Montserrat despertó algo ida, no reconocía bien donde estaba, al abrir los ojos lo primero que vio fue el rostro de su hermana Fiorella sonriéndole, ella hizo lo mismo que su hermana y se movió un poco incomoda en la cama en la que se encontraba, era raro, pero tenía frio mucho frio, su tención se había bajado demasiado al punto que termino desmayándose, lo frio de su cuerpo era debido a que su flojo de sangre disminuyo y haciendo que su temperatura bajara como si estuviese en Yakutia.
- ¿Cómo te sientes?
Fue lo primero que pregunto a su herma, la verdad era que se habían llevado un susto muy grande, habían retrasado el vuelo a Italia y decidieron pasar otra noche en Turquía para asegurarse que ella estuviera bien. Fiorella tuvo mucho miedo, uno que aún se veía en sus ojos, no le agradaba saber que su hermana estaba enferma menos en un momento como aquel en el que debía estar muy fuerte por las decisiones que había tomado en el pasado.
- Tranquila. Montserrat alargo su mano y tomo la de su hermana, vio el miedo en sus ojos – Estoy bien, solo un poco mareada, pero nada como para quedarme tumbada en esta cama o para morir, tendrás que concientizarte que jamás serás la Regina de Italia.
Ellas siempre bromeaban con aquello, era una forma de hacerle ver a la otra que estaban dispuestas a luchar hasta el final para envejecer juntas y seguir creciendo como lo habían hecho hasta ese momento. El vinculo de las hermanas Angelucci, nadie lo había podido deshacer y nadie tenia suficiente poder como para hacerlo.
- Descansa, sí, no quiero que te suceda nada, has estado sometida a mucho estrés desde que Alexei volvió y tienes que tomar las cosas con tranquilidad él no se va a enterar de nada solo la Famiglia sabe eso y si tu no lo autorizas nadie dirá nada, sabes que nos llevaremos esto a la tumba si así tu lo decides.
- Lo sé, y lo agradezco. Montserrat se incorporo y paso sus manos por su cabello despeinado – Llama a Mauridcio, dile que venga necesito que adelante su viaje a Italia y se asegure que todo este en orden par nuestro regreso.
- Él ya se fue. La Regina la miro con duda, él no se iría y la dejaría en ese estado. Llamaron desde casa, dieron un código rojo, el se fue para asegurarse que todo estuviese en perfectas condiciones.
- ¿Qué?
Montserrat se puso de pie tan rápido que el mareo volvió, se llevo las manos a la cabeza que aún le retumbaba con mucha fuerza, los medicamentos de la intravenosa que tenía puesta hacían su efecto, pero pararse de aquella forma no fue una buena idea para su estado, por lo que tan rápido como se levanto tuvo que volver a sentarse. Fiorella fue a su ayuda de inmediato, el medico había ordenado por lo menos siete horas en reposo continuo para que los medicamentos la ayudaran a regular la tención y que el flujo sanguíneo volviera a su cauce.
- Tienes que calmarte Montserrat.
- ¿Cómo diablos me pides eso?, sabes lo que un código rojo significa en la mansión Fiorella, no me pidas que me calme.
- Te lo pido justo porque el tío fue, y se encargo de toso ambos están muy bien, tranquilos y a salvo, debes guardar la calma, sabes que no permitiríamos que les suceda nada. Suspiro – El código rojo fue porque Alec tenia un poco de fiebre, fue solo eso, pero ya lo vio el medico y solo es un poco de gripe, le dieron medicamentos y estará muy bien.
Montserrat volvió a acostarse en la cama tranquila, no le agradaba no tener las cosas bajo control y si había algo que la sacaba de control era el bienestar de Alec y Dante, y ahora que sabia que su sexto sentido no había mentido, pero que todo estaba bajo completo control podía cumplir con las indicaciones del medico de descansar, no quería comportarse como una completa inmadura rebelde, pero todos sabían la razón por la cual se comportaba de esa forma y exigía tener el control del entorno de quienes la esperaban en Italia.
- Montse, sé que esta discusión la tuvimos hace unos meses, pero ¿No consideras que es mejor si el lo sabe todo?, así ya no tendrías que esconderlos en las sombras.
- Fiorella, como lo dijiste ya discutimos esto y la respuesta sigue siendo la misma. Miro la foto que estaba en su nochero – Se que no estás de acuerdo con lo que decidí, de hecho, sé que ninguno lo esta incluyendo Mauridcio, no le agrada nada de esto, sé que todos preferirían que ellos fueran reconocidos y que accedieran a lo mejor de dos mundos, de los que pertenecen, pero no confió en él, no después de todo lo que sucedió. Volvió a mirar a su hermana – La última vez que confié en él casi me matan y Gabrielle termino en el panteón junto a papá y mamá, no puedo hacerlo parte de sus vidas.
