EL COLOR CLARO Después de la llegada del fax me apresuré a preparar todo para recibir a la cliente: faltaban pocos minutos para las 17 horas. Una de las cosas positivas del abogado Spanna era que me permitía disponer de un despacho en un bufete amplio y acogedor. El bufete era amplio y acogedor. Porque mi despacho era una mezcla entre un trastero y un depósito: sin ventanas, en el fondo de un pasillo y con la puerta casi oculta detrás de una librería. Para compensar estaba amueblado con un escritorio de época, probablemente heredado, sobre el que resaltaba un ordenador de última generación conectado a un servidor y a una impresora, centralizados. Dos sillas de madera, muy en sintonía, estaban enfrente. En definitiva, un espacio pequeño pero digno. La mujer apareció en el umbral de mi hab