6.Encontrarme

1282 Words
[MATEO] Hace demasiado tiempo que no me sentía tan libre como hoy, el sobrevolar la calle Fremont en la tirolina es algo que en mi vida se me hubiera ocurrido hacer, pero ella me hizo ver esto de otra manera y por una vez olvide quien soy y que es lo que llevo haciendo desde los 18 años, escogí hacer lo que tanto amaba y olvide que lo hacía. —¡Eso estuvo increíble, me encanto! — admito entre risas mientras que terminamos de bajar las escaleras para regresar a la calle principal. De repente, veo que ella se sujeta del pasamanos y no sé qué es lo que sucede —Julieta, ¿estás bien? — pregunto acercándome a ella y cuando la veo a la cara, me doy cuenta de lo pálida que esta —¿te sientes bien? — pregunto preocupado. Ella niega con la cabeza —sufro de vértigo. — responde finalmente y de inmediato me doy cuenta de error garrafal que acabo de cometer con ella. —¡Mierda! ¡¿Por qué no me lo dijiste?! — le reclamo mientras que la tomo suavemente de los brazos y la ayudo a que lleguemos hasta un pequeño banco que hay a un costado de la peatonal. —¿Cómo es que te subes ahí conmigo sufriendo de vértigo? ¿tu quieres que yo sea el culpable de que te de un ataque cardiaco o algo así? — le pregunto un tanto enfadado. —Lo vi tan entusiasmado que no quise arruinarle el momento…— se defiende. «Terca… definitivamente esta mujer es terca…» pienso y en un acto reflejo sujeto su rostro entre mis manos para me mire a los ojos —escúchame, jamás vuelvas a hacer algo que tu no quieras o que te haga mal, ¿entendiste? — le digo y es prácticamente una exigencia —si quieres anótalo en tu Tablet como otra de las reglas. — bromeo robándole una sonrisa. —Lo hare señor Montenegro. — me responde ya un poco mejor. —Mateo, me llamo Mateo. — la corrijo. —Lo hare señor Mateo. — dice esta vez y río. —Prueba tuteándome, creo que ira mejor. — propongo. —Lo intentare, ¿seguimos? — me pregunta y la miro extrañado. —¿Te sientes bien como para continuar? — cuestiono y asiente. —Si ya estoy mejor…— responde y al ver su semblante puedo darme cuenta que lo que me dice es cierto.  —Bueno, en tal caso vayamos a tomar algo para que te termines de recuperar. — propongo. —Dentro de ese hotel hay un buen bar. — indica señalando el hotel “Golden Nugget” y sonrió. —Vamos entonces, ¿puedes caminar o aun te sientes mal? — cuestiono un tanto preocupado. —Estoy bien, solo la pase muy mal. — explica y es inevitable no sentir culpa. Vamos caminando lentamente mientras que la calle a nuestro alrededor se llena más de gente a medida que van pasando los minutos y finalmente entramos al hotel, definitivamente esta zona de Las Vegas es muy diferente a donde me estoy quedando. Los hoteles son antiguos y el lujo no predomina aquí, pero definitivamente tiene otro toque, algo que quizás es difícil encontrar en la zona principal de la ciudad. —es aquí. — indica cuando llegamos a un bar de estilo antiguo, pero muy pintoresco. —¡Juliet! — exclama un hombre y al darme la vuelta veo a un hombre de unos 30 años de cabello rubio y ojos azules —por fin vienes a vernos. — le dice mientras que la abraza y ella ríe. —Fabricio, estuve un poco ocupada, por eso no vine, pero ven… déjame presentarte al señor Mateo Montenegro. — explica mientras la suelta y ella me mira —señor Montenegro, le presente a Fabricio, amigo y bar tender de aquí. — Él por alguna razón me mira extrañado, pero finalmente estrecha mi mano —un gusto. — me dice y vuelve a mirarla —¿tu novio? — le pregunta a ella y de inmediato niega. —¡No! ¡¿Cómo crees?! Es un cliente del hotel. — explica nerviosa —eh… mejor porque no vas y nos traes dos tragos…— sugiere y me mira —¿Qué le gustaría? — me cuestiona. —Me gustaría. — la corrijo —un whiskey en las rocas. — le digo al él. —Enseguida les traigo sus tragos. — sentencia y se da la vuelta. —No te pregunto que querías. — comento. —Él ya lo sabe, pero venga por aquí, hay una vista increíble desde el entrepiso. — me dice y va hacia la escalera que está cerca de nosotros y comienza a subir.   —¿Y tu vértigo? — pregunto confundido a medida que subimos. —Es en juegos como el que subimos o montañas rusas y así… no tengo problema si estoy sentada en un balcón o lugares así. — me responde cuando llegamos al entrepiso. Sonrió ante su particular respuesta y la sigo hasta la mesa que está cerca de la baranda de hierro que hay en el lugar. —muy hermoso. — digo al ver una increíble vista de todo el casino desde aquí. —Lo es, en ningún lugar se pueden ver tantas luces como desde aquí. Todas las máquinas tragamonedas hacen una decoración única. — explica mientras que aparto su silla y me mira un poco confundida. —¿siempre es así de caballero? — cuestiona cuando se sienta y yo voy hacia la otra silla. —Que me tutees…— le recuerdo y ríe —y sí, me acostumbre a ser así… a mi esposa le encantaba que fuera así con ella. — comento y los recuerdos de Nadia son inevitables. —¿Encantaba? ¿Acaso se… te divorciaste? — pregunta corrigiéndose y niego. —Desafortunadamente no… eso hubiera sido mejor, ella falleció en un accidente de tránsito hace cinco años. — me atrevo a confesar y como siempre, la reacción de la gente es igual. —Lo siento mucho…— —Gracias… pero bueno, ¿Qué hay de ti? Por lo que vi allí abajo me confundieron con tu novio. — bromeo. Ella me mira un poco avergonzada —lo siento, Fabricio fue muy imprudente. — se disculpa un poco avergonzada. —¿Eso quiere decir que no tienes novio o sí? — pregunto y no se ni siquiera porque le estoy haciendo esta pregunta. —No, no tengo novio…— se limita a responder y de repente, su mirada se centra en otra cosa. —Aquí están sus bebidas. — escucho a Fabricio y de repente deja mi vaso de whiskey sobre la mesa y frente a ella deja lo que parece ser un limoncello. —Gracias Fabri. — le agradece y él simplemente asiente y luego se va. —¿Limoncello? — cuestiono y sonríe. —Lo sé, es raro, pero me gusta…— explica divertida. Ella bebe un sorbo de su trago y yo hago lo mismo con mi whiskey —¿Cómo es que una persona como tu disfruto tanto lanzándose de la tirolina? — me pregunta haciéndome sonreír. —¿Una persona como yo? — cuestiono. —Sí, un empresario importante, elegante y no se… ¿serio? — dice esto último con dudas. Sonrió ante su descripción y la miro —amaba los deportes extremos…— confieso —si, así como vez este empresario importante era un amante de lanzarse en paracaídas, andar en moto de velocidad y todas esas cosas que la gente llama “peligroso”, pero después la vida y el trabajo me llevaron hacia otro camino. — —Nunca lo hubiera imaginado. — comenta. —Lo sé, nadie lo hace… todos piensan que soy diferente, pero en realidad creo que muy pocas personas me conocen de verdad. — confieso. —Quizás es que no te dejas ver tal y como eres. — dice y sus palabras me sorprenden. —Es un punto interesante. — digo con mucho interés. —Lo siento, fui muy imprudente. — se disculpa. —No… es que es verdad… quizás pueda tomarme este tiempo para ser quien realmente soy y no quien debo ser. — comento y es más una nota mental a mí mismo. —Si es lo que quieres…— dice tímidamente. —Es lo que quiero. — respondo y le sonrió como agradeciéndole por sus palabras. «Quizás esto es lo que necesito, reencontrarme conmigo mismo.»
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