Hentai

3575 Words
Estas imágenes tan claras y realistas fueron muy impactantes para Rachel, esto no se parecía en nada a los mangas Hentai que acostumbraba leer. Sí, eran historias que incluían sexo explícito; pero eran dibujos, una representación al estilo japonés de cómo se ve el sexo. Rachel no le había contado a nadie, ni siquiera a Valeria, su mejor amiga, sobre las largas noches que pasaba masturbándose mientras leía manga hentai. De por sí pajearse leyendo hentai le causaba mucha vergüenza, y era algo que hacía sola, en secreto, sin comentarlo con nadie… y eran puros dibujos, la mayoría en blanco y n***o. Esto estaba a todo color y la concha de esa chica era tan real como la suya. ¿Y si su v****a la traicionaba y comenzaba a humedecerse? Mientras este tipo bombeaba dentro de esa pequeña y húmeda concha, un segundo hombre apareció en pantalla. Éste se puso de pie en el lado opuesto a la cámara, donde la chica tenía su cabeza. Ella, sin esperar invitación, agarró esta segunda v***a y empezó a chuparla. Apenas se pudieron ver sus labios, el resto de su cara quedaba oculto por su largo cabello color miel y el mismo ángulo que había adoptado la cámara. La filmación se centraba más que nada en la concha de la chica y a pesar de que las tres miembros del club intentaron identificar la cara, no pudieron hacerlo. Lo que sí les quedó claro fue que esa chica estaba disfrutando a pleno de dos grandes vergas. Su cabeza se movía tan rápido como la cadera del tipo que la estaba cogiendo. Sus gemidos ahora sonaban ahogados. Toda esta situación le trajo incómodos recuerdos a Valeria. Apenas unos meses atrás ella misma se vio envuelta en una investigación similar. Valeria no acostumbra ver porno en internet, pero una noche su cuerpo comenzó a pedirle a gritos algo de acción, intentó contenerse; pero le resultó imposible. Hizo un pacto con su líbido: buscaría algo de porno para satisfacerla y luego su líbido la dejaría en paz. La casualidad quiso que Valeria terminara dando con un video de una chica que hacía cosplay. Aunque Valeria sospechó que esto no era pura casualidad. Quizás el buscador de internet la traicionó, porque muchas veces ella buscó imágenes de chicas haciendo cosplay, pretendía ayudar a Rachel con ideas para sus diseños. La misma Valeria se vio obligada a modelar para su amiga, más de una vez, vistiendo alguno de esos conjuntos… que por suerte eran bastante discretos. El que no era discreto era el trajecito de gata que estaba usando la chica de aquel video porno que encontró… y lo más impactante fue que esta chica se parecía mucho a Rachel. Sí, estaba super maquillada y usaba una peluca color azul eléctrico; pero aún así, esos grandes ojos y esa delicada boca le recordaron muchísimo a su amiga. Por culpa de ese video Valeria se quedó toda la noche despierta… encontró más porno de esa gatita y uno era más explícito que el otro. Iban desde escenas masturbándose o el uso de dildos, a sexo con vergas reales que terminaban lanzando grandes cantidades de semen en su delicada carita. Incluso vio un video en el que a la gatita le practicaban sexo anal del duro, y ella disfrutaba con la lengua afuera y los ojos en blanco. Luego de largas horas buscando material en internet, pudo dar con la cuenta de Twitter de la gata, allí pudo ver imágenes de la chica sin maquillaje y con su pelo rubio natural. No era Rachel y sin la peluca no se parecía tanto a su amiga. Eso la tranquilizó mucho, no tenía una amiga que se dedicara a filmar porno en secreto. Además descubrir que no era Rachel la hizo sentir menos culpable por todo lo que se masturbó mirando esos videos. Parte de la culpa quedó, ya que Valeria no acostumbra ponerse a jugar con su concha de esa manera, lo cree impropio de una mujer culta e inteligente. Pero aquella noche no pudo evitar dejarse llevar por sus instintos más primitivos y no tuvo