Las tres integrantes del club Veritas Nuda llegaron a la casa de Andrea. Las atendió una mujer de simpática sonrisa y radiante cabello castaño claro.
―Hola, Sasha. ¡Qué bueno verte por acá! ―Saludó efusivamente.
―Hola, Emilia. Vine a ver a Andrea… mejor dicho, vinimos a ver a Andrea. Ellas dos me acompañan. Valeria, Rachel, les presento a Emilia, la madre de Andrea.
―Si no me decías que era la madre, hubiera jurado que era la hermana ―dijo Rachel, abriendo mucho los ojos.
―¡Ay, pero qué chica tan simpática! ―Dijo Emilia, riéndose―. ¿Son compañeras de Andrea?
―No exactamente ―dijo Sasha―. Pero sí van al mismo instituto que nosotras.
Mencionó el instituto porque sabe muy bien que Emilia desconfía mucho de los desconocidos, especialmente si no pertenecen a su grupo religioso. Pero el instituto al que asiste su hija tiene tan buen prestigio y reputación que Emilia tiende a confiar un poco más en la gente que estudia en ese lugar.
―¿Y a qué se debe esta visita? ―Preguntó Emilia, con una radiante sonrisa.
―Ellas quieren ayudar a Andrea con su… problemita.
La sonrisa de Emilia se borró de forma tan repentina que asustó a las chicas.
―Ah… ya veo ―dijo la señora―. Creo que es inútil intentar esconderlo ¿no?
―Es difícil ―Sasha ya había hablado de ese tema con Emilia, y se le hacía muy duro tener que repetirlo―. Mucha gente ya tiene acceso a ese maldito video, y son pocos los que le dan a Andrea el beneficio de la duda.
―Entiendo que se sienta mal, señora ―dijo Valeria―. Yo estaría igual en un caso así. Sasha asegura que la chica del video no es Andrea, y nosotras queremos ayudarla a demostrarlo.
―No es ella ―dijo Emilia―. No puede ser ella. Es imposible. Mi hija sería incapaz de hacer una barbaridad así. Nosotros la criamos de otra manera. Ella… ni siquiera sale a bailar ni nada. No le interesan ese tipo de cosas. Andrea solo se preocupa por ayudar a los demás. Jamás me dijo algo como: “Mamá, quiero salir con chicos”. Tiene su novio, y sé muy bien que con él… em… ambos estaban esperando a la noche de bodas. Es ridículo pensar que Andrea pueda hacer una cosa así… ¡y con tres tipos a la vez! ―Se llevó una mano al pecho. Por su mejilla rodó una lágrima.
―Ay, Emilia… ―Sasha la tomó del brazo―. Te dije que no vieras el video.
―Sí, lo sé… pero no pude evitarlo. Necesitaba estar segura.
―¿Piensa que la chica del video se parece a Andrea?
―Valeria ―dijo Sasha, con tono cortante―. ¿Te parece que es el momento apropiado para hacer esa pregunta?
―Solo intento reunir información. No se olviden que estamos acá para investigar el asunto… y ayudar a Andrea.
―Está bien, chiquita… está bien. ―Emilia secó las lágrimas usando la manga de su blusa―. Si realmente quieren ayudar a mi hija, se los puedo decir. Tengo que admitir que se parece a Andrea. A pesar de que no se le ve la cara en ningún momento… la contextura física y el color de pelo… encajan con Andrea. Pero… yo conozco muy bien a mi hija, somos muy buenas amigas. Ella sería incapaz de hacer una cosa así. Si fuera un solo hombre, ya se me haría muy raro… dos sería una locura absurda; pero… ¿tres? no, simplemente es imposible que Andrea se deje hacer todo eso por tres hombres a la vez, como si fuera la puta del barrio.
―Gracias ―dijo Rachel―. ¿Podemos hablar con Andrea? Creo que en estos casos lo mejor es escuchar lo que la persona afectada tiene para decir.
―Eso es muy cierto ―dijo Sasha―. Si Andrea está de acuerdo… nos gustaría hablar con ella.
―Está bien, pasen. Le va a hacer bien recibir una visita amistosa.
