Agosto 20
Florida y sus altas temperaturas en verano sumado a la gran humedad puede ser intensamente molesta para alguien que no es de aquí, sin embargo, para alguien como yo, que prácticamente vivió toda su vida en el “estado del sol”, ya esto forma parte de su estilo de vida haciendo que las quejas queden a un lado. Los nervios por comenzar mi nuevo trabajo son evidentes ante la manera tan errante en la que respiro e intento relajarme inhalando y exhalando mientras acomodo el cuello de mi camiseta marca Polo color blanca y reviso que mi atuendo sea el adecuado para el ambiente de oficina relajado que me han dicho que hay en esta empresa. Pantalón n***o informal, zapatos casuales haciendo juego y mi reloj favorito. «Llego la hora» pienso y sin mas preámbulos, salgo de mi aun vacía habitación para después salir del departamento, ir a mi auto y emprender camino hacia Natural Concepts, Inc., donde iniciara esta nueva etapa de mi vida.
Tan solo 20 minutos separan el lugar donde vivo del increíble edificio de cristales espejados ubicados en el corazón de Tampa, el garaje subterráneo es el sitio acordado para que los empleados estacionemos y el ascensor que está allí la conexión directa al piso 15 que es donde se encuentran las oficinas de la empresa. Al llegar a ese piso, me encuentro con una imponente recepción con una pantalla bastante grande donde se reproducen imágenes de algunos de los proyectos más importantes que fueron hechos por la empresa.
Me acerco a la recepcionista y leo el pequeño pin que tiene abrochado a su americana y dice “Sandra” —Buenos días señorita Sandra— Digo amablemente y ella levanta su mirada color verde.
—Buenos días, ¿en qué le puedo ayudar? — Me pregunta del mismo modo y sonríe.
—Mi nombre es Gonzalo Franceschini, y hoy es mi primer día de trabajo aquí— Explico.
—¡Ah sí! La señorita Ainara Saldivia me dijo que lo llevara a su nueva oficina cuando llegara— Me informa y de inmediato se pone de pie —Sígame por favor— Me pide y rápidamente sigo sus pasos hasta cruzar una puerta que separa la recepción del resto de la oficina. El largo pasillo tiene pocas puertas y todas están abiertas dejando ver espacios muy amplios que parecieran ser compartidos entre algunos empleados en un concepto abierto —Esta de aquí será su oficia— Me indica Sandra.
—Gracias— Respondo amablemente.
—La señorita Saldivia estará con usted apenas llegue— Me explica y simplemente asiento para después entrar a la oficina una vez que ella se retira.
Mi nueva oficina es amplia, tiene un juego de muebles de madera clara y paredes pintadas en colores tierra dando una sensación de libertad que combina a la perfección con el increíble paisaje de la ciudad que se asoma por los ventanales del edificio. Acomodo mis cosas, me siento en la cómoda silla ubicada detrás del escritorio y enciendo la computadora para así comenzar a familiarizarme con los programas que utilizan aquí, o al menos con los que no he trabajado tanto y también con los actuales proyectos que ya están en el archivo que tiene mi nombre.
Estoy muy concentrado leyendo los detalles de un proyecto cuando gracias a mi visión periférica, me doy cuenta que hay alguien bajo el marco de la puerta que deje abierta a propósito —Buenos días, ¿Gonzalo Franceshini? ¿no? — Me pregunta una mujer bastante joven de cabello n***o que llega un poco más allá de sus hombros, mirada oscura e intensa y un cuerpo escultural que su falda corta y camiseta de tirantes color negra dejan lucir a la perfección a pesar del blazer color blanco que trae puesto.
—Sí, soy yo, puede simplemente decirme Gonzalo, es más fácil— Respondo finalmente y me pongo de pie para acercarme a ella.
—Un gusto, soy Ainara Saldivia— Se presenta y esto tiene que ser una broma.
—Un placer— Respondo y estrecho su mano con un poco más de fuerza de lo debido.
