Haber estado con Karina y sus amigos este sábado, despertándose muy tarde de la cama, mirando la hora de su móvil, dándose cuenta que es domingo y tener en mente la invitación de Raúl, niega en asistir, otras veces en aceptar.
—Homero buenos días. —dice Oliver al llamar a su amigo.
—Oliver buenos días.
—Te llamo ya que no puedo ir hoy a trabajar, no me siento bien.
—A no te preocupes, está bien.
—Gracias Homero.
—Recupérate. —dijo al despedirse enseguida de Oliver.
Él colgó quedándose aun sobre su cama, mirando a su techo pensando las cosas, todavía no era nuevo hacer eso, reconoce que fue el consentido en casa sin responsabilidades, quizás solo la escuela, pero esos tiempos están en el pasado.
Si decide pensar en aquella adolescencia, ni él mismos se reconoce de lo mal que se portaba, y más se arrepiente de a ver sido un antipático y juzgar a las personas incorrectas.
—Joven Oliver, despierte, llegara tarde a la escuela.
Escuchar la voz de Rosa su sirvienta y nana, quien lo ha cuidado desde bebe.
—Lárgate, déjame dormir. —dice somnoliento y molesto.
Rosa pone una cara enfadada.
—Que mal que este enojado tan temprano Oliver, debe despertar ahora, o será su padre quien vendrá a despertarlo.
—Que lo haga. —contesto continuaba bajo las sabanas.
Ella ideo un plan que siempre decía al joven Oliver, pero nunca lo hizo verdadero, al no escuchar de nuevo a Rosa se asoma si ella continuaba en su habitación, y al ver que no está solo decide volver a dormir.
Rosa sonreía aguantando su risa, Oliver no podría creerlo.
—Joven yo se lo dije, y no me dio otra.
Oliver se encontraba completamente mojado, él miraba aquella cubeta naranja enojado, igual a Rosa con esa risa burlona.
—No vez mojaste mi cama y a mí.
—De eso no se preocupe, después de todo su padre me paga, y su obligación es ir a la escuela y le recomiendo irse a bañar, o lo hare lavar la cama.
Él lo pensó por un momento, imaginándose lavando su cama, Rosa se sorprendió cuando Oliver se levantó enseguida gritando:
—¡No, no, no!
Rosa reía, al ver al joven entrar al baño.
Esas fueron de las primeras veces, que alucino aquella cubeta naranja a la mano de Rosa, desvanece el recuerdo de su mente, aunque sonríe al recordar, las veces que él fue grosero o se quedaba tan dormido, que obtenía un cubetazo de agua fría, a lo que solo se levantó de la cama para tomar un baño, para de ahí decidir salir de su casa al subir a su auto.
Mientras va manejando yendo a ir a ver a una amiga suya, Daisy, que conoció en un bar hace algún tiempo, y que sabe que se encuentra de mesera en una cafetería, al llegar él solo, entra sentándose en una de las mesas.
—Buenas tardes.
Al voltear a ver a la chica que lo saluda, entregando el menú y al verlo sorprendida.
—Oliver, ¿Qué haces aquí? —le pregunta Daisy, una chica bonita, alta, de cabello largo castaño, peinada con una trenza de corona, con su clásico uniforme de mesera.
—Vine a almorzar y debemos hablar.
—Dame tu orden y acabo de entrar, mi hora de comida es más tarde. —le dice ella.
Cuando Oliver ve que ella saca de su mandil color vino, saca su móvil, Daisy lo deja en la mesa frente a él al decir:
—Registra tu número y te llamare cuando salga de aquí.
Oliver asiente sin decir nada, y toma el celular registrando su número de celular, para después pedirle su orden.
—Un café con leche y unos chilaquiles.
—Acaso vienes crudo.
Oliver negó con la cabeza.
—Estoy bien Daisy.
—Está bien, ese es tu auto.
—Si bueno, un amigo me lo encargo.
—Bueno.
Daisy se retiró, él se quedó entretenido en su teléfono mirando sus diferentes mensajes, y más que nada sus r************* , no se han hablado Karina y él, solo mira sus fotos de su galería mientras espera a que llegue su orden.
—¿Qué paso? Agustín. —pregunta Oliver, al atender su teléfono al a ver recibido una llamada.
—Oliver ¿Cómo estás? —le pregunta.
—Bien, pero dime tu, hace tiempo que no había sabido de ti, dime ¿Cómo has estado? —pregunta.
—Muy bien, ya sabes acá, aquí trabajando.
—Como conseguiste mi teléfono.
—Me conoces tengo contactos, y me entere que te fuiste de casa. —dice Agustín.
Lo escucha reír en ese momento, Daisy le entrega su orden viéndolo hablar por su celular.
—A sí, es tío.
El señor Agustín, hermano de su mamá y tío de él, quien trabaja en trailers madereros, con esa costumbre diaria de viajar demasiado.
