Tragué saliva, pensando en una buena excusa que me salvara de un castigo. Vamos, era mayor de edad, pero vivía con mis padres y debía acatar las normas… y definitivamente, quedarme toda una noche en casa de un chico ni era eso precisamente. — Estoy en… — musité. — ¡¿EN?! — estaba enojada, podía sentirlo hasta aquí. Marucs se mordió el labio. Si mi madre se enteraba, lo mataría... Pero nada salía de mi mente. ¡Dios! Terminaré en un reformatorio o algo así. — No tengo por qué decírtelo — susurré molesta. Mi madre era demasiado controladora, asfixiante y muchas veces me sacaba de quicio. Lo bueno era que estaba bien, ¿no? Era lo más importante… además, dudaba mucho que haya pasado algo entre Marcus y yo, no podría perderme eso por nada del mundo, así que estaba descartado. Se oy