Junto a Enrre bajamos hasta la planta baja dónde encontramos a Emilia llorando y a su lado una Carla que la intentaba consolar. Mi corazón se llena de angustia cuando diviso que el camión ya no estaba, aumentó más cuando Emilia se lanzó a los brazos de Enrre y entre sollozos le dijo que ballo se había ido. Sentí la sangre caer a mis pies y un dolor desesperante invadir mi pecho , puesto que se estaban llevando a mi ballo y no podía perderlo, no iba a dejar que se lo lleven. Por ello sin meditarlo ni pensarlo dos veces salí corriendo de la mansión, empujando de una forma abrupta a Carla quién se encontraba parada en la puerta, fui tras el camión para que devuelvan a mi perro, incluso me deshice de los tacos para correr más rápido. “Deténganse, no se lleven a mi ballo” podía escuchar clara