—En serio que no me la había creído, no sé qué decirte, respeto a tu padre, pero ambos sabemos quién es.
Ambos hablaban sobre su padre entre decir:
—Si exacto.
Y otras cosas más, terminando de decir su tío.
—Ya Sabes, tienes el apoyo de la familia y solo cuídate.
—Gracias tío.
—Y que estás haciendo hijo.
—Almorzando y tú.
—Saliendo de un pueblito para la ciudad.
—Ve con cuidado.
—Claro quería preguntarte sobre tu hermano, lo has visto.
—No tío no lo he visto, menos he sabido de él.
—Está bien.
—Sucede algo. —dice Oliver al tomar de su taza de café.
—No nada de eso, solo quería saber de él.
—Lo sé tío no te preocupes, él debe estar bien, ya sabes las malas noticias llegan primero.
—Cierto, bueno, debo cortar que ya estoy entrado por carretera.
—Sí, sí.
Los dos se despiden, él solo cuelga guardando el móvil terminando de almorzar.
Pensar en su hermano Oscar, en ese tiempo de adolescente que se fue más o menos casi a sus dieciséis, para después volver a casa, algo que hizo creer a su padre que solo era un juego, porque siempre volvía, hasta sus diecisiete años ya no volvió a casa su papá, no hizo nada en buscarlo, aunque su madre lo exigió.
Para Oliver ver así a mamá le dolió, eso hizo que él lo buscara, cosa que lo hallo para hablar con él y que buscara a mamá, Oscar lo hizo, pero ahora han tomado caminos diferentes, y si él lo quisiera encontraría a su hermano de nuevo.
Oliver termino de comer su almuerzo, a lo que solo p**o y se retiró de ahí, ahora esperaría la llamada de Daisy, al ser que cuando se fue ella ya atendía otra mesa.
Manejaba sin rumbo, la verdad no sabía a donde ir, si volver a casa o solo dar vuelta, si estuviera en el pueblo de sus abuelos un lugar con campos amplios, grande de siembra y lugares a los cuales visitar o solo quedarse a dormir, imagina por un instante llevar a Karina.
Para hablarle de su etapa favorita, su niñez, un niño enfermizo que prefería vivir en un pueblo que, en la misma ciudad en la que ahora vive, sigue manejando sin rumbo.
Tiene el móvil pegado a la oreja, suena el sonido de que está llamando, él espera a que conteste, espera algunos minutos más, se encuentra dentro de su coche y se había estacionado cerca de un parque.
—Bueno.
Escucha él.
—Karina.
—Oliver ¿Cómo estás?
—Bien y ¿tú?
—Bien también ¿Qué haces?
—Mirando televisión en mi cuarto.
—Igual, miro tele con mi hermana.
—Que vas hacer hoy.
—Quedarme en casa, bueno pienso verme con Bruno y que vas hacer hoy.
Oliver mueve la cabeza, comprende que es solo su mejor amigo de ella, pero de algún modo no puede mentirse, siente celos que este más con él.
—No lo sé.
—No tienes trabajo.
—No mi domingo es libre, creo que me quedare en casa.
—Bueno siento cortar, hablamos luego vale.
—Si no te preocupes. —dijo Oliver está seguro que lo que escucho al fondo, era el tal Bruno que había llegado a su casa.
Se despide y espera, escuchando hasta que ella cuelga, él sale de su auto yendo al parque por un helado, sentándose a una de las bancas del parque.
Bruno se encontraba en casa de Karina, miraban televisión mientras se encontraban platicando.
—Ya que mañana trabajas, ¿quieres hacer algo? —le pregunta su amigo.
—Claro, que tienes en mente Bruno.
—Vayamos a grana.
—No como crees que vayamos a grana.
—Tú y yo.
—Yo también. —dice Jimena.
Ambos mueven la cabeza, sin decir un sí.
—Pasemos a ver a Nadia Nocir.
Karina mueve los ojos, no dice nada y Bruno dice:
—Acaso ustedes ya no son amigas.
—Si lo somos, pero Bruno, ir hasta grana debemos planearlo, no podemos irnos así nada más, igual tu mañana trabajas.
—Lleguemos de sorpresa.
Ella niega moviendo la cabeza.
—No como crees, es mejor planearlo bien, vamos de sorpresa porque no pienso llevar a mi hermana así.
Ve que Bruno no está muy convencido.
—Mejor vamos al parque un rato o veamos películas, series o lo que sea, aquí en mi casa o vamos a la tuya.
—Miremos una serie, pero en tu cuarto.
—Claro, entonces preparemos unas botanas, palomitas.
Bruno acepto, es como los dos van a la cocina a preparar, claro que avisaron a su mamá quien fue a ayudarlos, mientras Jimena preguntaba qué serie iban a ver.
En tanto Oliver en su auto manejando hacia una zapatería, tal vez se compraría algo, cuando escucha sonar su teléfono detiene el auto acercándose a una de las banquetas estacionándose, lee quien llama y decir:
—Daysi.