Capitulo Dos

1711 Words
Sus labios que alguna vez me parecieron dulces ahora se convierten en una peligrosa tentación que me hace dudar de mis principios inmorales.  Zack Sé que me he vuelto completamente loco, es la única explicación posible para lo que he hecho. Toda la maldita vida la he tenido presente en mi vida, como si de verdad hubiese estado a mi lado desde el momento en el que decidí marcharme y ahora la tengo en frente, es real, de carne y hueso, y no es solo una ilusión. Sus labios continúan siendo tan dulces y suaves, su cuerpo delgado y perfecto ha madurado y ahora luce mucho más atractiva que ante, sin embargo, la dulzura de su personalidad, esa inocencia que la caracterizaba ya no está. —¡Maldita sea, imbécil! —exclama y me empuja con fuerza—. Si quieres que te maten, bien es tu problema, pero yo me largo —señala y se echa a correr de nuevo. Trago saliva al tiempo que cierro y abro los ojos un par de veces creyendo que lo que tengo delante es una ilusión, sin embargo, todo es muy real. La sigo tratando de llevarle el paso, pero la verdad es bastante rápida y me cuesta un poco alcanzarla, la inactividad me está convirtiendo en un maldito anciano. —Creo que ya los hemos perdido, es ilógico que nos encuentren aquí abajo —jadeo—. Tengo que avisarles a mis amigos, ellos van en mi ayuda y… —Has lo que te dé la maldita gana de hacer, no es mi problema. Ya te dije, yo me largo de aquí y no me voy a detener hasta que esté segura de que me encuentro fuera de peligro —replica hostil. —Entiendo que continúes molesta por lo que paso, pero tienes que escucharme, yo te puedo proteger, mis amigos pueden hacerlo… —¿Molesta? Por favor cariño no te des tanta valía, solo me hiciste un favor al largarte, no puedo estar más agradecida contigo, pero en este preciso momento lo que menos me interesa es sentarme a demostrar cuán agradecida estoy prefiero salvar mi culo. Sus palabras me dejan helado, siento que abro y cierro la boca repetidas veces, pero las palabras se niegan a salir. —¿Vienes conmigo o te quedas a esperar la muerta? —interpela con autoridad. —Voy contigo, pero iremos a donde yo te diga. —No soy un perro para obedecer tus órdenes, sé a dónde debo ir y si me quieres acompañar lo mejor que puedes hacer es cerrar el hocico y correr —intento replicar, pero es inútil. La veo alejarse como si conociera a la perfección el laberinto de drenajes que hay debajo de la ciudad, la sigo como un cachorro faldero. Me intriga su personalidad tan diferente, no veo nada en ella que me recuerde a la chica indefensa y blanco fácil que abandone aquella noche luego de hacer el amor. Esa fue la última vez que hice el amor en realidad, lo demás es solo sexo. Rato después finalmente llegamos a una escalera que da a la superficie, sube segura de que no habrá sorpresas esperando afuera. La sigo a la salida y si antes no se me había caído la quijada, ahora mismo la tengo en el suelo y ella se para sobre ella. Una Range Rover en color n***o nos espera afuera, ni siquiera Stuart tiene una de estas en su colección de autos, pero además de todos los beneficios que este auto posee le fue añadido el control a distancia, lanzo un silbido de admiración porque no sé qué más hacer. —¿En qué mierdas estás metida? —cuestiono al tiempo que me subo al vehículo. No es normal que una persona que no tiene cuentas pendientes ande en un blindado de este tipo, y que además la anden siguiendo. —No es de tu incumbencia. Ahora llama a tus amigos y dile que pueden encontrarte en este punto, ahí te dejaré —señala al tiempo que nos ponemos en marcha y me señala la ubicación, el sistema de navegación. —Casi me matan por salvarte la vida, como mínimo merezco saber que eres la buena de la historia. —No te pedí que lo hicieras, tenía todo bajo control —alega obtusa—. Pero si te hace feliz, sí, soy la buena. Esos tipos quieren algo que yo tengo y es por eso que me quieren con vida —explica brevemente. —Me parece que estás omitiendo mucha información importante —digo con los ojos clavados en ella. Se ve mucho más hermosa que antes a pesar de no ser claramente la misma. —Llama a tus amigos, llegaremos al lugar en dos minutos y si no están ahí para llevarte con ellos no respondo por tu vida —ordena. Obviamente, entiendo de que se trata todo y al parecer me equivoque al suponer que ella sería un blanco fácil de permanecer a su lado, o tal vez el hecho de que yo la dejara torció su destino y la convirtió en lo que sea