Zack
Recuperarte solo fue una epifanía de lo que pudo ser mi vida a tu lado. Ahora no sé si pueda amar a la mujer en la que te has convertido, pero mi corazón no deja de latir con fuerza al tenerte delante de mí.
La dejo en el centro del habitáculo, bien atada a una silla. El golpe que le dio Mary fue bastante fuerte, por lo que continúa inconsciente. Tomo una silla y me siento a vigilarla en el extremo oscuro, donde la luz no me alcanza y ella no pueda verme al despertar, tantas veces rogué por la ignorancia necesaria para dejar de pensar en ella y ahora está aquí, delante de mí, cuando creí que el sentimiento se había cansado de insistir en ir tras ella.
Luce tan diferente; ruda y peligrosa. Definitivamente en su cara no queda nada de la jovencita que me enamora cuando poso su mirada en mí. ¡Mierda, estuve dispuesto a entregarle mi vida!
Le habría dado todo, pero la verdad es que irme fue lo mejor que pude haber hecho en ese entonces. Ella era frágil, una debilidad y no podía permitir que le hicieran daño por mi culpa. Sé que ella no lo verá de ese modo, pero es la verdad, mi verdad. Salgo de mis cavilaciones cuando noto que despierta.
—¡Maldita sea! —exclama intentando liberarse.
La veo forcejando para soltarse y aunque podría apostar las bolas a que lo va a conseguir, le tomara mucho tiempo conseguirlo.
—¿Qué haces aquí? —pregunto sin moverme de mi sitio.
Levanta la cabeza en mi dirección y agudiza la vista.
—Ya se los dije, necesito a Stuart.
—¿Para qué lo quieres? —pregunto de nuevo.
—No te importa. Ahora suéltame y te prometo que no te mataré —Sonríe.
Enarco una ceja.
—Ni siquiera pudiste chantajearnos utilizando a la esposa de uno de mis amigos —bufo.
Me levanto y camino hacia ella.
—No tengo tiempo para perderlo contigo, Zack —dice—. Es mejor que te hagas a un lado y me digas donde puedo encontrar a tu amigo, solo él puede ayudarme.
¿Ayudarla? ¿Con qué?
—Lo siento, pero él no vendrá hasta que no me des más información. Supongo que no tengo que explicarte quien es él, así que o coperas o te quedas donde estás hasta que decidas a compartir conmigo lo que ocultas.
—Sé que el robo un proyecto de nanotecnología y que amplío el alcance del mismo, yo necesito que me dé uno de esos dispositivos, estoy muriendo.
No sé qué responder a eso, puede ser una mentira para hacernos bajar la guardia. ¿Pero cómo sabe ella sobre los escudos? Yo no estaba usando el mío cuando me cruce en el ataque de esta mañana, Stuart me lo pidió hace varios días para hacerle algunas mejoras al igual que al de los demás.
—¿Qué eres y para quien trabajas? —cuestiono con verdadero interés.
—Soy una espía y una asesina, trabajaba para la corporación Brighton en Rumania. Me ordenaron asesinar a un científico que nadie conoce, perro cometí un error —hace una pausa y aspira con fuerza para llenarse de valor—. Me confié de la información que me dieron y no investigue nada más, mis órdenes eran eliminarlo sin testigos, y era fácil, llegar a su casa y matarlo, sin embargo, cuando le apuntaba con mi pistola, su hija de cinco años entro en el despacho y no pude hacerlo.
Entiendo a lo que se refiere sin necesidad de que lo diga, nosotros tenemos una regla inviolable, no matamos a niños ni mujeres inocentes.
