— Muérdelos, pero suavemente. Carlitos se sorprendió, pero obedeció sumiso y fiel. Al momento Alba jadeó y gimió más sonoramente, y soltó una buena corrida, una corrida como hacía años que no tenía. Carlitos se entusiasmó y comenzó a bombear con más ganas. — Ahhg, para! Ahhg, paraaa! – gritó Alba. — Que pasa mamá? – preguntó algo asustado. — Ufff, nada cariño. Vamos a cambiar de postura. A Alba no le parecía suficiente esa corrida que se había dado, y eso tan solo era una treta para enfriarle un poco. Quería volverse a correr, pero esta vez sintiendo unos buenos pollazos. — Jo mamá, ya estaba en lo mejor. — No te gustaría verme el culito mientras me la metes? — Pues claro! – exclamó sin pensar demasiado. — Pues vamos a eso.