[JULIETA]
Puedo sentir la mirada del “señor insoportable” sobre mi mientras que saludo amablemente a David antes de bajar del auto y sé que debe estar preguntándose de donde conozco al chofer del auto que pedí para que nos trajera a Fremont Street, obviamente también debe estar arrepintiéndose de hacer que yo tomara las riendas de dónde ir, después de todo, este lugar está muy por debajo del nivel de “glamour” al que él está acostumbrado.
—¿Conoces a todo el mundo o qué? — me pregunta cuando ya los dos bajamos del auto y rio.
—A todo el mundo no, pero si a muchos choferes, recepcionistas, crupieres, bar tenders, gerentes, y así…— respondo y me veo obligada a jalarlo del brazo y hacer que suba a la acera cuando me percato que hay un auto viniendo por la calle —se supone que debe caminar por aquí. — le indico y su mirada se clava en mí y no sé si es con la intención de aniquilarme o agradecerme.
—¿Eres guardaespaldas también? — pregunta con un toque de humor que me hace reír.
—¿Debería serlo? — cuestiono con interés.
—Hasta donde yo sé, nadie quiere matarme. — bromea.
«Al parecer el “señor insoportable” está queriendo que lo deje de llamar así, al contrario de mi primera impresión, él parece ser alguien con sentido del humor y hasta simpático cuando quiere.»
—¿Cómo es que alguien como usted no está caminando con un guardaespaldas detrás suyo? Cualquiera podría atacarlo para robarle cualquier cosa, incluso ese costosísimo reloj que trae puesto. — comento y sonríe.
—No quería a mi seguridad durante mis vacaciones. — explica finalmente.
—Entonces, ¿si tiene custodios? — cuestiono.
—En New York, sí. — responde y ahora todo tiene un poco más de sentido.
—Ya decía yo…— comento de manera espontánea y me doy cuenta que es un error lo que dije, pero ya es tarde.
—¿Ya decías que? — cuestiona y si, definitivamente fue un error.
—Nada, que era imposible que un hombre como usted no tuviera seguridad. — respondo restándole importancia cuando finalmente vamos llegando a la calle principal. —bienvenido a donde comenzó todo. — digo en un intento por cambiar de tema.
—Conozco la calle Fremont. — dice un poco antipático y si, el “señor insoportable” regreso.
—Lo imagino, lo que no creo que conozca es que esta calle es histórica, ¿sabía que la calle Fremont data desde el año 1905 cuando la ciudad de Las Vegas fue fundada? — cuestiono y al verlo está sonriendo.
—¿Me darás datos de la ciudad? — cuestiona a modo de reto.
—No, pero lo llevare a conocer los hoteles más icónicos, esos donde se filmaron películas, donde estuvieron varios famosos filmando películas, videoclips y demás cosas, pero… además hare que experimente uno de los mejores espectáculos que pueda llegar a ver en la ciudad. — explico, pero su cara cambia por completo.
—Señorita Montiel, creí que había sido claro, que no quería nada de espectáculos. — me dice molesto.
—¿Ni siquiera este? — pregunto señalando hacia el techo donde corren las tirolinas con la gente gritando a todo pulmón mientras se deslizan por el aire.
Su mirada cambia de repente mientras sigue el recorrido de quienes avanzan por las tirolinas y luego me mira —no entiendo. — comenta y sonrió.
—La mejor parte de Las Vegas no son sus casinos, sus discotecas y sus fiestas, la mejor parte de aquí es ver a la gente reír sea donde sea, a esta hora del día es aquí, por la noche puede ser en una discoteca o jugando a los dados, pero sin dudas es lo que la hace especial, todos se olvidan de sus problemas aquí, sea porque están relajados o borrachos. — digo y rio ante esto último.
—Entonces, ¿eso quiere decir que quieres que me ría? — me pregunta y simplemente encojó mis hombros.
—Usted quiere olvidarse de todo, creo que la risa es una buena aliada. — rebato y sonríe.
—Definitivamente…— dice y mira hacia arriba —¿te atreves? — me pregunta y lo miro confundida.
—¿Qué? —
—A lanzarte del zipline o tirolina como la llamaste tú. — propone y en mi vida imagine que el “señor insoportable” me fuera a proponer algo así.
—¿De verdad quiere lanzarse de ahí? — pregunto asustada.
—Lanzarnos, ven, vamos. — me dice tomándome de la mano y sin más opción, voy corriendo a su lado hacia la línea de la atracción.
—Voy a tener que tener más cuidado con las cosas que digo. — comento nerviosa y ríe.
—La próxima parada será lanzarnos de la estratósfera. — bromea.
—¡No me haga eso por favor! — le pido y verlo reír no me da nada de paz.
—Veremos…— comenta y definitivamente ya no sé a qué atenerme con este hombre.