Analu
Revolviendo mi bolso encuentro la tarjeta del doctor Elber, no es lo que quería, pero es lo que tengo por ahora.
—¿Doctor Elber? —digo.
—¡Sí! ¿Quién es?
—¡Ana Lucía! ¿Recuerda? —hablo avergonzada.
—¡Claro! ¿Necesitas algo, Ana?
Le explico brevemente lo que me ocurrió y dejo de lado la parte de mis padres. Solo digo que tomé el autobús equivocado en medio de la desesperación y que estoy perdida. Entonces él me guía a preguntar a alguien dónde estoy y luego me envía un Uber, ya que aún está de guardia. Y aquí estoy, tonta y desprevenida, solo traje veinte reales en el bolsillo, y eso no sería suficiente para pagar al conductor. Pero al llegar a casa recibo la noticia de que el viaje ya había sido pagado por el doctor. Me sorprendí un poco por su acto tan humano y luego me sentí a
