Se encontraban sentados en una de las mesas de la tortería y jugos Fer, Oliver hace unos momentos había ido por Daysi a su trabajo, ya que era su hora de comida, y ella pidió llevarla a ese establecimiento, ambos se encontraban platicando.
—A ver si entiendo, estás diciéndome que buscas saber sobre la manipuladora Catrina.
—Si.
—Y solo te acordaste de mí.
—No te voy a mentir, eres la única que conozco en ser una manipuladora, y sé que te retiraste.
—Bueno retirarme no, en absoluto, eso sería para Catrina, ella si se retiró.
—Estás diciéndome un hacker mujer.
Daysi solo ríe, comiendo de su torta de milanesa, sin miedo al decir:
—Ella o el cómo sea a tomando una vida común, ordinaria que tal vez en este preciso momento trabaje en este lugar, o en cualquier otro.
—Te refieres que ha desaparecido.
—Sí, es difícil encontrarla.
—Tanto así.
—Sí, debes saber que no solo es un buen hacker, su trabajo fue increíble con toda persona con quien trabajo, sé que hay ciertas personas que han intentado contactar a Catrina, sin ningún resultado.
—Cuéntame más de Catrina acaso llegaste a conocerla o conocerlo.
—Sí, guía de una forma que entiendes las cosas más fáciles.
—Era maestra.
Daysi niega con la cabeza.
—Un estudiante.
Ella solo asiente con la cabeza, al mirar su reloj.
—Me dices que él o ella llego a ser una estudiante.
—Y, aun así, trabajo con los más importantes de nuestro ambiente.
—Tal vez con mi padre.
Daisy negó con la cabeza.
—No lo sé, quizás fueron muchas personas que solicitaban sus servicios, no sabías, bueno como podrías saberlo se llevaba bien con Ariel, el hijo del señor Flavio, aunque tal vez llegaron a ser novios.
Oliver solo mueve la cabeza, él había pedía un jugo de naranja mientras recordaba al arrogante de Ariel, no fueron amigos, solo se conocían por motivos de amigos en común, y en el ambienten en que ambos están.
—Te llevas con Ariel.
Ella niega al responder:
—Para nada, solo por lo que he escuchado de é,l lo último que supe sobre él es que se fue a estudiar al extranjero.
—A estudiar, eso crees.
Medio sonríe Daisy, siendo que Ariel es un muchacho problemático y algunas personas como ellos dos, saben de las veces que su padre lo envían a viajar, al ser que en ciertas partes tiene casas.
—Oyes, debo volver a mi trabajo, vas a dejarme.
—Si claro.
—Solo quiero que mires una foto.
—De ¿Quién? —pregunta Daisy.
—De una chica.
—Está bien.
Ellos se levantan saliendo de ahí para subir al auto, para esto él le dio su teléfono, mostrando la foto mientras Oliver maneja, Daisy mira la de una chica sonriendo de cabello castaño oscuro, con jeans y chaqueta negra.
—¿Quién es ella? —pregunta.
—Se llama Karina, lo que quiero que me digas si es ella Catrina.
Ella mueve la cabeza, sorprendiéndose de lo que Oliver acaba de decirle, a lo que enseguida mira de nuevo la pantalla del móvil con la foto.
—Quisiera decir que sí, pero las personas cambian, cuando yo la conocí era chica, igual ella o él, Oliver quien te insinuó que sea ella Catrina. —dijo insistiendo que no quiere revelar su sexo.
—A mira, la otra vez fui a un bar que se encuentra en la calle Dulcas, con Karina y me encontré con Raúl.
—Con Raúl, hace mucho que no lo he visto.
—Bueno él fue el que me dijo que ella era Catrina, y quería saber si realmente lo era, porque para mí para nada sea ella.
—Entiendo, seguramente Raúl se haya confundido de persona. —dice Daisy mientras continúa mirando la fotografía.
Llega a la cafetería.
—Gracias por traerme. —le dice ella al entregarle el celular.
—De nada, que te parece que venga por ti para cenar.
—Claro, es mejor que te llame una vez que haya salido.
Oliver acepta al asentir.
—Entonces no digo adiós, nos vemos más tarde Daisy, así me ayudas.
—En buscar.
—Tú lo dijiste yo no.
Los dos ríen y solo la ve entrar a la cafetería, para después irse arrancado el auto, decidiendo no ir a casa, sino ir a ver a ese tal Ariel, él sabía dónde encontrarlo a lo que solo se dirigió hacia haya.
En una calle muy descuidada no pavimentada, con hoyos, que con cuidado maneja, al ser que cuando llevaba a Daisy a su trabajo, recibió una llamada, porque él había enviado anteriormente un mensaje a su antiguo contacto de confianza, quien no tardó mucho en contestar.
