La inscripción de Sasha como m*****o oficial del club fue todo un éxito. Sirvió para aplacar el humor de Issa Levitz. La presidente del Centro de Estudiantes les prometió que tendrían unos días más para sumar una cuarta persona al club.
―¡Genial! ―Exclamó Rachel, cuando salieron de la oficina―. Bienvenida, Sasha. Ya sos m*****o oficial del Club. Espero que podamos llevarnos muy bien.
―Yo también lo espero ―dijo Sasha, algo nerviosa. No conocía estas dos chicas y parecían demasiado entusiasmadas con la investigación. Comenzó a preguntarse si había hecho lo correcto al inscribirse.
―Tenemos que buscar una zona neutral para nuestra primera reunión ―dijo Valeria.
―¿No podemos usar el salón del Club? ―Preguntó Sasha.
―Podemos… pero deberíamos acondicionarlo.
―¿Por qué? ¿Qué tiene de malo?
―¿El salón? Nada. Lo malo es el tipo de material que tenemos que analizar.
―Ah… entiendo.
―No lo había pensado ―dijo Rachel―. Pero el salón tiene una ventana grande que da al pasillo. No sería buena idea analizar ese video si todo el que pasa nos puede ver.
Valeria dio media vuelta y caminó de regreso hacia la oficina del Centro de Estudiantes. Golpeó suavemente y cuando le permitieron pasar, entró.
―Hola de nuevo ―saludó a Issa―. Necesitamos cortinas… que sean gruesas y lo suficientemente grandes como para tapar toda la ventana del salón del Club.
―¿Qué? ¿Por qué? No sé si eso está permitido. Esas ventanas están para que los alumnos no hagan… cosas raras dentro de los salones.
―¿De verdad pensás que podemos ser la clase de chicas que haría “cosas raras” dentro del salón?
―No dije eso… ¿para qué quieren las cortinas?
―Para oscurecer el salón ―respondió Valeria, con naturalidad―. Una de las actividades más importantes de nuestro Club consiste en mirar material audiovisual. Series, películas, documentales. Para eso necesitamos crear un ambiente adecuado. Las sillas son super cómodas, me encantan. Y nosotras pensamos instalar un televisor bien grande. Por el tele no hay drama, en mi casa sobra uno que nadie usa. El problema es la claridad que entra del pasillo.
―Ah… ya veo. Tiene sentido. Bueno, les puedo conseguir las cortinas; pero que el salón no esté todo el tiempo cerrado. Solamente cierren las cortinas cuando quieran ver alguna película.
―Entendido ―dijo Valeria.
―Bueno, mañana van a tener las cortinas colocadas.
―Muchas gracias ―dijeron las tres miembros del club, casi al unísono.
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Tal y como Issa prometió, al día siguiente las cortinas ya estaban colocadas en la gran ventana del salón del Club. La familia LeClerc estuvo de acuerdo con donar el televisor para el club de su hija. Los padres de Valeria pagaron la instalación y el traslado de la pantalla. Cuando todo estuvo listo, cerraron las cortinas y dieron inicio a su primera reunión oficial.
―Bien ―dijo Valeria―, antes de hacer cualquier cosa, necesitamos información. Pero solo vamos a aceptar datos que se puedan comprobar. No nos sirve que vos opines que la chica del video no es Andrea.
―Pero… en serio, Andrea sería incapaz de hacer una cosa así.
―Eso lo entendemos ―intervino Rachel, que parecía un poco más seria de lo habitual, a pesar de que seguía vistiendo con colores extravagantes. Hoy era el turno de un verde chillón capaz de avergonzar al Increíble Hulk―. Sin embargo, para hacer una buena investigación sólo podemos confiar en los hechos. No te pongas mal. Si realmente no es Andrea la chica del video, vamos a encontrar la forma de demostrarlo.
―Entiendo.
―Muy bien ―dijo Valeria―. ¿Qué sabemos con exactitud? ―Se quedó mirando a Sasha.
―No mucho. Ayer les conté prácticamente todo lo que sé. Hay un video dando vueltas por el instituto, fue subido a algunas páginas de internet, por lo que tengo entendido; pero sería inútil intentar borrarlo de ahí, porque mucha gente ya tiene el video y se lo pasan unos a otros.
―¿Vos cómo te enteraste del video?
