Secuestro

1118 Words
No sé en qué momento me quedé dormida. Me levanto de la cama somnolienta y miro la hora en mi teléfono. Nueve de la noche. Siento que los ojos me pesan, me dificulta parpadear, seguramente por tanto llorar, incluso siento mi cara hinchada. Me imagino lo horrorosa que debo de verme en estos momentos, con un vestido tan lindo, para semejante aspecto. «Cierto. Este vestido era para él». Otra vez me entristece saber que mi relación se acabó por la traición de Lucas. Puedo tratar de ser dura aveces, incluso reprimir mis sentimientos como lo hice en un principio cuando Lucas trató de conquistarme hasta lograrlo, pero en realidad soy muy sensible, y este golpe que me llevé, fue demasiado bajo e inesperado. Salgo de la habitación para buscar algo de comer en la cocina. Necesito hacer, pensar o tal vez inventar hacer otras cosas para no recordar a Lucas. «Nada dura para siempre. La tristeza ni los problemas son la excepción». Cuando reviso la nevera, no hay nada. Mi madre no ha hecho la compra, y claro, es obvio que no cuando papá se gasta todo el dinero. —Por fin despiertas —la voz de mi madre me asusta a mis espaldas —. Ve a conseguir algo de comer. —¿Y papá? —me repongo de la impresión. —Ya sabes, en la casa de juegos —responde fumándose el puro que lleva en su mano —. Anda, toma algo de dinero y consigue algo para comer. —¿A esta hora? Creo que no hay nada abierto por aquí cerca. Vivimos en un conjunto residencial muy peligroso que, cuando llega esta hora, casi todo está cerrado por la delincuencia. No es bueno andar por ahí en las calles cuando pandillas de bastardos que quieren la vida fácil, andan sueltos. —No seas malcriada y obedece —me regaña llevándose el puro a la boca —muévete, no te voy a esperar toda la noche. —Si, mamá... No sigo replicando y tomo un poco de dinero de la mesa, salgo de la casa y lo primero que me azota es un frío infernal. Este vestido es muy lindo, lo compré con mucho esfuerzo para el día de mi cumpleaños, pero en estos momentos me arrepiento de no habérmelo quitado, ahora el frío me cala hasta los huesos. A medida que camino me voy poniendo nerviosa, las calles están solas, hay algunas luces prendidas, pero la soledad que hay es abrumadora. Me abrazo a mí misma al tiempo que camino para darme calor, logro ver una tienda de víveres abierta y la sonrisa en mis labios es de alivio. No quería seguir caminado más con semejante ambiente tan gélido. Pero...¿Que es esta sensación de ser observada?. No lo había notado hasta ahora, pero desde que salí de casa para ir a ver a Lucas a su apartamento, tuve una sensación extraña de ser vigilada, justo como ahora. Miro todo mi alrededor, no hay nada, solo oscuridad. ¿Tal vez estoy sensible por lo que pasó hoy con Lucas?. Sigo avanzando sin darle importancia, llego a la tienda de víveres y por suerte pude llegar a tiempo antes de que cerraran. —¿Que desea, señorita? —me pregunta el tendero. —Quiero algunas pastas instantáneas —le pido observando lo que hay de tomar en la vitrina —y dos jugos de fruta, por favor. Es para lo único que alcanza. Solemos comer esto cuando no tenemos dinero para la comida. Es lo más económico. —Aquí tiene, señorita —me entrega todo en una bolsa, y lo le doy el dinero —que tenga una buena noche. Creo que será de todo, pero menos una buena noche. Tengo la cabeza hecha un lío en estos momentos. Avanzo hasta mis casa nuevamente por estas calles que dan miedo, pero debo decir que también tenía hambre, si no tenía que venir a comprar algo por mi madre, tenía que ser por mí misma. Por una de las dos. El chirrido de un auto a mis espaldas me hace dar un respingón. Las luces de este me ciegan y no logro ver nada por la iluminación. Pongo una mano delante para ver si logro ver algo, pero no veo salir a nadie, el auto solo está estacionado justo delante de mí sin moverse, ni siquiera sé de dónde demonios salió así tan de repente. Pero luego, todo se vuelve oscuro para mí cuando siento un fuerte golpe en la parte trasera de mi cabeza, caigo desplomada en el suelo dejando caer la bolsa con lo que había comprado para mamá y para mí. Mantengo los ojos abiertos, pero lo último que logro ver antes de cerrarlos son los zapatos de la persona que me dio semejante golpe en la cabeza. Luego ya todo es oscuro. *** —¡Mamá, papá! —grito buscándolos en el jardín —¿Donde están? Quiero seguir jugando. No hay nadie, ¿Donde están? Estábamos jugando a la pelota y de pronto desaparecieron. —¿Mamá? ¿Papá? —los busco dentro de la casa —¿Están aquí?. Tampoco los encuentro dentro de la casa. ¿Se estarán escondiendo para que los encuentre?. Salgo a la calle con mi pequeña pelota en la mano para seguir buscándolos. Todo está tan desolado, de solo ver estas calles así, me dan ganas de llorar. ¿Estoy sola de nuevo? ¿Papá y mamá donde están?. —Hija —escucho la voz de mi madre a mis espaldas, sonriente volteo a verla, pero de golpe se me borra la sonrisa —aquí estamos, hija. Ven con nosotros. Estaba mamá y papá sonriéndome, pero no eran ellos, estaban cubiertos de sangre, heridas en sus cuerpos, y con las caras desfiguradas. —¿M-mama? —retrocedo asustada —¿P-papá?. —Mi bella Elia, tenemos que irnos —me dan la espalda, aunque estaba asustada, me aterraba más verlos marchar —adiós, Elia. —¡No! —les grito llorando —¡No se vayan! ¡Mamá, papá! ¡No me dejen sola!. Corro detrás de ellos, pero se esfuman como el humo, como si nunca hubieran estado, como un simple recuerdo. Abro los ojos adolorida y reacciono de mi shock mental. Todo el dolor que sentí en ese sueño fue tan vivido, porque en realidad, sí lo viví cuando mis padres dejaron este mundo siendo yo una niña. «Si...todo fue un sueño. Esa pesadilla de nuevo». Pero...¿Donde estoy? No logro descubrir con la mirada en el lugar donde me encuentro porque está oscuro. Un momento. Mis manos están atadas, y...¿Tengo cadenas? ¿De qué se trata esto?.
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