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Rachel pensó que el cuarto de Andrea era el más deprimente que había visto en su vida. Las paredes blancas estaban completamente vacías, no había ni un solo póster, ni un cuadro, nada. Las cortinas y el acolchado de la cama eran de color beige. El piso de parqué perfectamente encerado le recordó a la casa de una de sus abuelas. ¿Cómo una chica de dieciocho años podía tener un piso tan brillante y pulcro en su propio cuarto? ¿Dónde estaban los pedacitos de papas fritas? ¿Las migas de galletitas? ¿Los posters de bandas de rock? ¿Las fotos con amigas? ¿Por qué no había alguna media sucia tirada en un rincón… o un corpiño? ¿Por qué no había nada que tuviera un color vivo y alegre?
Todo estaba tan limpio y prolijo que a Rachel le dio asco. Era como estar dentro un quirófano.
Andrea era la viva imagen de la pureza, tenía puesta una camisa blanca que llegaba hasta el cuello y una pollera negra que pasaba sus rodillas. Rachel pensó que la chica había vuelto recientemente de la iglesia, de otra forma no podía entender cómo una mujer podría llegar a vestirse así por voluntad propia. Quería creer que Andrea no usaba esa ropa todo el tiempo.
―¿Cómo estás, amiga? ―La saludó Sasha, sentándose a su lado en la cama.
―Un poco mejor… pero todo esto apenas empieza. Se va a poner peor. ―Miró a las recién llegadas―. ¿Quiénes son ellas?
―Son dos… amigas. Valeria y Rachel. Ellas quieren ayudarte. Creo que pueden encontrar una forma de demostrar que la chica del video no sos vos.
―¿De verdad?
―No nos adelantemos ―intervino Valeria―. Recién empezamos a entender este asunto, todavía no sé si podremos llegar a alguna conclusión.
―Pero al menos lo vamos a intentar ―agregó Rachel.
―Si no te molesta ―dijo Sasha―, les gustaría hacerte algunas preguntas. Podés confiar en ellas, son buenas chicas y tienen mucho entusiasmo por ayudar.
―Está bien ―Andrea asintió con la cabeza―. Si vos confiás en ellas, entonces yo también. ¿Qué quieren saber?
―¿Vos sos la chica del video? ¿Te cogieron entre tres? ―Preguntó Valeria, sin vueltas.
Andrea y Sasha se quedaron boquiabiertas.
―Lo que Valeria quiere decir ―intervino Rachel―, es que tenemos que hacerte esa pregunta sí o sí, por más básica… y directa que sea. Pero Valeria es menos sutil que un toro con rabia.
Valeria fulminó con la mirada a su amiga, Rachel se limitó a sonreír.
―Para que te sea más fácil ―dijo Sasha―, pensá en las chicas como si fueran policías, o detectives. Ellas de verdad están investigando tu caso. Quieren llegar al fondo de todo esto… y yo las voy a ayudar.
―¿Detectives?
―Sí ―dijo Rachel, con mucho entusiasmo―. Formamos un club dedicado a resolver misterios. Ahora mismo estamos trabajando en tu caso…
―Y yo me uní a ellas ―dijo Sasha, con una simpática sonrisa―. ¿Alguna vez me imaginaste como detective? Porque yo no.
Andrea se rió, aunque no fue una risa muy alegre.
―Sos muy inteligente, Sasha. ¡Claro que podrías ser detective!
―Gracias.
―Todo esto del club me parece de lo más raro; pero si de verdad quieren ayudar, voy a responder todas las preguntas que me hagan. Y mi respuesta a la primera pregunta es: No, yo no soy la chica del video.
―¿Y sabés quién puede ser? ―Preguntó Valeria.
―No, ni idea.
―¿Alguien te habló de este video antes de que se volviera viral? ―Preguntó Rachel.
―Emm… no lo había pensado. No sé exactamente cuándo se volvió viral… pero el primero en decirme algo al respecto fue Tomi, mi novio… o mejor dicho, ex novio. Él está convencido de que la chica del video soy yo.
―Si es así, no te merece como novia ―dijo Sasha―. Me sorprende esa actitud, viniendo de Tomi, pensé que era un buen chico.
―Es un buen chico ―dijo Andrea―; pero también es muy celoso. Si él tiene la más mínima sospecha de que esa chica puedo ser yo… no me sorprende que se ponga así.
―Y cuando tu novio te habló de esto. ¿Te pasó el video… o un link? ―Quiso saber Valeria.