—Igualmente, como te ha indicado Sergio, estarás en mi equipo de trabajo— Me deja saber.
—Será un gusto trabajar con usted, justamente estaba poniéndome al día con los proyectos— Informo con el solo propósito de demostrar que han contratado a la persona correcta.
—Primero que nada, tutéame, aquí nadie se trata de usted, somos una oficina muy relajada y nos gusta que todos estemos cómodos y a gusto con lo que hacemos—
—Lo hare— Respondo de inmediato.
—Y, si me das un momento, iré por una taza de café y vendré por ti para presentarte a todo el equipo y después ponerte al tanto de los proyectos y en cuales necesitas trabajar primero, ¿te parece? — Me propone y aquí estoy yo asintiendo como un tonto.
—Por supuesto— Contesto firmemente y ella se aleja con la intención de salir de la oficina, pero luego voltea a verme.
—¿Quieres un café también? — Me ofrece con amabilidad y sonrió.
—Claro—
—Entonces ven, te mostrare el breakroom que tenemos— Propone y sin dudarlo comienzo a seguir sus pasos. A medida que vamos caminando hacia allí, ella va mostrándome cada parte de la empresa y presentándome a algunos compañeros de trabajo, hasta que de repente, un hombre casi de mi misma altura de cabello castaño claro y ojos café vestido de traje azul, se acerca a nosotros cuando nos cruza en el pasillo.
—Mi amor, buenos días— Le dice él y la saluda con un corto beso en los labios para luego mirarme.
—Buenos días, amor, te presento a Gonzalo Franceschini, el nuevo paisajista de mi equipo— Explica y después me mira a mí —Gonzalo, te presento a Sergio De La Torre, el presidente de la empresa y mi novio— Me dice y con mi mejor cara de “esto no me sorprendió”, estrecho su mano.
—Un gusto— Lo saludo y sonríe.
—Igualmente y mucha suerte, Ainara es una de las mejores paisajistas con la que podrás trabajar, pero es bastante exigente— Me advierte y sonrió.
—Eso está perfecto, hay que serlo para triunfar— Respondo con honestidad.
—Definitivamente, bueno ustedes sigan con lo suyo, yo tengo que darme prisa para preparar una reunión— Nos explica y rápidamente se marcha.
—Bueno, ya conociste a la persona más importante de la empresa— Me dice ella mirándome y sonríe.
—Sí, así es…—
—Mientras vamos por el café, háblame un poco de los proyectos en los que has trabajado y en qué áreas eres mejor así nos podemos organizar adecuadamente, ¿si? — Me pide y con muchísimo gusto comienzo a contarle de los proyectos en los que he trabajado hasta ahora y de lo que era mi empresa. La conversación está siendo muy amena hasta que una mujer viene y le dice que la necesita urgente y mientras que ella se disculpa y se va, un hombre de casi mi misma edad de cabello cobrizo y ojos azules entra al breakroom.
—Hola, soy James—
—Un gusto, Gonzalo— Me presento y nos damos un apretón de manos.
—Bella, ¿no? — Cuestiona y no entiendo de que habla.
—¿Qué? —
—Ainara, es muy bella, ¿no? — Explica.
—Ah sí… la verdad que si— Me limito a responder.
—A todos aquí en la oficina nos encanta, pero es la novia del jefe y si no quieres problemas, mejor ni la mires— Comenta a modo de advertencia y rio.
—No te preocupes, vengo de un divorcio… créeme que no estoy para estar mirando mujeres— Confieso y ríe.
—Estás en tu mejor momento, pero te tomara un corto tiempo saberlo— Sentencia y levanta su taza de café —Bienvenido nuevamente y si me necesitas, mi oficina esta allí— Me dice señalando una puerta y asiento.
—Gracias…—
«¿Por qué la gente cree que después de un divorcio estás en tu mejor momento para volver a intentarlo?» yo realmente pienso que es al revés, estoy intentando recordar cómo es no estar casado y que se supone que debo hacer ahora, pero definitivamente no es nada fácil.