Elia. Estoy en una situación incómoda justo ahora, mirando a la mujer rubia frente a mí que de alguna manera siento que me come con la vista. ¿Estoy viendo mal? Esto se siente extraño. —Espero que tu odio hacia mí haya disminuido —rompe el incómodo silencio entre ambas, tomándose un trago de licor —¿Verdad, Elia?. —Te odié en su momento —enarco una ceja, mirando su porte sensual que ni siquiera se esfuerza en mostrar, simplemente es ella —. De todos modos no es mi culpa que Raymond sea tan tonto e infantil para usar ese tipo de métodos. —Buen punto —me guiña un ojo —. Si yo hubiera estado en tu lugar, ya le hubieses metido un tiro, créeme. —Entonces...Ángela, ¿No? —ella siente —. Raymond me dijo que vivirás aquí. —Temporalmente —aclara —. Tenemos algunos trabajitos pendientes q