¿Amor? ¿Quién lo necesita? El mundo es de los que sabemos que solo necesitamos estar vivos para ser lo que queremos ser.
Zack
Abro los ojos con flojera al escuchar la alarma del teléfono anunciando un mensaje nuevo. Dudo que se trate de trabajo, pero creo que ya es costumbre revisar, apenas suena, es un mensaje de Esteban. De nuevo dudo, está vez de abrir el mensaje, no obstante, término haciéndolo, al tiempo que Carol se levanta de la cama y entra al baño regalandome una panorámica de su lindo trasero. Vuelvo al mensaje, mi amigo me invita a su casa, dice que todos se van a reunir ahí y que sería bueno que yo esté presente. Hace rato que no asisto a esas reuniones, escucho el agua que empieza a caer y me distraigo un segundo debería meterme a la ducha también.
Respondo con un “ok” el mensaje y me quedo acostado en la cama, no me agrada mucho la idea de estar viendo como se profesan amor los uno a los otros, pero creo que no tengo opción. Carol sale y se empieza a vestir recogiendo su ropa de donde sea que haya quedado tirada, la veo moverse de un lado a otro; desnuda, mojada y con el agua goteando de su pelo, pero la verdad no estoy presente aquí en este momento.
Estoy harto de que todos tengan sus vidas. No es justo que sin considerar mi opinión hayan decidido que lo mejor para todos era dejar nuestro estilo de vida para dedicarnos al mundo de los negocios y solo hacer uno que otro trabajo bajo cuerda. Me alegra que estén felices con sus mujeres, pero es injusto que nunca se me tome en serio solo por no tener una esposa e hijos.
Esa clase de vida no es para todos. Además, no necesito tener a una sola mujer a mi lado cuando puedo tener a la que sea cada día. No es que las menos precie o les quite valor, pero en el mundo de hoy en día existen muchas más mujeres dispuestas a disfrutar de su libertad sin compromisos y yo no soy quien para impedirlo y les abro mis brazos tanto como puedo para darles una dosis de amor.
—¿Nos vemos esta noche de nuevo? —aparto la vista del móvil y me quedo mirándola como un idiota—. ¡Yujuuu, Control llamando a Zack! —ya son tres noches acostándome con la misma chica, no puedo dejarla pasar una noche más en mi cama.
—No, no podré verte esta noche y la verdad no quiero sonar tan imbécil, pero mis condiciones no han cambiado, lo que ha pasado entre los dos solo es una aventura sin compromisos —digo abiertamente.
—Cariño, no me interesa jugar a la casita, pero tienes razón, quizás confundas las cosas y me daría tanto dolor tener que hacerte volver a la realidad —bufa irónica y me da la espalda para salir.
Eso salió bastante bien a decir verdad. Me agrada que las mujeres sean tan inteligentes y seguras de sí mismas. Me incorporo y entro al baño para iniciar mi rutina de aseo y así poder estar listo para ir al conjunto residencial que comparten mis amigos, no sé qué es peor: si estar casado o vivir todos en una comunidad privada donde todos están dentro de su propio concepto “a salvo” yo diría que son blanco fácil.
En poco tiempo ya me encuentro conduciendo hacia el conjunto de residencias, la verdad no me apetece ir, me tiene cansado con sus ganas de verme en la misma posición de ellos cuando a mí me hace extremadamente feliz vivir de esta manera. Un hombre soltero con ganas de comerse el mundo, además todavía estoy muy joven para resignarme a una vida aburrida y monótona.
Me detengo cuando el semáforo se pone en rojo y aprovecho para llamar Tom, debo asegurarme de que haya suficientes cervezas, aunque a decir verdad tampoco confío en la palabra de ninguno, desde que firmaron el acta de matrimonio sus mujeres les pusieron un pie en el cuello y hacen lo que ellas digan. Arranco de nuevo mientras hablo con mi amigo sobre las bebidas y de pronto otro auto me embiste y me envía hacia una esquina de la calle donde me estrello contra un póster, me golpeo en la frente al tiempo que suelto una maldición.
—¿Zack? ¿Qué sucedió? —escucho la voz de Tom salir del altavoz, pero estoy un poco aturdido por el golpe.
—No sé, creo que otro auto se estrelló en contra del mío. Estoy bien, solo vengan por mí, estoy…
Me cubro lanzándome sobre el asiento del copiloto, cuando una ráfaga de balas pasa sobre lo que queda de mi auto, una me da en un hombro. Los gritos de las personas afuera corriendo desesperada me dan la impresión de estar en medio de una guerra, autos chocando y frenando de golpe para retroceder ante el peligro, el motor de un helicóptero sobrevolando cerca. Este es mi maldito fin.
