Capítulo 5- La Historia Detrás del Anillo

891 Words
—Te voy a levantar en mis brazos ¿de acuerdo? Verás dos vigas de metal, sujétate de ahí para subir al techo del elevador— Indico y su mirada oscura se clava en la mía. —Traigo falda— Murmura nerviosa y sonrió. —No te preocupes, no mirare ¿si? Tú sube, vamos a poder salir más rápido que si esperamos por los bomberos— Le explico y ella asiente —Deja tu bolso aquí, yo te lo alcanzo después— Le pido y rápidamente ella hace lo que le indico.   Tal y como hemos acordado, ella me deja alzarla en mis brazos y para cumplir con mi parte, volteo mientras que la subo un poco más y ayudándose con sus manos apoyadas en mis hombros, Ainara sube un poco más hasta que consigue llegar a las vigas que le indique y solo la sujeto de las piernas para que termine de subir quedando en el techo del elevador —Las puertas del cuarto piso están abiertas— Me informa desde allí.  —Perfecto, ten tu bolso, con cuidado y solo caminando por las vigas de metal ve hacia la puerta ¿sí? No pises los paneles fuera de las vigas porque te caerás— Le advierto mientras que levanto mi brazo lo más que puedo y le alcanzo sus cosas. —De acuerdo— Responde y escucho sus pasos. Una vez que ella me indica que ya salió, yo salto tal y como solía hacerlo en las clases de crossfit y me subo al techo hasta que me sujeto de las vigas y me trepo hasta poder salir yo también. Al llegar al cuarto piso, la veo a ella sentada en un pequeño sillón que hay allí con algunas personas alrededor preguntándole si se encuentra bien, pero cuando me ve, ella se pone de pie y se acerca a mi —¿Te lastimaste?— Le pregunto mirándola de pies a cabeza y niega. —No ¿tú?—  —Estoy bien— Indico y sonríe. —¿Dónde aprendiste todo eso?— Pregunta entre risas nerviosas.  —Viví en un edificio viejo y el elevador se quedaba trabado de vez en cuando… experiencias de vida— Comento y sin que me lo esperé, ella me abraza con fuerza. —Gracias, me estaba volviendo loca ahí encerrada— Murmura y con un poco de dudas la abrazo. —Todo bien— Respondo algo tímido.  —¡Ainara!— Exclama alguien y al girarnos, vemos a un hombre que se acerca a nosotros —Lamento mucho lo ocurrido, me acabo de enterar— Dice él.  —No se preocupe señor Raysor, afortunadamente mi colega salvo la situación— Habla ella y me mira. —Un hombre inteligente y hábil, buena combinación— Comenta él y ella sonríe. —Y excelente paisajista— Añade ella haciendo que me sienta un tanto incomodo. —No es para tanto, solo busque una solución— Explico.  —Y modesto— Dice él entre risas —¿Por qué no van al bar del hotel y se toman algo como cortesía por las molestias? Yo me encargare que soluciones ese asunto lo antes posible— Nos ofrece y Ainara y yo nos miramos como poniéndonos de acuerdo. —De acuerdo Thomas, te esperamos allí— Responde ella y me mira —Por aquí Gonzalo— Me deja saber y emprende camino por el pasillo —Usaremos la escalera— Bromea. —Claro— Digo entre risas. —Thomas es un hombre increíble, es mucho más que un cliente, es un gran amigo— Me cuenta. —Se nota, me imagino que lo invitaras a tu boda— Comento y me arrepiento de mis palabras apenas salen de mi boca y al darme cuenta de la manera que ella me mira —Lo siento… vi el anillo de compromiso en tu bolso cuando buscaba tu celular— Me justifico avergonzado. —No es mío— Murmura. —¿Qué? Perdón, soy un metiche—  —Lo encontré en el saco de Sergio y pensando que era para mi me ilusione, pero resulta que una noche lo vi saliendo de la oficina, él no sabía que yo todavía estaba ahí… lo seguí y resulta que fue a un restaurante muy elegante y se encontró con su amante, un rubia hermosa sacada de un catalogo de ropa interior. Me acerque lo más que pude a la mesa y escuche como él le pedía matrimonio y ella le dijo que no porque no me había dejado. Él le respondió que me iba a dejar el día de mi cumpleaños, entonces ahí ella le dijo que se lo diera cuando hubiese terminado conmigo— Me cuenta mientras veo como sus ojos se cristalizan.  —Que cabrón…— Es lo único que se me ocurre decir. —En ocho días le tirare este anillo por la cabeza a tu jefe, asique puede que este de muy mal humor ese día, ya te lo aviso— Me cuenta y me la quedo viendo. —¿Te iras de la empresa?— Murmuro. —No lo sé… por ahora estoy aquí y no quiero pensar en mañana, asique sigamos con esto ¿si?— Me pide y supongo que no me queda más que seguir con sus ordenes. —De acuerdo.— 
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