problemas en penetrar su concha con un pepino, mientras miraba cómo le rompían el orto a la gatita que, hasta ese momento, ella aún sospechaba que podía ser Rachel. Hasta llegó a decirse a sí misma: “Si esta es Rachel, le tengo que preguntar si disfrutó mucho del sexo anal”. Ese era un tema que siempre le despertó curiosidad, no por hacerlo; pero sí por descubrir si las mujeres realmente lo disfrutaban, o lo hacían por puro teatro. Valeria acostumbra a analizar cada uno de sus actos, para intentar entender por qué hizo las cosas de determinada manera. Sin embargo esa vez prefirió dejar pasar el tema. Llegó a la conclusión de que sus instintos sexuales la traicionaron, llevándola a hacer cosas que no tenían ni la más mínima lógica. Ahora se estaba metiendo en una investigación similar, pero esta vez su amiga Rachel sería una compañera, no la persona a investigar. Aún así se sentía incómoda mirando porno tan explícito junto a otras dos mujeres. Intentó apartar estos pensamientos de su mente y volvió a concentrarse en la pantalla. A la chica del video seguían llenándole la concha de v***a y ella meneaba su cola, como una gata en celo. Después de un rato el tipo que le estaba dando por la concha se apartó. La chica se masturbó durante unos segundos y separó los labios de su v****a usando dos dedos. Cuando hizo esto, apareció en pantalla una tercera v***a, que tomó el lugar de la primera. Se clavó en la concha tan adentro como pudo y empezó a darle con ganas. Los gemidos alcanzaron un nivel insoportable y las tres espectadoras se sintieron sumamente incómodas. Mantuvieron las miradas fijas en la pantalla para no hacer contacto visual entre ellas. El video duró varios minutos en los que se pudo ver cómo los tres tipos se turnaban para coger a esa rubia. Ella los recibía en la concha y siempre tenía una v***a metida en la boca. Hubo varios puntos en el video en el que sus labios aparecieron en pantalla, pero nada más de su rostro llegó a verse. Para Sasha era muy duro tener que ver una vez más este video. La primera vez no lo había visto completo y ahora era consciente de la gran cantidad de tiempo que esos tres tipos disfrutaron de la concha y la boca de esa chica anónima que tanto se parecía a su mejor amiga, Andrea. ¿Y si fuera ella? Pensó, pero inmediatamente apartó esta idea de su cabeza. No, no podía ser ella. Era ridículo. Andrea participaba en cientos de eventos de caridad junto con su madre, defendía fervientemente los valores cristianos inculcados por su familia, y ni siquiera usaba escotes o ropa demasiado ajustada. Una chica como ella sería incapaz de dejarse coger por tres tipos a la vez. Para Sasha el porno era simplemente asqueroso. La habían educado para mantenerse lejos de esa clase de material, no solo por ser obsceno, sino porque distorsiona mucho la realidad. Eso lo comprobó una tarde que nunca podrá olvidar. Se sentó frente a la computadora de su casa, en su familia nunca fueron muy dados a la tecnología, prefieren las actividades al aire libre; la compu está ahí por si sus padres quieren leer las noticias o comprar una nueva bicicleta fija. A veces Sasha la usaba para chequear la web del instituto. En esta ocasión quiso chequear la tabla de posiciones del torneo de voley femenino, tenía amigas del instituto que participaban en la competencia y le gustaba estar al tanto de todas las novedades. Recordó que pocos días atrás había visitado esa web, por lo que la buscó en el historial de navegación… y se llevó una gran sorpresa: alguien estuvo mirando un video porno. Guiada por la curiosidad, Sasha lo reprodujo y quedó impactada. En el video se veía a una rubia muy hermosa, con unas nalgas monumentales, se notaba que hacía ejercicio. La mujer se puso en cuatro y casi al instante recibió una gruesa v***a. Esta imagen sacudió todo el interior de Sasha, no estaba acostumbrada a ver