When you visit our website, if you give your consent, we will use cookies to allow us to collect data for aggregated statistics to improve our service and remember your choice for future visits. Cookie Policy & Privacy Policy
Dear Reader, we use the permissions associated with cookies to keep our website running smoothly and to provide you with personalized content that better meets your needs and ensure the best reading experience. At any time, you can change your permissions for the cookie settings below.
If you would like to learn more about our Cookie, you can click on Privacy Policy.
Era el quinto día que no comía nada, ni tampoco bebía agua. Los primeros días había bebido agua del grifo, pero comenzó a obsesionarse con la idea de que Kent pudiera contaminar esa agua y envenenarla, o hacerla dormir. Así que optó por no beber nada. Y eso la estaba matando; cada día estaba más débil, sumado a que tampoco dormía, porque tenía miedo de que el hombre aprovechara esa oportunidad. ¡Estaba paranoica! Tenía en sus manos la hoz todo el tiempo. Cuando escuchó que giraron la perilla de la puerta se levantó de inmediato, empuñó la Hoz y liberó el filoso cuchillo, ¡Lista para atacar! Kent ingresó en la habitación con una bandeja con comida como cada día, la puso sobre la mesa y miró el lugar de reojo. —Debes comer, pronto haremos un viaje muy difícil y necesitas tener buena sa