Matías siguió el rastro de energía que dejaban sus amigos por el largo camino del bosque, al ya tener más segura la vía que los jóvenes siguieron, comenzó a correr a gran velocidad.
—¡Oigan! —gritó cuando los vio a la vista—, ¡esperen!
Avis y sus compañeros voltearon a mirar al escuchar gritos y vieron una silueta pequeña que se veía lejos, pero, poco a poco comenzó a volverse grande.
—Es… —balbuceó Jason—, parece la voz de Matías.
Los ojos de Mary se abrieron en gran manera al ver que sí se trataba de Matías.
—No parece, es Matías, ¡es Matías! —soltó ella asustada.
—¡Corran, corran! —gritó Avis.
Los jóvenes comenzaron a correr como si no hubiera un mañana. Saltaron rocas, esquivaron árboles y sus gritos por el miedo que los recorría se comenzó a escuchar a los alrededores. Sin embargo, Matías corría a una gran velocidad y los alcanzó en cuestión de minutos.
—¡¿Por qué huyen de mí?! —gritó Matías cuando los alcanzó y sus amigos trataban de escapar de él.
En un momento Matías tomó el brazo de Mary y la hizo detenerse, obligando así a que los otros voltearan a ver.
—¡Mary! —gritó Avis deteniéndose en seco.
—¡Suéltame! —gritó desesperada Mary comenzando a forcejear con el muchacho.
—¡¿Qué les sucede?!, ¿por qué de un momento a otro huyen de mí? —inquirió Matías.
—Por favor, déjala libre, Matías —pidió Jason.
Matías recorrió con la mirada a los jóvenes bastante confundido, después observó con detenimiento el rostro de Avis.
—Entiendo, huyen de mí porque saben que no soy humano —soltó el joven, inclinó la mirada hasta el agarre que tenía en el brazo de Mary.
Matías soltó a la chica con un rostro triste.
—Yo nunca les haría daño, ¿y saben por qué? —hizo silencio mientras los jóvenes lo miraban fijamente—, porque son mis amigos.
—Nosotros no le importamos a ustedes —gruñó Avis.
—¡Pero ustedes sí me importan! ¡Son mis amigos! —alegó Matías enfadado.
—¡Ustedes quieren matarnos!, ¡corremos peligro a su lado! —replicó Avis.
—¿Crees que yo dejaría que les hicieran daño? —Matías se veía ofendido—, Avis, parece como si no me conocieras, pensaba que confiabas en mí.
—En el fin del mundo no se puede confiar en nadie —dijo la joven.
Matías abrió sus labios sin soltar ninguna palabra, por más que miraba a profundidad a sus amigos, parecía que estaba frente a extraños.
—Avis, Mary, somos amigos desde hace años, hemos estudiado juntos, fuimos a paseos, ¡hemos dormido en el mismo cuarto después de las locas fiesta que planeamos con amigos! —estiró una mano hacia Jason—. Nuestros padres eran amigos de la infancia, crecimos juntos, ¡¿cómo rayos vas a creer que te haría daño?! —llevó las manos a su cabeza con desespero—, ¡yo mataría por ustedes, sacrificaría mi vida por salvarlos!
Los ojos de Mary comenzaron a llenarse de lágrimas y llevó una mano a su boca para intentar retener el llanto. Mientras, Jason bajó la mirada hasta sus pies y reparó sus botas llenas de lodo y pedazos de hojas incrustadas en el barro seco.
—Yo no soy su enemigo —agregó Matías.
En aquel momento se escuchó un trueno al fondo que los obligó a reparar su alrededor.
—Chicos, es peligroso que caminen por aquí, hay Oscuros recorriendo la zona y no falta mucho para que comiencen a atacar —advirtió Matías.
Mary y Jason vieron a Avis a la espera de una orden de ella. La joven, bastante confundida al no saber qué hacer, llevó una mano a su cabeza y rascó con sus uñas el cuero cabelludo.