—El tipo que hasta entonces no había pronunciado ni una sola palabra empezó a suplicar que no le hiciera daño a su hija, no pensaba hacerlo, pero él no lo sabía ni su esposa. Ella se lanzó sobre mí para quitarme el arma, pero se disparó y ella cayó al suelo delante de su hija —cierra los ojos como si pudiera ver la escena frente a ella—. La bala le perforo un pulmón, ella se estaba ahogando con su propia sangre, no había mucho que pudiera hacer para salvarle la vida, me bloquee y no supe qué hacer, cuando reaccione llevaba al científico y a su hija en mi auto a una de las casas de seguridad.
Se queda callada, el peso de lo que paso le ahoga.
—¿Qué tiene que ver Stuart en todo esto? —pregunto aprovechando que ha empezado a hablar.
—Deje al científico y a su pequeña en la casa de seguridad luego de que me dijera donde tenía lo que fui a buscar, por lo que regrese a la casa, el cuerpo de su esposa continuaba tirado en el piso en medio de un charco de sangre, me acerque con cuidado y le cerré los ojos, no soportaba que me observara con sus ojos sin vida. Luego fui al sótano y tome el suero del refrigerador y lo coloque en un contenedor criogénico y hermético portátil —escucho toda su historia, pero sigo sin entender que es lo que tiene que ver Stuart en todo esto y como es que él puede salvarle la vida con uno de los parches.
Hasta donde tengo entendido los nanobots no funcionan de esa manera, no son un tratamiento que combate enfermedades ni detienen la muerte eternamente.
—Pasaron varios días en los que no me reporte ni una sola vez, la última vez había sido antes de entrar en la casa del científico, empezaron a buscarme, me rastrearon hasta dar con mi ubicación, pero para ese entonces ya había descubierto de que se trataba todo, hui nuevamente llevando conmigo al padre y a su hija para mantenerlos con vida, sin embargo…
—¿Los dos?
—No, le juré que mantendría a su hija con vida y que nunca entregaría el suero.
—No quiero sonar como un ignorante, pero ¿por qué están importante ese suero?
—Por qué no es un suero, sino un virus encapsulado que si se libera terminará con la mitad de la población.
—Y la corporación para la que trabajas tiene el antídoto, pero solo los que puedan pagar se van a salvar.
—Sobrepoblación, es la cura.
—¿Qué hiciste con el… suero? Llamémoslo así, suena menos peligroso.
—Eran demasiados, yo corría con una niña pequeña. Me emboscaron, entonces hice lo único que podía hacer, me inyecte el virus y ahora corre por mis venas acabando con mi vida lentamente.
—¿Y necesitas a Stuart para que te saque eso del cuerpo?
—Sí, pero no solo por eso vine en su búsqueda, Stuart es mi hermano.
Esto sí que es una bomba. Me quedo mudo procesando lo que acaba de decir ¿Stuart tiene una hermana?
—Te vi en Rusia, te seguí y así descubrí que mi hermano estaba vivo, te escuche hablando con él por teléfono y sé que la posibilidad de que sea cualquier otro es muy grande, pero nada perdía con pedirles ayuda e intente acercarme, pero de nuevo tuve que desaparecer. Al principio fue algo confuso, creí que él estaba muerto y resulta que todo el tiempo se ha mantenido en las sombras para que no lo encontrara.
Recuerdo lo de Rusia, ese Víctor fue una piedra en el escroto.
—Necesito una muestra de tu ADN, entenderás que es necesario comprobar que dices la verdad, no es desconfianza, solo precaución —Asiente y me entrega un mechón de pelo que se arranca ella misma.
Sonrío y niego.
—Empezaba a preguntarme cuando dejarías de fingir que seguías atada —bromeo—ahora, te agradezco, pero prefiero tomarlo yo mismo —Aparto su mano y procedo a tomar una hebra de su pelo, con eso será suficiente.
—¿Puedo salir de aquí?
—Me temo que no puedes hasta no hacer la prueba.
—¡Diablos! Háblale a Stuart del lunar en mi nalga izquierda, es una marca de nacimiento, él también la tiene.
Trago saliva al darme cuenta de que me acosté con la hermana de uno de mis amigos y además le rompí el corazón.