—Apresúrense, me están atacando —de la guantera, saco un arma y me preparo, tengo que encontrar la oportunidad para salir de aquí y cubrirme. Los disparos cesan por un momento, por lo que aprovecho y salgo del auto muy rápido y corro mirando a todas partes, ubicando un punto en el que pueda ver quien me ataca y defenderme hasta que mis amigos lleguen.
La sangre sale de mi hombro mojándome toda la ropa, por suerte la bala me entro desde atrás y salió por el frente, una vez cubierto me doy cuenta de que no es a mí a quien atacan sino a otra persona que está atrapada en el auto que me embistió.
El vidrio blindado de su parabrisas no creo que resista por mucho tiempo.
—Maldición, no es mi problema, pero sea quien sea, me debe un auto —levanto mi arma y empiezo a disparar directo a la cabeza de los sujetos que al ver que cae el primero se giran y abren fuego hacia mí.
Debí quedarme en la cama con Carol, era mucho más seguro y menos doloroso.
Consigo eliminar a los cuatro tipos que por alguna razón nunca le dispararon al tanque de la gasolina, quieren a esa persona con vida y me temo que eso nunca es una buena idea. Por lo que pasamos con la hermana de Max, estoy seguro de que el inventor de una nueva arma de destrucción masiva se encuentra frente a mí y no tengo deseo de cuidarle el culo a ningún científico loco nuevamente.
Me aseguro de que no queda ningún tirador y me acerco al vehículo que continúa de cabezas, camino con sigilo a sabiendas de que es de día y que a estas alturas la policía ya debe de venir en camino. Me asomo una vez he llegado y me quedo de piedra al ver a la mujer que lucha por liberarse del cinturón de seguridad dentro del vehículo.
El corazón me da un vuelco al tiempo que un torrente de emociones y recuerdos se activan dentro de mi cabeza, retrocedo instintivamente cuando me doy cuenta de que con algo de esfuerzo sale finalmente del auto. Lleva un rifle a cuesta un par de pistolas a la cintura junto a un cuchillo, me sonríe un segundo antes de que me tome del brazo y me obligue a correr, de nuevo el helicóptero aparece y nos bombardea con una lluvia de balas.
No sé cuál de los dos busca proteger a quien, solo sé que corremos uno al lado del otro buscando un lugar seguro en el cubrirnos, sin embargo, al final terminamos metiéndonos en el drenaje para huir por las alcantarillas como unas ratas.
—¡Entra, yo te cubro! —ordena y abre fuego en contra, las sirenas de los policías se dejan escuchar con claridad en medio del sonido de los disparos. Me quedo en una nube tratando de procesar todo sin reacción alguna—. ¡Sería lindo que lo hicieras hoy, casi no me quedan municiones! —resalta haciendo que despierte de mi duermevela despierto.
Jamás en mi vida la imaginé actuando de esa manera, manejando con facilidad un rifle DXL-4 ‘Sevastopol’ y armada hasta los dientes, la glock nueve y una veintidós, es inverosímil e inútil al mismo tiempo que intente creer que es un sueño. No dejo de observarla mientras corremos en las alcantarillas huyendo del lugar del ataque lo más que podemos.
Me cuesta creer que sea ella, no puede ser, debo de estar viendo mal. Mis pasos se detienen cuando no puedo respirar y el pecho me duele, ella se detiene también y me mira como si con solo tenernos delante es más que suficiente para comprender lo que está sucediendo.
—No podemos quedarnos aquí, Zack, debemos continuar hasta perderlos —advierte y me toma de nuevo del brazo, pero la detengo tomándola de la mano y halándola con fuerza hasta mí.
Sin pensar tomo su cara entre mis manos y la beso. El maldito instinto y el deseo se apoderan de mí, son tantos años deseando poder sentir de nuevo la piel de sus labios, el calor de su cuerpo que se me hace imposible no reaccionar de esta manera a la primera oportunidad.
He soñado tanto con esto, tantas veces he revivido nuestras noches en sueños, me he cuestionado una y otra vez la decisión que tome de abandonarla por su bien, pero tan bien he sentido en mi boca el sin sabor amargo que me dejo su ausencia. Tenerla de nuevo delante de mí es como un maldito sueño hecho realidad y por duro que sea sigo creyendo que lo mejor para los dos fue haberme ido de su vida.
No le convenía en ese entonces y no le convengo ahora que poseo más enemigos que amigos. Luce cambiada, pero estoy seguro de que continúa siendo tan frágil como en aquel entonces cuando la considere mi talón de Aquiles. A pesar de los años, ella es la única que puede causarme daño o la única arma que pueden usar en mi contra.