—Avis —Matías se acercó a ella y la miró fijamente—, recuerda que somos amigos, aunque estemos en el maldito fin del mundo, nunca te dejaría sola, nunca en mi vida pensaría en hacerte daño o dejar que te hagan daño. Por favor, sabes que más que mi amiga, ¡eres mi hermana!
—Matías, yo… —trató de hablar la joven con los ojos llenos de lágrimas.
—Avis, por favor, confía en mí. No debes enfrentar esto sola, por favor —insistió el muchacho y la tomó de las manos—. Vamos, por favor, somos un grupo, un equipo, ¡una maldita familia de locos! —mostró una sonrisa un tanto emocionada.
Avis, de un impulso, se abalanzó hacia el cuello de Matías y lo rodeó con sus brazos para así abrazarlo fuertemente.
—¡Perdón, lo siento, lo siento! —soltó la joven—, perdóname por desconfiar de ti, Mati, lo siento mucho. Es que estoy desesperada, no sé qué rayos hacer, me siento muy sola, mi familia murió y todo esto es demasiado difícil para mí.
—Tranquila, mi pecosa, tranquila, te entiendo perfectamente. Tranquila, no estás sola, estás con nosotros, tranquila —consoló Matías.
Pasó una hora en la que los jóvenes habían emprendido la marcha rumbo a la base de la cual antes habían escapado. En todo el camino Matías les contaba su historia a sus amigos, la verdadera que estaba detrás de ese rostro que intentaba verse como un simple humano.
—Jason, ¿recuerdas que, cuando nos graduamos de la primaria te dije que me iría a estudiar por fuera? —inquirió el muchacho.
—Sí, —respondió Jason— ¿eso era mentira?
—Bueno, en parte sí —explicó el joven—. Me fui a estudiar a una academia llamada “Escritores del destino”, allí se entrenan los extraterrestres nacidos en este planeta. Los hacen creer que son humanos, ellos juran que lo son, de esa manera, los gobiernos crean armas de guerra que ayudan a mantener un perfecto orden en el mundo. Pasé muchos años de mi vida creyendo que solo era un humano con dotes especiales y, al graduarme de la academia, me dijeron que podría ir a la universidad y tener una vida común y corriente, aunque, al ya ser un profesional, debía volver a trabajar para la academia.
—¿Cuándo te enteraste que eras extraterrestre? —inquirió Avis.
—Hace dos meses —la voz de Matías se tornó triste—. Me llegó una carta de la academia donde informaba que todos sus estudiantes habían finalizado su preparación y ahora debían viajar a un mundo llamado “Nordico”, era la primera vez que oía hablar de él. Es un mundo que está a millones de años luz, pero, tiene una gran tecnología avanzada que supera a la nuestra de manera descomunal y es cuestión de días para poder llegar a su mundo.
Todos estaban muy concentrados en la historia de Matías y quedaron inquietos al ver que dejó su relato a medias.
—¡¿Y qué pasó?! —preguntó Mary desesperada.
—Me pareció muy extraño. La academia nunca enviaba cartas, es muy peligroso hacerlo, porque la información fácilmente podría caer en manos enemigas. Ellos siempre utilizan padrinos (te asignan uno desde que entras a estudiar) y esa carta… Era muy extraña, demasiado. Así que decidí investigar qué estaba pasando y fue cuando llegué a la oficina de mi padre a la hora de su almuerzo y lo obligué a contarme toda la verdad.
—¿Por qué tu padre? —inquirió Jason.
—Él ha trabajado para la academia de escritores desde toda su vida, tiene un rango bastante superior —explicó Matías—. Él desde que me vio tornó su rostro bastante triste y accedió a contarme todo. Me hizo sentar frente a él y me explicó que desde hace años se había creado el proyecto 0151. Allí la gran mayoría de las naciones accedió a apoyar un experimento muy ambicioso, con el cual se obtendrían mayores recursos naturales para la creación de una nueva tecnología que pondría a la disposición de la humanidad la energía de nuestro planeta, y, más adelante la posibilidad de también aprovechar la de nuestro sol. De esta manera crearíamos naves espaciales que viajaran a una velocidad mayor a la de la luz, ¡¿se imaginan?!
