CAPÍTULO NUEVE
Mackenzie le dejó pasar, todavía sin entender lo que Ellington estaba haciendo allí. Tampoco tenía ni idea de por qué razón no podía utilizar la parte lógica de su mente y correr al baño a ponerse algo de ropa.
No deberías permitir que este hombre te pusiera tan nerviosa, pensó para sí misma.
Eso era cierto, aunque no podía negar que verle le ponía más contenta de lo que debería. Se sentía jubilosa de verle—con un júbilo que crecía más que la confusión del momento a cada segundo.
“McGrath me pidió que viniera poco después de recibir el mensaje sobre la madre de Harrison y su regreso a Quantico,” explicó Ellington.
“Y no es que perdiera un minuto para hacerlo, ¿verdad?”
“No. Y antes de que nos adentremos más en esto, necesito señalar que, dado nuestro pasado, me sentirí
