CAPÍTULO DIEZ Mackenzie recorrió lentamente la casa en la que había pasado su infancia. Su madre estaba dormida en el sofá. Se detuvo y la miró un momento. Era su madre como prefería recordarla, en aquella época en la que todavía conservaba parte de su belleza y probablemente seguía apegada a los sueños que tenía para su vida que nunca acabarían por hacerse realidad. Pasó la mano con ternura sobre el rostro de su madre. Dejó un surco estrecho de sangre húmeda. Atravesó la pequeña sala de estar, bajó por el pasillo y se dirigió hacia el dormitorio de sus padres. Abrió lentamente la puerta y vio a su padre. Estaba durmiendo, y una de sus piernas sobresalía por debajo de las mantas. Ni se inmutó cuando Mackenzie entró a la habitación. Estaba sumido en un sueño profundo. Ella levantó la ma