—¡Matías, eso es imposible por donde lo mires! —refutó Mary.
—¡No, no lo es! ¡Se comprobó que sí había una posibilidad y por medio de este experimento se demostraría que el humano lo haría, realmente era seguro! —soltó Matías con mucha convicción—. Los nórdicos trabajaron con el humano por años, años de estudio de nuestra naturaleza, la esencia con la cual estamos compuestos y todo daba luz verde para poder avanzar hacia el futuro.
—Entonces, ¿qué salió mal? —preguntó Jason.
—El día en que todos los representantes del proyecto 0151 de reunieron para ver su creación, algo salió mal, solo por un pequeño fallo, un insignificante fallo… —la voz de Matías se quebró— todo… colapsó.
—Pero, ¡¿cuál fue ese fallo?! —indagó Avis.
—Verán… —Matías quedó un tanto pensante—, para poder poner en marcha esta nueva tecnología, se necesitaba una cosa, algo que en un principio se creyó inofensivo. Se trataba de una energía que se le debía inyectar al núcleo de nuestro planeta, esto se trataba de la energía Nórdica, es muy parecida a la nuestra —el joven tragó seco—. Se debían fusionar. Todos los experimentos habían salido perfectos, y no se veían signos de alguna anomalía, nada… Pero, ese día, al… intentar fusionar nuestro núcleo con la energía Nórdica, todo salió mal.
—¿Por qué? —preguntó Mary.
—No se fusionaron. Y sucedió algo que nos trajo como consecuencia todo lo que estamos padeciendo. Verán, el núcleo de nuestro planeta al hacer contacto con aquella energía, comenzó a crear un ser nunca antes visto, esos son los que ahora llaman Oscuros. Al ser procreados en el núcleo de nuestro planeta, se creó una gran inestabilidad y nadie sabe cómo resolver este problema. La única conclusión a la que llegan es que este planeta poco a poco morirá y… no tenemos ninguna salida —terminó de contar Matías.
Avis abrió su boca de la impresión mientras caminaba por aquel bosque escuchando aquel relato. No podía terminar de creer aquel hecho, la había impactado como nunca antes algo lo hizo.
—Pero, ¿y los extraterrestres? ¿Ellos no nos pueden ayudar? —preguntó.
—Avis, el problema de nuestro planeta es muy grave. —explicó Matías— Destruyeron un mundo completo, aquí todos tratan de no cargar con la responsabilidad. Es por esa misma razón que los gobiernos entraron en guerra y los extraterrestres sólo decidieron llevar su r**a a sus mundos y listo, se olvidarán del tema, dicen que los humanos son los culpables, es su mundo, que ellos resuelvan el problema.
—Pero, ellos fueron los que trajeron aquella energía, estuvieron aquí todo el tiempo, ¡tú lo acabas de explicar! —replicó Avis.
—Sí, pero, entiende, ¿cómo te sentirías si te dijeran que por ti miles de millones de vidas morirán? —cuestionó Matías—. No sólo son los humanos, son todos los seres vivos que están muriendo a cada segundo que pasa en este mundo.
—Se supone que los extraterrestres están muy avanzados, ¿no? —dijo Mary— así como pueden crear tecnologías que desafíen las teorías con las que hemos vivido por años, podrían ayudarnos a resolver este problema.
—Pero no quieren hacerlo —respondió Matías.
—¡¿Por qué?! —se exaltó Avis.
El grupo se detuvo al sentir que las energías no eran muy buenas en el ambiente y se miraron fijamente mientras esperan una respuesta acertada.