―No, nada. Simplemente me dijo que había un video porno en el que yo aparecía con tres tipos. Me insultó. Insultó a todo mi árbol genealógico y ya no volvió a hablarme. Bloqueó mi número. Intenté comunicarme con él; pero no pude.
―No lo llames, amiga. Es un pelotudo. No vale la pena ―Sasha parecía verdaderamente enojada―. Se suponía que ustedes se iban a casar… si al primer problema que tienen reacciona así, no merece estar a tu lado.
―Sí, tenés razón ―dijo Andrea, agachando la cabeza―. ¿Quieren saber algo más, chicas?
―Por el momento, no ―dijo Valeria―. Antes tenemos que reunir más información. ¿No te molesta si más adelante te hacemos más preguntas?
―No me molesta.
―A mí sí me gustaría pedirte una cosa… aunque no creo que te guste ―dijo Rachel―. Pero podría servirnos para la investigación.
―Si las puedo ayudar en algo, hago lo que sea ―aseguró Andrea.
―Esperá ―dijo Valeria―. Porque a mi amiga se le ocurren ideas muy absurdas. Antes de aceptar, mejor escuchá lo que tiene para decir. ¿Qué tenés en mente, Rachel?
―Em… como bien dije… no te va a gustar. Estaba pensando que podríamos usar algunas fotos tuyas para comparar el video.
―Tengo algunas fotos, si quieren se las paso ahora mismo.
―Este… em… tienen que ser fotos sin ropa.
Las otras tres chicas del cuarto abrieron tanto los ojos que Rachel pensó que se saldrían de sus cuencas y ella tendría que recorrer todo el parqué buscándolos.
―¿Estás loca? ―Dijo Sasha―. ¿Cómo nos va a pasar fotos desnuda?
―Es que… a la chica del video solo se le ve la… la cachucha ―se puso roja al decir esto―. Y Valeria tiene la teoría de que éste podría ser el primer video de entre varios.
―¿Qué? ―Preguntó Andrea, atemorizada―. ¿Va a haber más? ¿Cómo lo saben?
―Tranquila, amiga ―Sasha la rodeó con un brazo―. Es solo una posibilidad muy remota. Hay un par de números en una esquina del video: 5/7. Valeria piensa que eso podría indicar que es el quinto video, de un total de siete.
―O bien podría ser una fecha ―se apresuró a decir Valeria.
―En caso de que haya más videos ―dijo Rachel―, nos vendría bien tener fotos tuyas. Una ventaja es que el video tiene muy buena resolución. Cualquier mínimo detalle que te diferencie con esa chica, va a saltar a la vista. Así sea un pequeño lunar. Si encontramos alguna marca que no coincida con vos, ya tendríamos una prueba de que vos no sos la chica del video.
―¿Y después, qué? ―Preguntó Sasha―. ¿Le mostraríamos a todo el mundo la concha de Andrea para demostrar que no es ella la del video? Me parece una locura.
―Es una locura ―dijo Andrea―. Pero si con eso consiguen demostrar que la chica no soy yo, estoy dispuesta a hacerlo.
―¿Mostrarías la concha en internet? ―Preguntó Sasha, confundida.
―Solo si es el último recurso. Prometanme que, aunque las fotos les sirvan para demostrar que la chica no soy yo, no las van a publicar sin antes haber intentado todo. Absolutamente todo.
―Eso te lo prometo ―dijo Valeria―. Lamento decir que Rachel tiene razón, a nosotras nos vendrían muy bien las fotos, para la investigación. En especial si son de muy buena calidad.
―Tengo una buena cámara ―dijo Andrea.
―Bien. Si aceptás a darnos esas fotos, no solo las vamos a cuidar como si fueran nuestras, sino que antes de usarlas, vamos a agotar hasta el último recurso. Solo serán usadas en público si ya no quedan más alternativas. Ni una sola.
―Gracias. La idea de mostrarme desnuda en internet no me gusta nada; pero si con eso consigo que la gente deje de acosarme, estoy dispuesta a hacerlo. Prefiero que me vean desnuda antes de que circulen los rumores de que me acosté con tres tipos a la vez.
―Entonces… ¿te vas a sacar las fotos? ―Sasha no cabía en su asombro.
―No, amiga… me las vas a sacar vos.