―Me lo pasó una chica que cursa conmigo, se llama Carolina. Y a su vez ella lo consiguió de otra amiga, que lo recibió de otra… y así. Me parece que es un poquito imposible averiguar de dónde partió el video.
―Si alguien de verdad intenta perjudicar a Andrea ―dijo Valeria―, entonces es posible que lo haya enviado a varias personas a la vez… o que directamente lo haya subido a internet.
―Podríamos buscar en las páginas porno a ver qué video tiene la fecha de subida más antigua. ―Sugirió Rachel―. Puede que esa sea la fuente. Y que conste que esto lo digo para demostrar lo comprometida que estoy con el asunto, porque a mí eso de andar mirando páginas porno no me va.
―A mí tampoco ―aseguró Sasha.
―Yo menos ―dijo Valeria―. Sin embargo, con esta investigación tendremos que hacer el esfuerzo. Al fin y al cabo, por eso pedimos las cortinas. Por más que no nos guste, tendremos que mirar el video. ¿Estamos de acuerdo en eso?
―Sí ―dijo Rachel―. Me da mucha vergüenza, especialmente porque a Sasha no la conozco; pero…
―Si te sirve de algo ―dijo Sasha―, a mí me va a dar tanta vergüenza como a vos. Nos vamos a sentir igual.
―Todas nos vamos a sentir así ―agregó Valeria―. Solamente quiero que Sasha tenga en claro que nosotras tenemos que considerar la posibilidad de que la chica del video es Andrea, y si no lo es, lo demostramos.
―Está bien, entiendo.
―¿Trajiste el video?
―Sí, lo tengo guardado en un pen-drive. No me gusta tener estas cosas en el celular.
―Mejor así, yo traje la notebook ―dijo Valeria, sacando su computadora portátil del bolso―. La podemos conectar al televisor y ahí vemos…
―Y yo traje auriculares para todas ―Rachel empezó a sacar una maraña de cables de su mochila―. Cuando los pueda desenredar, les doy uno. Tengo una ficha que permite conectar varios auriculares a una misma salida de audio. Si el video tiene… ruidos extraños… al menos no se va a enterar todo el mundo.
―O podríamos mirarlo en silencio ―sugirió Sasha―. Me resulta muy incómodo escuchar a la gente teniendo sexo.
―Sí que es incómodo ―aseguró Valeria―; pero el audio es tan importante como el video. Quizás alguien dice algo importante, como un nombre.
―Está bien, no lo había pensado. Usaremos los auriculares de Rachel… si es que conseguimos rescatar alguno de ese ovillo de cables.
Rachel estaba muy concentrada, con la lengua asomando por la comisura de sus labios. Luchaba contra el cablerío, como si fuera su más viejo enemigo.
―No se preocupen ―dijo―, ya estoy acostumbrada a estos ovillos. Todo es cuestión de tener paciencia.
Minutos más tarde las tres chicas ya estaban instaladas frente a la gran pantalla del televisor. Las cortinas habían sido cerradas y Rachel lucía sus enormes auriculares color rosa pastel. Valeria y Sasha tenían modelos igual de llamativos y aparatosos, modelos que aún servían pero que Rachel había decidido reemplazar por uno que encontró más novedoso.
―Les advierto que el video empieza fuerte ―dijo Sasha―. Así que prepárense mentalmente. Es muy explícito. Yo solamente vi un poco del comienzo, no pude seguir mirando… pero ahora estoy dispuesta a verlo completo.
―Bien. ¿Están listas? ―Preguntó Valeria.
Las otras dos chicas asintieron con la cabeza, Valeria pulsó una tecla y el video comenzó a reproducirse.
Sasha tenía razón: era explícito y arrancaba fuerte. Lo primero que vieron en pantalla fue un primer plano del culo de una chica, ella estaba en cuatro y completamente desnuda. No se le veía la cara, pero sí se le veía a la perfección toda la concha y el agujero del culo. Su v****a estaba llena de flujos sexuales. Casi de inmediato apareció en pantalla una larga y gruesa v***a erecta, que se enterró en la concha. La chica del video soltó un profundo gemido que hizo vibrar a las investigadoras. Las tres se quedaron rígidas, con los ojos muy abiertos fijos en la pantalla. Más allá de los sonidos que les llegaban a través de los auriculares, la sala estaba en completo silencio.
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