conchas de otras mujeres y mucho menos en actitud s****l, tampoco era habitual ver enormes vergas erectas; pero lo que más la desconcertó fue el agujero que eligió esa v***a para entrar. Se clavó directamente en el culo de la rubia. Se quedó boquiabierta mirando cómo a esa chica le taladraban el orto. No podía creer que una v***a así de gruesa pudiera entrar con tanta facilidad en un agujero tan pequeño. Cuando su cerebro se recuperó del asombro, cerró el video. No quería ser sorprendida por alguien. Se le hizo un nudo en la boca del estómago al llegar a una conclusión: su padre había usado la computadora para mirar porno. Eso le dio asco. No quería, ni por asomo, imaginar a su papá mirando porno. Para colmo la mujer del video, rubia y atlética, se parecía un poco a la madre de Sasha. “¿Estará pensando metérsela por el culo a mamá?”, se preguntó Sasha, llena de indignación. Su madre jamás aceptaría tal cosa. Durante una breve charla sobre sexo, su madre le explicó que una mujer jamás debería rebajarse a ser penetrada por el culo, al fin y al cabo las mujeres tienen v****a. No es que Sasha y su madre conversaran mucho sobre sexo, de hecho no lo hacían casi nunca; pero las pocas charlas que tuvieron al respecto marcaron profundamente a Sasha. Ella también era partidaria de que el sexo anal era denigrante, poco femenino. Desde ese día Sasha comenzó a revisar el historial de búsqueda de la computadora de su casa y de vez en cuando se encontró con que su padre estuvo mirando otro video de sexo anal. Nunca se animó a hablar con él sobre ese tema, al menos para decirle: “Boludo, si mirás porno, al menos borrá el historial, porque tu mujer y tu hija también usan la computadora”. No, lo soportó en silencio y se limitó a borrar el historial cada vez que se topó con material pornográfico. Y ahora estaba junto a dos desconocidas mirando un video sexualmente explícito que le parecía tan irreal como el porno que miraba su padre. ¿Cómo una mujer en su sano juicio se ofrecería para tener sexo con tres tipos a la vez? Sin embargo la chica del video lo estaba haciendo. Uno por uno la penetraron por la concha, y ella los recibió sin chistar. Lo único que podía hacer Sasha era esperar a que ese video finalizara. Uno de los tipos (ya no sabían si se trataba del primero, el segundo o el tercero), acabó dentro de la concha de la joven rubia. Al sacar su v***a pudieron ver cómo esa pequeña concha parecía estallar, dejando escapar grandes cantidades de espeso semen blanco. Luego este río de semen se transformó en apenas un hilo, y ese hilo se convirtió en pequeñas gotitas. Allí fue cuando el video terminó. El silencio seguía siendo el dueño de la sala. Ninguna de las chicas se movió, ni siquiera se sacaron los auriculares. Tuvieron que pasar varios segundos hasta que Valeria decidió quitárselos. Las otras hicieron lo mismo. ―Eso fue mucho más explícito de lo que imaginé ―dijo Rachel, con las mejillas coloradas. Un detalle que, sumado a sus grandes ojos y a su piel pálida, la hacía ver como una muñeca de porcelana. ―Les advertí de que era explícito ―Sasha no quería hacer contacto visual con ninguna de las otras dos chicas. ―Sí, pero me imaginé que sería algo visto desde más lejos… o de costado ―mientras hablaba Rachel retorcía un mechón de su enmarañado pelo de puntas fucsia―. No creí que veríamos todo en un primerísimo primer plano. De por sí no estoy acostumbrada a ver estas cosas… y ver algo así fue como un baldazo de agua fría. ―Más bien diría que fue un baldazo de agua caliente ―dijo Valeria, y al instante se arrepintió de su ocurrencia―. En fin… ¿notaron lo mismo que yo? ―Ninguna respondió―. El video… pensé que sería algo más “amateur”, por decirlo de alguna manera. Algo grabado con un celular, medio desenfocado y con mucho movimiento. A ver, no me malinterpreten. No me paso el día mirando porno; pero… algún