El fin de semana siguiente sucedió el momento que más le preocupaba a Liam: el primer juego de la temporada. Él practicó muchísimo con los chicos, pero sentía que no estaba listo para afrontar tal grado de dificultad. No solo hablaban de que debían tener un gran comienzo de temporada, sino que Liam, por ser el último que llegó, le tocaría la responsabilidad de ser el suplente si alguno enfermaba o se lesionaba en el campo. Era una enorme responsabilidad que colindaba con su miedo a arruinarlo todo. Jason fue lo bastante paciente para enseñarle todo lo que necesitaba saber, y apenas rasgaba la tapa de la caja. Eran tantas jugadas, la resistencia física y la agilidad, que Liam no contaba con algunas de esas cosas y la presión solo aumentaba el terror.
Ava estuvo a su lado en cada práctica.
