Se acabó
ADVERTENCIA.
Este tipo de lectura es para lectores tóxicos e insensibles.
Esta novela contiene: violencia, contenido explícito solo para adultos, lenguaje fuerte y vulgar, violaciones, maltrato físico y psicológico. Queda bajo la responsabilidad del lector.
Si te gusta un protagonista perfecto y dulce, esta novela no es para ti. Aquí el villano es el protagonista. La relación es extremadamente tóxica. Se usa la manipulación, la sumisión y el poder.
Reitero, lectura acta para lectores masoquistas y tóxicos.
Disfruta.
Elia
Este, sin duda, es el sentimiento más horrible que se pueda experimentar. Solo escucho el crujir de mi corazón cuando se hace añicos, cada pedacito que cae es una punzada fuerte en mi pecho. Quisiera morir en estos momentos.
—Lucas...Aaahhh —la escucho gemir a ella detrás de esa puerta diciendo el nombre de mi novio. No escucho la voz de él, pero esos sonidos y los gemidos de Leah me parten en mil pedazos.
Llevo una mano a mi boca reprimiendo el sollozo y salgo corriendo de los pasillos.
Había recibido un mensaje de mi novio para que fuera a su apartamento hoy, le había comprado su comida favorita, incluso me puse el vestido de flores que tanto le gusta.
Estaba tan feliz porque recién me habían aceptado en el hospital como enfermera auxiliar y quería compartir la noticia con él. Pero cuando llego a la puerta de su apartamento sin siquiera tomar la perilla, escucho los gemidos que venían de adentro.
Esa era Leah, mi compañera y amiga de la universidad, no éramos tan amigas, pero si unas buenas conocidas.
Jamás en mi vida llegué a imaginarme que Lucas, mi novio de hace un año, me engañaría con ella.
«¿Por qué me dijiste que viniera cuando estabas con otra?».
Realmente no lo entiendo. Sentía que era feliz con él, sentía que él me amaba porque siempre me lo demostraba. Incluso antes de que fuera su novia, estuvo detrás de mí por varios meses porque yo lo rechazaba. Cuando por fin logró conquistarme, me hizo sentir la mujer más amada, incluso planeamos una boda a futuro.
Entonces, ¿Por qué duele tanto? ¿Por qué tuvo que acabarse así?.
Salgo a toda prisa del edificio echando en un contenedor la comida que le había comprado y secando mis lágrimas a medida que estas salen sin parar. Es demasiado dolorosa esta sensación que quisiera arrancarme el corazón del pecho.
Sollozando tomo un taxi para que me lleve de regreso a casa. El señor me mira raro por el espejo retrovisor porque estoy como una magdalena, no paro de llorar. Solo recuerdo esos gemidos y como ella decía su nombre, eso hace que la herida se abra aún más y me lastime.
—Llegamos, señorita —me avisa el conductor. Reacciono y saco un poco de dinero de mi bolso, se lo entrego al señor y bajo del taxi.
Siento que mis ojos me arden, debo de tenerlos hinchados de tanto llorar. Sigue doliendo, sigue la herida, pero ya no tengo lágrimas para derramar. Con el dolor que siento en el corazón es suficiente para hacerme sufrir lentamente.
—¡Te has gastado todo el maldito dinero! —esquivo un zapato cuando entro a casa y encuentro a mis padres peleando por dinero nuevamente —¡Ya no queda ni un solo centavo!.
Cierro la puerta detrás de mí soltando un suspiro. «Definitivamente el universo no está de mi lado hoy». No solo descubro que no novio me engaña, sino que una de tantas veces llego a casa y encuentro a mis padres peleando otra vez por lo mismo, dinero.
—Papá, mamá, ya llegué —les aviso cabizbaja, pero ellos no me prestan atención y siguen que con su más importante discusión como si eso fuera a solucionar la situación económica que nos abarca.
Mi familia es de procedencia humilde. Mi padre es mecánico, mi madre es trabajadora de limpieza en una escuela, y yo el año pasado terminé la universidad, y ahora he conseguido un trabajo de enfermera auxiliar.
Pero el problema de esta familia es el dinero. Mi padre es apostador, todo lo que se gana lo gasta en casas de apuestas, aparte de eso, es bebedor, y no deja nada para los gatos de la casa. Mi madre gana muy poco para sustentar a la familia, así que es muy difícil manejar con esta situación.
Yo logré terminar la universidad con un trabajo de medio tiempo que me daba para pagar, y con eso también ayudaba con algo en casa. Sin embargo, esta familia no progresa, ahora yo soy la única opción de ambos para ganar dinero.
Ellos en realidad no son mis verdaderos padres, fui adoptada a la edad de siete años ya que cuando tenía cinco, mis verdaderos padres murieron en un accidente de tráfico. Me llevaron a un orfanato cuando me quedé sola sin nadie que cuidara de mí. Pero esa pareja no podía tener hijos, así que me llevaron con ellos.
No puedo decir que han sido unos padres amorosos y ejemplares para mí, actualmente tengo veintiuno y no sé qué es una muestra de cariño por parte de ellos. Pero por lo menos me dieron un techo, comida y estudio. Ya no tenía que estar en un orfanato recibiendo maltratos por parte de esas monjas.
Mi vida no ha sido fácil, y mucho menos ahora que me entero de la traición de mi novio que, sin importar por lo que estuviera pasando, era la única persona que en verdad me amaba, o eso pensé hasta hace poco.
«Ahora solo tengo a estas dos personas que se dicen llamar padres».
Subo a mi habitación bastante triste por la poca atención que recibo, ni siquiera puedo pedirles un hombro para llorar, ni un consejo, ni contarles de mi fracaso amoroso, de mis logros consiguiendo un trabajo que nos dará un mejor ingreso. Nada de eso puedo hacer.
«Es como el deseo de tocar el cielo. Tan inalcanzable, y un deseo totalmente unilateral».
Me dejo caer en la cama de espaldas tirando mi bolso en una esquina de la habitación, miro el techo y me pregunto por qué la vida tiene que ser tan dura y tan injusta aveces.
«El dolor punzante no desaparece, me sigue matando».
Cierro mis ojos y una lágrima se escapa. Otra vez no—me digo—otra vez no quiero llorar.
Lucas...me duele tanto como menos se lo pueden imaginar. Ya todo acabó en el momento que escuché esos sonidos, todo acabó en menos de unos segundos. Todo lo que construí...se acabó.