video como este vi en mi vida, tampoco vivo en un termo. Y generalmente estos videos suelen estar muy mal grabados. Pero este… se veía perfecto. La cámara no temblaba y tenía una resolución buenísima. ―Demasiado buena ―dijo Rachel―. A la chica se le veían todos los poros de la concha. ―Se arrepintió de haber usado ese término tan soez, pero como nadie dijo nada, prosiguió―. Se notaba cada mínimo detalle. Siento que ya le conozco la concha de memoria… ni siquiera a la mía la vi con tanto detalle. Coincido Valeria: esto no parece un video amateur. Es como si fuera una película porno profesional. Y no, no me la paso mirando películas porno… pero al igual que Valeria, no vivo en un termo. Se nota que esto lo grabó alguien que sabía muy bien lo que hacía. ―Tienen mucha razón ―dijo Sasha―. Se nota que son buenas en lo que hacen, a la primera ya se dieron cuenta de eso. A mí ni siquiera se me ocurrió pensarlo. ―Es cuestión de prestar un poco de atención a los detalles ―dijo Valeria. ―Hablando de detalles ―dijo Rachel―. ¿Notaron los numeritos en la esquina inferior derecha? Decía 5/7. ―La primera vez no los vi ―respondió Sasha―; pero esta vez los noté. Quizás sea la fecha en la que grabaron el video… de ser así, tuvieron que grabarlo el año pasado. Todavía falta para que lleguemos a Julio. ―Quizás no sea una fecha ―dijo Valeria―. Puede que sea el número de video. El quinto, de un total de siete. ―¿Te parece? ―Preguntó Sasha, asombrada―. Espero que no haya otros seis videos como éste… eso sería… ―Es solo una posibilidad muy remota. Lo digo para que lo tengamos en cuenta, nada más. Lo más probable es que se trate de una fecha. ―Entiendo ―dijo Sasha―. No hay que descartar ninguna posibilidad. Dentro de ella se prendió una pequeña chispa de entusiasmo. ¿Será que estaba disfrutando de este trabajo detectivesco? ―¿Qué tanto se parece la chica del video a tu amiga Andrea? ―Preguntó Valeria. ―Mmm… ―A ver ―intervino Rachel―. Imagino que no habrás visto desnuda a tu amiga… ―No, claro que no. ―Sin embargo algo en la contextura física te puede indicar si se parece a ella o no. ―Les confieso algo: la primera vez que vi el video, lo saqué después de unos pocos minutos… me quedé impactada porque la chica se parece mucho a Andrea. Pero… le estuve dando vueltas a eso… a mí me dijeron que era Andrea. Entonces mi cabeza pensó inmediatamente en ella al verla. ―Ajá ―dijo Valeria―. Puede que hayas visto el video condicionada a pensar que se trataba de ella. ―Así es. ―Pero de todas maneras ―continuó Rachel―, sí notaste un gran parecido. Tanto que te hizo interrumpir el video. ―Es que… Andrea me juró que no era ella, y por un instante pensé que mi amiga me había mentido. Pero no se le ve la cara. Debe haber miles de chicas con una contextura física y un color de pelo igual al de Andrea. Y ustedes lo dijeron: parece un video porno profesional. Eso me deja más tranquila. Quizás alguna persona muy mal intencionada se encontró con ese video y empezó a decir que era Andrea. ―Por eso es buena idea rastrear la fuente del video ―dijo Valeria―. ¿Quién sabe? Por ahí descubrimos que es solo una escena de una película porno, y asunto resuelto. ―No tan resuelto ―advirtió Sasha―. Después de eso deberíamos explicarle a todo el mundo que la chica del video no es Andrea, así dejan de acosarla con mensajes. ―Sí, eso es muy cierto ―dijo Rachel―. Pero no nos adelantemos. Ya vimos el video y, por desgracia, lo tendremos que ver más de una vez. Esta no va a ser una investigación fácil. Estoy contenta de que el club ya esté en funcionamiento, pero me hubiera gustado que el primer caso no incluyera tanto… porno. Si de por sí me pongo incómoda viendo sola este tipo de cosas… ―Eso es bueno ―dijo Sasha―. A mí me pasa lo mismo, si me encuentro de casualidad con alguna imagen o video medio subido de tono, me pongo incómoda. ¿A vos te pasa lo