que es ahora, es muy difícil descifrarlo cuando sus respuestas son tan malditamente perfectas. Declino la idea de continuar con una conversación en la que únicamente recibo patadas de vuelta y me voy por lo seguro, llamar a los chicos para darle mi nueva ubicación, aunque conociendo a Stuart ya sabe perfectamente donde me encuentro. —Nos siguen, sostente fuerte, voy a perderlos en un segundo —dice a la vez que me hundo en el asiento de copiloto. El auto sale disparado hacia adelante con tanta fuerza que por mi cabeza pasa la imagen de nuestros cuerpos hechos añicos en cualquier momento. De pronto gira y frena de golpe al encontrarnos de frente con el BMW X5 de Maxwell cortándonos el camino. —¡Maldita sea, esto es tu culpa! —exclama al tiempo que veo como mis amigos se bajan apuntando sus armas hacia donde nos encontramos Sasha y yo—. Toma, espero tengas buena puntería —agrega y me entrega una de sus glock. —Espera un segundo. Esos son mis amigos, no tienes por qué temer —digo tranquilizador y por alguna razón siento que el cuero cabelludo me empieza a picar. —No se ven muy amigables —rezonga decidida a abrir fuego—, y nunca temo de nada o de nadie —agrega y prepara su rifle para sacarlo por una pequeña abertura en el vidrio preparado precisamente para atacar sin necesidad de salir. —Es mejor que bajes tu pistolita, si intentas algo no podrás salir con vida y ahora mismo prefiero mantenerte vivita y coleando —digo y me bajo del vehículo con aire tranquilo—. Todo bien chicos, me encontré con una vieja amiga y solo dábamos una vuelta —digo en voz alta para que todos me escuchen. Enseguida guardan sus almas. Tom es el único que se acerca hasta donde estoy con su cara de: mataré a quien le haga daño a mi familia. —Encontramos tu auto inservible, por eso Stuart rastreo tu teléfono y cuando dimos contigo nos dimos cuenta de que no ibas en cualquier vehículo. ¿Por qué acelero cuando se dio cuenta de que los seguíamos? —cuestiona. —No te preocupes, mejor vayamos a la guarida y haya podremos hablar mejor, ella no está segura en la calle y nosotros no estamos muy bien equipados ahora mismo como responder a cualquier ataque, aparte de que estamos en plena vía y alguien que no tiene nada que ver en todo esto puede salir herido. —No podemos llevarla a la guarida, no sabemos nada sobre ella. —Yo respondo por ella. —No es suficiente y sabes que los demás no lo van a aceptar. —¡Oye nena! Si quisiera asesinarte ya lo habría hecho, no necesito derramar ni una gota de sudor para hacerlo —declara Sasha asomándose por sobre el techo del auto. —Quiero ver que lo intentes —la reta. —Claro, solo dile a tu noviecita que tú me lo pediste, no quiero tener que matarla también a ella alguien debe llorar por ti después de todo. —Basta de estupideces, tú, necesito saber por qué te seguían esos hombres, porque te buscan y por qué eres tan valiosa, y tú, si mis amigos no confían en mí, entonces iré a otro sitio en donde pueda tener esta conversación pacíficamente con ella. —Ya te lo había dicho, no soy tu perro, así que por mí te puedes ir con el club de bailarinas de Moscú a donde sea que puedan montar su show barato, que yo me largo por mi lado, no te debo nada, que no se te olvide que fuiste tú quien se largó y me dejo libre. —Creí que no estabas molesta por eso. —No lo estoy, solo te recuerdo que nadie te obligo a decidir no tener nada que ver en mi vida y, por lo tanto, lo que haga con mi vida no es de tu incumbencia —afirma y se sube de nuevo al auto colocando el seguro para que no abra la puerta. Arranca y avanza hacia adelante haciendo sonar con fuerza el motor exigiendo de ese modo que le abran paso. No quiero dejarla ir, pero tiene razón, yo tome la decisión y lo que haga con su vida no debe de importarme en lo absoluto. Le hago una seña a Max para que la deje pasar, por lo que una vez mi amigo mueve el auto ella se marcha. —Volvamos —sugiere Tom y camina delante de mí. No sé qué esperaba encontrar si algún día volvía a verla, pero estoy seguro de que verla convertida en una mujer peligrosa es lo que menos me imaginé. Lo mejor sería no ir con los chicos, no quiero contestar sus preguntas, la comezón en mi cuero cabelludo se extiende por mi cuello y se hace más intensa. —Por cierto apestas —recalca mi amigo. —Estuve en el drenaje, ¿Qué esperabas? —bufo. Quince años para volver a sentir sus suaves labios, pero ahora me saben a peligro.
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