—Porque no es su mundo, tampoco su r**a y mucho menos tienen algo que ganar de ello —explicó Matías con tono bastante serio.
Aquello fue como un golpe en el estómago de Avis que le produjo muchas ganas de vomitar.
La mandíbula de Avis comenzó a temblar mientras sus ojos se llenaban de lágrimas rabiosas. Tanta era su ira que se produjo un fuerte malestar en todo su cuerpo.
—Claro, como todo salió mal, ¿qué podrán ganar de nuestro planeta? —agregó Mary cabizbaja.
—Lamentablemente, todo terminó así, y parece que sólo empeoraremos más y más —explicó Matías, aunque, notó que no estaba ayudando mucho—. Pero… ustedes podrán vivir, al ser mis amigos, puedo protegerlos y se irán conmigo a Nordico.
Aquella idea sólo empeoró el malestar de Avis y la obligó a vomitar del repudio.
—¡Avis, ¿qué tienes?! —gritó Mary asustada.
Avis prefería morir en su mundo antes que ser cobarde e ir a vivir en el planeta de los seres que le dieron la espalda a su r**a cuando más lo necesitó.
Al llegar a la base, los jóvenes notaron que estaba a punto de caer una gran lluvia y para esos días era muy peligroso dejar que cayera aquella agua en sus cuerpos por todos los químicos y bacterias que había en el ambiente.
Corrieron rumbo hacia el edificio donde se estaban quedando y Matías les pidió que no salieran de sus habitaciones hasta que él se los ordenara. Debía hablar con su padre acerca de su situación para así darles refugio como humanos protegidos.
—¿Piensas irte con ellos? —preguntó Avis a Mary.
La mirada de Avis se clavó en su amiga con mucha intensidad, quería que le respondiera que no, que prefería sacrificarse siendo leal a su r**a, aunque, sabía que Mary no era ese tipo de persona.
Mary se acomodó a medio lado en su cama para así poder ver fijamente a Avis.
—Bueno, no lo sé —respondió la joven—. Es una oportunidad de vida que nos están dando, pero, imagínate, estamos hablando de un planeta totalmente diferente al nuestro, es la primera vez que oigo hablar de él.
—Además, recuerda que es una r**a a la que no le agradamos. Seguramente nos tratarán muy mal si nos vamos a vivir a su mundo —dijo Avis mientras se sentaba en la cama cruzada de piernas.
—Pero, si nos quedamos vamos a morir.
—¿Y? En algún momento vamos a morir. Yo prefiero hacerlo en mi mundo que en un lugar lejos de mi hogar después de haber tenido una vida miserable —opinó Avis.
Aquello pareció no gustarle a Mary, al contrario, su rostro demostró lo aterrado que quedó después de las palabras de su amiga.
—Estoy cansada, dormiré —informó Mary y se volteó para darle la espalda a su amiga.
Avis frotó su rostro con las palmas de sus manos, aquel estrés terminaría matándola antes de tiempo.
Dejó caer su espalda al colchón de la cama y clavó su mirada en el techo blanco y liso. Lentamente sus lágrimas comenzaron a emerger mientras su cerebro estaba trabajando a millón intentando entender todo lo que estaba sucediendo en su vida.
Lentamente sus ojos comenzaron a cerrarse y el sueño la atrapó sin darse cuenta.
Avis volvió a encontrarse en aquella colina rocosa frente al mar donde estaba aquel columpio celestial suspendido desde el cielo lleno de mundos coloridos.
Aunque, la joven no se sentía a gusto allí, prefería soñar con su planeta, ese que una vez la vio nacer, disfrutar de cada pequeño momento de su vida.
Caminó lentamente hasta donde se encontraba el columpio y se sentó en él para así apreciar el horizonte nubloso del mar.
Avis respiró profundo con un poco de nerviosismo al sentir cada vez más cercana una energía que sabía bien a quién le pertenecía.
—Por favor, no te acerques —musitó Avis.
