El viernes cuando las clases terminaron, los chicos se quedaron en la escuela para el juego. Liam no podía creer lo que sucedía. Estaba nervioso y solo esperaba que todo el equipo estuviera listo y completo una vez que Jason los reuniera. Practicaron mucho, y poco tiempo antes de que las personas comenzaran a llegar, Jason los hizo correr para calentar. Jason odiaba cuando perdían el primer juego, y era importante para él como el entrenador en ese momento. Todas las decisiones de ese juego caerían sobre él, así que debía desligarse de ser solo un jugador más. Era la autoridad; una que debía regir a su equipo con mano dura para poder ganar. —¿Preparado, Cox? —le preguntó a Liam. —No. Jason terminaba de colocarse su equipo, cuando se elevó y colocó una mano en el hombro de Liam. Era un j