acaso traerá de vuelta a mis hijos con vida? ¿borrará todos los golpes que me ha dado comprándome otro hotel?
Me parece que ni en tres reencarnaciones logrará que olvide lo que me ha hecho en el transcurso de estos dos años, la verdad, cada vez me convenzo más de que este hombre además de ser un sádico agresivo, tiene graves problemas de personalidad múltiple o dividida.
Mientras intento ajustar mis emociones sentada en su pequeño sofá de esquina, observo como Demian sale de la cocina con un par de copas, una botella de champagne y esa deslumbrante sonrisa en su rostro que a mí me pone los nervios a flor de piel.
“Hoy es un día especial, vamos a celebrar que mi amada esposa por primera vez en mucho tiempo aceptó mi invitación de buena gana, y está dispuesta a finalmente escucharme, debes creerme cuando te digo que no fue mi culpa todo lo que ocurrió Cassie, jamás te haría daño conscientemente, recuerda que estamos legalmente casados mi reina y ahora eres mi familia, mi deber es protegerte. Eres mi esposa debes creerme que no era yo en ese momento, si decides darme otro voto de confianza te prometo que definitivamente a partir de hoy todo va a cambiar, esta relación finalmente va a avanzar”
Lo miré entrecerrando mis ojos con sospecha, burlándome en mi interior de sus palabras y tomé una de las copas de sus manos, no quería seguir mirando su estúpida cara de abusador de mujeres fingiendo ser un esposo enamorado, así que giré mi vista en dirección a la cama, pero fue peor; tragué grueso al ver que allí se encuentra su amado látigo, acompañado por algunas otras de sus herramientas de tortura más utilizadas según le cuentan sus amantes a la prensa, yo realmente jamás permitiría que me toque con sus asquerosos juguetes si no estuviera ante un inminente peligro de muerte.
Respiré profundo con un gran sentimiento de auto humillación creciendo en mi estómago, estaba intentando controlarme, pero con solo ver ese látigo sobre la cama sentí que me arrancaban de a pedazos la vida.
Sin embargo, eso definitivamente no fue lo peor; cuando dirigí mi mirada al piso junto a la cama y recordé que le devolví pasivamente su beso, no pude contener el champagne que descendía hacia mi estómago, cuando sentí que de pronto se revolvía y regresaba de nuevo a mi boca sin poder contenerlo en absoluto.
Lo miré con todo el asco que intentaba reprimir antes de ver la asquerosa y ridícula escena que tenía ante mis ojos, justo antes de salir corriendo al sanitario, ya no me importaba una mierda hacer enojar de nuevo a Demian y terminar muriendo ambos aquí; pues, había unas tangas rojas junto a su cama que era más que evidente que habían sido usadas recientemente ya que la humedad y los brillantes fluidos eran visibles desde donde me encontraba.
No sé qué pretendía hacer con su pequeño descuido, solo miré de reojo desde mi posición inclinada frente al lavabo que antes de seguirme corriendo al sanitario, siguió mi línea de visión anterior y lo escuché maldecir
“¡maldita seas mil veces Marcela!”
Gritó antes de apresurarse a ayudarme a tomar mi cabello, pero rápidamente lo recogí en una coleta desordenada mientras las incontrolables arcadas aun me invadían, en otro golpe de extraña amabilidad quiso darme golpecitos en la espalda, pero detuvo su acción cuando retiré conscientemente mi cuerpo alejándome de su alcance
Se sentó en el suelo juntó a mí, suspiró e intentó aclarar la situación
“sé bien lo que estás pensando, aquí sí estuvo Marcela hace un rato; pero te juro que ella y yo desde hace más de 8 meses no tenemos ninguna relación íntima ade…”
Terminé de vomitar, lavé mi boca y le hice una señal con la mano para que no continuara hablando, en este momento pensé
‘¿desde cuándo la siempre altiva señorita Cassandra Murray es tan humilde y comprensiva? ¿vale la pena humillarse tanto por una vida de dolor?’
De solo imaginarme siendo invadida contra mi voluntad por este repugnante hombre que quien sabe dónde lo habrá metido antes, sobre esas asquerosas sábanas que aún deben mantener el sudor de esa ramera siento que no vale la pena fingir ser amable para mantenerme con vida.
En este preciso instante perdí por completo las ganas de vivir, prefiero morir antes de que este asqueroso hombre vuelva a poner sus manos sobre mi cuerpo.
¡Es obvio que me rehúso y me rehusare siempre a escuchar sus absurdas y machistas explicaciones!
“disculpa sinceramente no me interesa saberlo, creo que en este momento me caería bien otra copa de ese rico champagne mientras me relajo un poco en el jacuzzi, y tú llamas a alguien para que recoja el desastre que dejó la mujer que estuvo contigo antes de mí”
él sonrió, acarició mi cabeza como si fuera su pequeño cachorro y me dijo
“está bien que te relajes, tu cuerpo todavía no se ha recuperado del todo, pero esto tenemos que conversarlo, no puedes seguir pensando que tu esposo es un hombre repugnante que anda con otras mujeres ¿vale?”
Me dijo fingiendo una extraña amabilidad, y yo solo asentí con obediencia mientras lo miré girar sobre sus talones y finalmente salir del sanitario.
Pfff, me sentí agradecida de que finalmente se largara.
Necesitaba aprovechar su ausencia al máximo, era consciente de que lo que estaba a punto de hacer necesitaba determinación; pero yo ya estoy realmente cansada de esta vida, no daré ni un paso atrás.
Tomé del estante de uso personal de Demian su hoja de afeitar, mientras vomitaba había pensado en usarla para apuñalarlo en el corazón ya que, según su carácter que conozco demasiado bien, es seguro que volverá a perder los estribos.
Pero pensándolo mejor, es inútil intentar asesinar a un hombre tan fuerte y agresivo como Demian con un objeto tan pequeño sin sufrir ningún daño, lo mejor es acabar con mi vida frente a él, así mi imagen muriendo quizá le cause pesadillas por un par de días, o quizá, con lo enfermo que es, embalsame mi cuerpo para poder abusar de mí a su antojo y golpearme cuando quiera después de muerta.