El saludo por parte de los dos había sido completamente conciso y suficiente para marcar un límite. —¿Está todo bien?— Ella se ve obligada a preguntar. Jay no hacía más que observar y regocijarse por sus adentros de qué estaba utilizando su sudadera. Emma le había hecho caso en algo que era para su propio bien y cuidado. —Si... Yo...— Suspira colocando sus ojos en blanco. La mujer con la que había fantaseado durante toda su vida esta una de sus sudaderas, sabiendo que en ninguna otra circunstancia hubiera podido lograr que la hermana pequeña de sus mejores amigos luciera una de sus prendas, convirtiéndose ahora mismo en su prenda favorita para toda la vida. Pensar en aquello lo obliga levemente a sonreír para sus adentros, no queriendo ser un descarado al reírse delante de ella, evit