Dirigiéndose a donde se encuentra Ariel, ve a varios tipos fornidos serios, con cara de fuchi, mirando su auto, decidió detenerse y bajar, mientras va caminando aquellos muchachones solo lo vigilan.
—Disculpa, ¿Dónde puedo encontrar a Ariel? —pregunta Oliver.
Al sujeto que se lo pregunta se ve menos serio que los otros, tal vez hasta simpático.
—Sígame. —dice con esa voz algo ronca, quizás por lo que fuma.
Oliver solo siguió al muchacho, mientras caminaba entraron a una vecindad subiendo las escaleras, mirando a la gente que se encuentra ahí, que también lo miran a él al igual que algunos niños, llegan a una puerta de color café, el hombre toca.
—Adelante. —dice una voz masculina.
—Venga. —dice el hombre de voz ronca.
Ambos entraron a esa vivienda.
—Señor Flavio.
—Jaime, sabes bien que el señor Flavio es mi padre, pero dime.
Oliver había entrado a ese interior, le parece que ese cuarto tiene todo en esa misma habitación, cocina, comedor y una cama.
—Señor lo busca el joven Castillo.
—Muy bien, puedes retirarte.
Aquel Jaime solo se retiró.
—Hola Oliver que gusto verte, te invito a sentarte, quiere una cerveza.
—Hola Ariel, acaso vives aquí, yo pensé que estabas en el extranjero.
—Pensarlo hubiera estado bien, pero así es, vivo aquí con mi mujer.
—¿Qué es lo que paso contigo? —pregunta Oliver, viendo no feliz a Ariel.
—Cómo puedo mentirte, si eres alguien que sabe los beneficios y consecuencias de vivir una vida que nuestros padres nos mostraron, e intentamos huir de mala forma, hice cosas de las cuales me arrepiento, mi padre decidió no seguirme ayudando, me corrió de casa, después supo de mi novia Ana que para él es alguien de baja clase, y la única opción que mi papá me dio, es vivir en esta vecindad.
—Pero y tu mamá.
—Ella no pudo hacer nada, solo pudo aceptar las reglas de mi padre.
Oliver escuchaba a Ariel, todo lo que le había pasado desde que salió de su hogar, donde pasó su infancia, adolescencia, cumpleaños, festividades, etc.
—A veces ella viene o nos vemos en algún lado, ya que por mi papá lo tiene prohibido.
—Y tu hermana Antonella.
—Ella es la heredera.
—Que te dice ella.
—No la he visto, mamá dice que está bien y está de viaje con él.
Oliver solo asiento.
—Entiendo. —responde recordando que conoce a su madre, una mujer simpática y a Antonella también, pero saber que las cosas han cambiado, solo piensa que la joven no pierda ese lado suyo.
—Me alegra que tu hayas manejado mejor las cosas.
—Bueno, debo decir que no fue fácil, pero aquí estamos.
En eso llega una chica, no muy alta de rostro bonito con pantalones y una blusa de manga larga, cargando a un niño.
—Cariño llegaste, ven déjame presentarte a un buen amigo.
Ella se acerca con el pequeño que está sonriendo.
—Buenas tardes.
Oliver saludos al decir Ariel.
—Déjame y te presento a Ana, mi esposa.
—Te casaste.
Los dos asiente.
—Cómo crees.
—Fue una boda pequeña.
Oliver mueve la cabeza.
—Pues felicidades, y este niño.
—Es Rodrigo.
Saluda al pequeño, se quedó un rato más con ellos hablando de otras cosas, hasta que Ariel dice:
—Pero ahora dime, a que viniste, porque imagino como me hallaste.
Oliver no dice nada al decir:
—Necesito saber si recuerdas a Catrina.
—Catrina, para ¿Qué la buscas?
—Sé que es una manipuladora.
—Bueno sí.
—Donde puedo encontrarla.
—No lo sé, quisiera decirte algo de ella, pero desde que ella se retiró nadie ha sabido de ella, porque supiste que la invitaron a la reunión Abasí.
—En serio.
—Si.
—Entonces, aun te informan.
—Sí y solo supe de su invitación.
—Quien crees que sepa dónde encontrarla.
—¿Por qué ese interés en ella? —pregunto curioso Ariel.
—Tengo planes que no quiero que salgan mal, y sé que ella podría ayudarme.
—No aceptara, se retiró.
Eso confunde a Oliver.
—No me importa, yo quiero hablarlo, sé que aceptara.
Oliver intenta convencer a Ariel a que le diga dónde encontrar a Catrina, pero su amigo niega en ayudarlo, repitiendo que desapareció y nadie sabe.
—No insistas, aunque yo supiera hallarla, no te lo diría.
—Se prometieron algo.
Niega Ariel, en eso que sigue insistiendo, llaman a su teléfono dándose cuenta que es Daisy.