Para Gabriel, su día empezó con un delicioso y completo desayuno en la habitación, el cual se permitió disfrutar sin prisas. La noche anterior había logrado comunicarse con el fiscal, amigo de Rebecca y consiguió el contacto de un muy buen abogado local, que estaba seguro que podría ayudarlo, ya que al parecer era uno de los mejores. Unas horas después, se dispuso a tomar sus cosas para dirigirse a la oficina en la que se reunirían. Al entrar se encontró con la recepcionista, quién lo recibió con una luminosa sonrisa. —Buenos días —saludó—. Tengo una cita con el señor Sumner. —Buenos días —respondió la chica—. ¿Cuál es su nombre? —Gabriel Lester. —Si gusta sentarse, el abogado lo atenderá en unos minutos —Asintió y se dirigió a la sala de espera, donde se encontraba una mujer, un p