La Principessa entendía eso, sabia cual era el temor de su hermana y era más que razonable, solo las mujeres en su posición conocían lo duro que era tomar la decisión que ella había tomado, por lo que no la indujo más a que cambiara de opinión y la dejo descansar.
Las hermanas se despidieron sin tener la más mínima idea que la conversación que consideraban privada, había sido escuchada por quien ellas tanto temían. Esa tarde antes de salir de la habitación Andrew por órdenes de su Capo dejo un micrófono en la recamara en la que descansaba la Regina, aunque su curiosidad era mucha no esperaba enterarse de nada y aunque lo que entendio fue muy poco, era lo suficiente como para comprender que Montserrat no estaba ocultando un negocio o dinero, era algo mucho más que eso, algo que los unía a ambos.
- Quiero saber todo lo que Montserrat ha estado haciendo en los últimos nueve meses, apenas lleguemos a Italia quiero todo. Miro a Andrew y lo señalo con un dedo – Ten muy presente su historial medico eso es lo que más me interesa, necesito conocer cada cosa que hizo durante cada segundo de este tiempo en el que desapareció de nuestro radar ¿está claro?
El feje de la guardia rusa asintió y salió del sitio, Alexei camino con prisa por toda su habitación deseando salir y reclamarle lo que había escuchado para que se los explicara, necesitaba una explicación con suma urgencia, pero conocía el estado de la Regina no era prudente ir y hacerla tensionarse más de lo que estaba por lo que fue al buro de su cuarto se sirvió un Wiski e intento calmarse. Aunque le alegraban sus sospechas también lo hacían hervir de furia, él iba a casarse con otra mujer y ella ya tenia planificada una boda ¿Cómo podía con tanto descaro guardarse todo y no decirle lo que sucedía?, ¿Cómo osaba intentar suplantarlo con ese imbécil de Pacinelli?, comprendía que no confiara en él, lo entendía aunque le dolía porque se había ganado esa desconfianza, pero ella sabia lo que un heredero significaba para los rusos y ocultar uno merecía una pena igual o peor que la muerte.
La mañana siguiente llego muy pronto, así como llegaron se fueron en dirección al aeropuerto para dirigirse a Italia, pero esta vez todos se fueron por seguridad en el mismo auto, Alexei no pronuncio una sola palabra, todos se sorprendieron por aquello, ya que, aunque no era muy parlanchín esperaban que como antes dijera algo en relación a la boda o incluso a Montserrat, pero no dijo nada, su boca era como una tumba sellada que salió del coche tan pronto como llego al recinto del que despegaría su aeronave privada, detrás de él y a toda prisa ingreso Andrew, quien no había estado durante la jornada para organizar la seguridad lo que alerto a Maximo quien indicó reforzar la seguridad de la residencia principal en la Toscana, llegarían a Palermo, pero no estaba de más blindar la casa en la que permanecía el futuro de la dinastía Lombardi.
- En los últimos nueve meses la señora visito con frecuencia a un medico de apellido Santorini, es un hombre muy reservado el cual mantiene la información de los pacientes casi en el anonimato, no pude saber mucho, pero la señora se realizó muchas ecografías y se le receto una medicación estricta de vitaminas y una dieta muy elevada, con la que le puedo asegurar no mantendría su figura, una vez estemos en Italia visitaremos al medico y sabremos todo mi señor.
Estaba feliz por la efectividad de su hombre, no tranquilo, pero si feliz de que su investigación estuviera tomando un rumbo, uno que con toda seguridad le sariá las repuestas que tanto estaba esperando.
La noche anterior, aunque el no lo supiera, en muchas formas ya le habían afirmado lo que sospechaba, pero se negaba a creerlo por el hecho, de que si era verdad el consejo ruso exigiría la custodia del heredero de los Petrova, harían lo que fuera por recuperarlo y criarlo como los mandamientos del Islam mandaban, pero sobre todo, no quería aceptar la traición, sí, estaba enojada, pero lo que hizo sobrepaso cualquier limite.
“Solo las mujeres en su posición conocían lo duro que era tomar la decisión que ella había tomado”, aquí la Principessa lo había dicho todo, solo le falto decir la palabra mágica que Alexei desea escuchar. Madre.