La joven cerró con fuerza sus ojos para así intentar despertarse de aquel sueño, aunque, al abrirlos, notó que seguía en el sueño y Axon se encontraba frente a ella.
—Avis, ¿por qué…? —trató de hablar el joven.
—No quiero volver a verte, ni a ti y mucho menos a estos mundos —dijo Avis con tono muy serio.
El rostro de Axon permaneció neutral, aunque, sus ojos demostraban la profunda tristeza que lo comenzaba a invadir.
Avis se levantó del columpio y lo miró fijamente intentando mostrarse fuerte.
—Te detesto, así como a toda tu maldita r**a. Tú y todos ellos son los culpables de todas las desgracias que está viviendo mi mundo —gruñó Avis.
—Avis, estás equivocada, yo no pertenezco a la r**a Nórdica —aclaró Axon con tono suave—. Mi mundo nunca estuvo en el experimento 0151.
Avis comenzó a negar con su cabeza y después empuñó con fuerza sus manos.
—Aun así, ustedes tampoco consideran a nuestra r**a como importantes, ignoran todo lo que nos está sucediendo. ¿Es que no se dan cuenta? Todos somos seres vivos. Pero claro, sólo les importa su r**a —dijo la joven—. Para ti únicamente soy una interferencia en tu mente que debes eliminar, nunca me has considerado una persona como tú.
Axon entreabrió sus labios mientras la veía fijamente, como si meditara sobre algo que intentaba entender.
—Eso no es cierto. Avis, desde que te conocí te he considerado una persona, porque lo eres. Aunque seamos de razas diferentes, mereces que yo te respete y te dé tu lugar —explicó Axon—. Te has convertido en un ser muy especial para mí, he creado sentimientos hacia ti por todo el tiempo que hemos pasado juntos. Mi intención es ayudarte al llegar a tu planeta, no es de mi importancia lo que piense mi r**a porque nuestros lazos están por encima de sus órdenes.
Los ojos de Avis comenzaron a llenarse de lágrimas que intentó retener, pero se le hizo imposible. Tuvo que inclinar la mirada para que así el joven no se diera cuenta de su llanto.
Axon sabía que los humanos tienen una esencia que los hace muy vulnerables a un sentimiento desagradable que los puede enfermar fácilmente si los retienen y en casos extremos hacerlos morir. Era por esta misma razón que no se opuso al llanto de Avis y decidió abrazarla para que así el contacto físico despertara en ella confianza y dejara salir aquel malestar que guardaba en su interior.
Avis aceptó abiertamente el que Axon la consolara, de hecho, eso era lo que necesitaba en aquel momento. Le sorprendía que aquel joven demostrara ese tipo de afecto, por lo regular era alguien muy inexpresivo y parecía incomodarle esas cosas.
Avis dejó salir el llanto con todas sus fuerzas mientras abrazaba a Axon. Sintió que necesitaba descargar todo lo que tenía en su interior ya que se encontraba con la persona indicada que podría consolarla como era debido. No entendía aquel sentimiento, pero, dentro de su ser se creaba un gran alivio con el pasar de los minutos y pronto su llanto cesó haciendo que su alma encontrara paz.
—Siempre estaré a tu lado, no importa cuántas galaxias nos separen, en mí siempre podrás encontrar un refugio —susurró Axon al oído de Avis.
La joven comenzó a despertar sintiendo su cuerpo muy relajado, aunque, sus mejillas estaban húmedas y su nariz atorada por las flemas que retenía.
Avis se sentó en la cama tratando de analizar lo que había sucedido, una razón lógica para aquel sueño. Había encontrado consuelo en un extraterrestre, esos mismos que no le daban importancia a su r**a y que sólo pensaban en salvar a los suyos, uno de esos extraterrestres le había dado un espacio en su vida para consolarla y apoyarla.
La vida a veces te da sorpresas en el momento menos esperado.