mismo, Valeria? ―Sí, y creo que ya sé adónde querés llegar. Si las tres nos sentimos igual de inhibidas al ver esto, entonces las tres estamos haciendo el mismo esfuerzo en la investigación. No deberíamos sentirnos tan avergonzadas. Al fin y al cabo lo hacemos por una buena causa. Intentemos sobrellevar el asunto lo mejor posible. A ninguna le gusta mirar porno; pero no nos queda otra alternativa. ¿Estamos comprometidas con este caso? ―Las otras dos respondieron que sí, al unísono―. Yo también. Colaboremos la una con la otra para que esto sea lo más fácil posible. Y si sienten vergüenza al ver algo en particular, al menos saben que las otras dos se sienten igual. ―Perfecto. Ahora, una de mis partes favoritas en toda investigación ―dijo Rachel, llena de emoción. ―¿Planificar nuestra estrategia? ―Preguntó Valeria. ―No… iba a decir: ¡Improvisemos! ―Levantó los brazos con alegría. Sus grandes tetas rebotaron dentro de la blusa. ―La improvisación solo trae desorganización. Ya te lo expliqué mil veces. ―Pero improvisar nos lleva por caminos insospechados… y creo que es mejor ir resolviendo problemas a medida que se presentan. ―¿Vos qué opinás, Sasha? ―Preguntó Valeria―. Sos la nueva integrante del club. ¿Qué método preferís usar? ¿Planificamos una ruta de investigación o improvisamos y vamos resolviendo problemas a medida que se presenten? ―¡Ay, me van a querer matar! Porque las dos formas me gustan. Me agrada tener un plan, eso me da seguridad; pero también me gusta eso de ir resolviendo problemas cuando se presentan, e improvisar un poquito. ―Y yo que creía que una tercera persona nos ayudaría a poner fin a esta eterna discusión ―dijo Valeria. ―No tengas miedo, Sasha ―dijo Rachel―. No intentes quedar bien con las dos. Al fin y al cabo vos representás la tercera parte del club. Vos también podés proponer ideas. ―Mmm… entonces le propongo una cosa: usemos dos vías de investigación. Una más ordenada y planificada, que puede liderar Valeria. La otra más improvisada, liderada por Rachel. Las tres tenemos que intentar avanzar por cada una de esas rutas. Primero probaremos lo que diga Valeria, y luego vamos a probar lo que diga Rachel. ¿Les parece bien? ―No ―respondieron las dos amigas al unísono. ―Qué lástima, porque ya lo decidí así ―dijo Sasha, sonriendo―. Les advierto que puedo ser muy testaruda cuando se me mete una idea en la cabeza. Las dos amigas intercambiaron miradas y empezaron a reírse. ―Me alegra que hayamos conseguido a una persona con iniciativa propia ―dijo Valeria―. Por un momento pensé que eras de esas chicas calladitas que siempre hacen lo que le dicen los demás. ―Puedo ser calladita ―aseguró Sasha―; pero me gusta tomar mis propias decisiones. ―Perfecto ―dijo Rachel―. Entonces vamos a probar los dos métodos. Como seguramente Valeria necesita tiempo para planificar su “modus operandi”, lo más lógico sería comenzar con la improvisación. ―Tiene sentido. ―Está bien ―Valeria puso los ojos en blanco―. ¿Qué tenemos que hacer, oh, reina del caos? Rachel sonrió y dio palmaditas de puro gusto. ―Lo primero va a ser hablar con Andrea. Me parece lo más adecuado. Preguntemos a la persona que realmente está más afectada con todo este asunto. ―Me gusta la idea ―dijo Sasha―. Desde que se filtró el video, la visité una sola vez. Andrea no quiere hablar con nadie; pero me dijo que si yo quería conversar con ella, podía hacerlo. En ese momento no me animé a hacerle muchas preguntas. ―¿Tendrá algún problema de que la visiten dos desconocidas? ―Preguntó Valeria. ―No lo sé… probablemente no, si es que le cuento con qué intenciones la visitan ustedes. Pero eso no lo vamos a saber hasta que hablemos con ella, así que… vamos para allá. ―Me gusta cómo piensa esta chica ―dijo Rachel. Partieron hacia la casa de Andrea dispuestas a resolver el primer caso del club.
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