Capítulo 3.

1200 Words
Capítulo 3. Habíamos decidido que los chicos llegarían un poco después a la isla para nosotras tener un poco de tiempo entre mujeres, como habíamos quedado la noche anterior, las chicas comenzaron a viajar. Yo, siendo la última que llegaría, aún tenía mucho por hacer en la ciudad, visité a mis padres, les hablé sobre mi viaje, lo que esperaba conocer y las ganas que tenía de ya estar allí. —Cuídate mucho, no hables con extraños y me traes un regalo —pidió mi mamá. —Por supuesto, no tienes que decir nada de eso. Papá, con su temperamento tan serio, simplemente me dio un apretón de manos, un golpe en el hombro y me deseó buena suerte. Llegué al departamento que compartía con una compañera de universidad, desde entonces seguíamos siendo buenas amigas, saqué la maleta del fondo del armario y comencé a hacer mi maleta. —¿Qué no me puede faltar en el viaje? —Un buen libro —respondió ella, Jazmin. Tomando de mi librero un libro al azar y tirándolo dentro de la maleta. —Lo sé, pero llevo mi k****e, me es más sencillo y si se moja no pasa nada.. —Lo que tú digas, pero no se me hace justo reemplazar el papel por un pedazo de pantalla. —Así cuidamos al medio ambiente, y además a veces los libros salen muy baratos —ella hizo una mueca. —Puede que tengas razón pero aún así siempre es bueno poder tocar las hojas y oler su aroma. —No lo niego, pero sabes lo que hago. Si me gusta mucho un eBook, lo compro en físico. —A mi si que me puedes regalar libros en cualquier momento —rodé los ojos sonriendo. —Por supuesto que dirías eso. —Tráeme también un morenazo bien bueno —mordió su labio inferior mirando al techo suspirando. —¿Y lo traigo por pedazos o…? —sentí una palmada en el trasero que me hizo reír fuerte. —No me simpatizas. —Es que pides cosas muy raras, hace poco conocí a un Moreno guapísimo, pero le tira la onda a mi amiga. —Agh, si está bueno, no me importaría ser la otra. —Por supuesto que dirías eso —dije de nuevo, Jazmin río y abrió todos mis cajones. —Bueno, necesitas ropa sexy, vestidos de baño de todo tipo y tamaño, vestidos ligeros para caminar en la playa, vestidos de fiesta, no puede faltar los litros de bloqueador solar, gafas de sol y los condones. —No voy a meterme con nadie desconocido —comenté. —Pues primero lo conoces y después lo haces —sellé mis labios sin saber que responder a eso. Luego de hacer la maleta, seguí revisando exámenes y subiendo las calificaciones a la página de la institución, a algunos les había dañado el verano y a otros los había dejado muy felices, yo por otra parte estaba que saltaba de la felicidad, ya por fin mañana sería mi vuelo e iría a reencontrarme con mis amigas para pasar unas vacaciones inolvidables. El día de mi vuelo llegué muy temprano al aeropuerto, no quería que hubiera ningún error que me hiciera no poder viajar o llegar a una hora diferente del vuelo, tenía todos mis documentos listos en una cartera y solo llevaba una maleta de rueditas color rosa, no quería encartarme mucho porque con los nervios que tenía probablemente se me perdía algo, ya antes me había pasado, así que para este viaje tenía todo muy bien calculado. Mi pasaporte y documento de identidad los tenía metidos en la misma cartera en la que estaba el tiquete de avión, la había revisado como ochenta veces, todo estaba en orden rumbo para partir; pasé por la casilla de vuelos para hacer mi checkeo, pasé a la sala de abordaje y esperé en la fila de entrada que me indicaran a que puerta de embarque debía ir. La fila estaba muy larga pero al menos aún tenía tiempo y el avión no me dejaría. Saqué de nuevo el tiquete de avión para poder abordar junto con el pasaporte, mientras esperaba en la fila recibí una llamada de una de mis amigas confirmando que ya había recorrido un poco el hotel, me morí de envidia, pero a la vez de felicidad, pronto estaría allí. Mientras estaba hablando con mi amiga, una chica chocó conmigo y como estaba distraída se me cayó el tiquete de avión, ella muy amable me lo recogió y entregó, le agradecí con una sonrisa y seguí esperando mi turno. —¿Sofía? — preguntó la mujer mientras leía el tiquete de avión y mi pasaporte. —Así es. —Puerta número 8. Bienvenida a bordo, que tenga un buen viaje. —Gracias. Tomé todas mis pertenencias y busqué rápidamente la puerta de embarque que me había dicho la mujer, cuando entré una de las azafatas me llevó a mi asiento, siempre pedía el lado de la ventana porque era el que más me gustaba. Durante el viaje tomé algunas fotos al cielo y también me hice unas cuantas selfies, mi sonrisa era gigante y casi no cabía en mi cara, estaba demasiado emocionada de por fin ir a disfrutar de unas muy merecidas vacaciones. El vuelo fue muy rápido y al llegar a Bogotá, porque mi vuelo tenía escala en aquella ciudad, nadie me avisó de que hacía frío ¡Parecía un congelador! Y yo solo estaba preparada para el sol, no traía conmigo ropa abrigada, mi maleta estaba llena de vestidos, croptops y shores, no se me había ocurrido que en algún lugar podía hacer frio. Cualquier persona normal llevaría una chaqueta, pero al parecer yo no era normal. Lo peor de todo eran los precios tan altos que había dentro del aeropuerto, las chaquetas costaban muchísimo y no sabía si valía la pena comprarme uno o aguantar el frio, pero cuando comenzó a llover y el aeropuerto se puso aún más frio entre a la primera tienda de ropa y compré la primera chaqueta que vi. Como estaba lloviendo los vuelos se retrasaron un poco, la aerolínea nos dio un pequeño refrigerio como compensatorio y agradecí mucho el café caliente, era perfecto para el frio que hacía, hora y media después ya podíamos embarcar. —Por favor tengan cuidado al caminar, están haciendo unas remodelaciones —comentaba un hombre a cada persona que iba pasando. —Puerta número 9, que tenga un buen viaje — agradecí a la mujer y busqué la puerta número 9. Habían unos hombres reparando un pedazo de muro, justo al lado de una puerta y pude ver con alegría como en el suelo había un rótulo con el número 9, me apresuré a seguir a las personas que iban entrando por esa puerta, me acomodé en el número de asiento que decía mi tiquete y esperé a que el vuelo arrancara. Se me hizo un poco extraño que el avión fuera casi desocupado, de hecho yo era la única pasajera en toda mi fila, pero no le di importancia, prendí la pantalla frente a mí, puse una película y me puse los audífonos, San Andrés allí voy
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