2: Reencuentros

862 Words
Sus ojos negros se fijan en los míos mientras que ambos nos quedamos inmóviles. Trato de no recordar nada de lo que paso entre los dos y simplemente mostrarme como la profesional que soy —¿Así que tú eres el director del grupo de hoteles de mi padre?— Inquiero como si nada y de inmediato me acerco a la mesa para apartar la silla por mí misma y tomar asiento. —¿Actuaras así?— Me pregunta acercándose a la mesa. Bebo un sorbo de agua de la copa que hay servida y lo miro —¿Acaso tengo que actuar de alguna otra manera? Por lo que tengo entendido esta es una reunión laboral. Debo conocer al director de los hoteles, y tú me tienes que conocer a mí ya que estaremos trabajando juntos— Declaro. Samuel se sienta del otro lado de la mesa y espera un momento a que el camarero venga a hacer su trabajo y una vez que ordenamos, él me vuelve a mirar fijamente —¿No me preguntaras como me fue en mi matrimonio?— Presiona. En mis planes definitivamente no estaba encontrarlo a él, mucho menos abrir ese capítulo de mi vida una vez más —No me interesa saber cómo te fue en tu matrimonio, no estamos aquí para eso— Respondo firme y él se inclina un poco hacia la mesa para acortar la distancia entre los dos. —¿Tanto me odias?— Me cuestiona. —¿Debería?— Contesto retándolo. Él respira profundo —Sé que fue una mierda lo que te hice, pero solo hacia lo que creía correcto en aquel momento— Explica y si hay algo que no me agrada es que intenté justificarse. —Samuel, lo nuestro es cosa del pasado y si nos hemos vuelto a encontrar es porque la vida se encapricho con que esto ocurriera, no porque yo quisiera ¿entiendes?— Expongo y él niega con la cabeza. —Tal vez no es coincidencia— Susurra y me callo un momento para que el mesero sirva las copas de vino. Una vez que se retira, levanto mi mano izquierda para mostrarle el anillo de compromiso que llevo puesto —¿Ves esto?— Le cuestiono al ver como su cara cambia radicalmente al darse cuenta de lo que significa —Estoy comprometida ¿lo entiendes?— Le informo. —Me doy cuenta— Habla en un susurro. —Soy la prometida de Axel Carranza— Continuo y sus ojos se abren de par en par. —¿El piloto de fórmula uno?— Inquiere sorprendido. Asiento con una sonrisa en mi rostro —Si, así que no debemos tocar el tema de lo que paso entre nosotros— Sentencio y bebo un sorbo de vino. —Está bien, como tú quieras, solo sentí que te debía una explicación— Explica. Niego con mi cabeza —No me debes nada, te casaste con la madre de tu hijo y ya— Declaro y dejo la copa sobre la mesa —Mejor háblame de los hoteles, ¿Qué es lo que debo saber al respecto para comenzar a trabajar en esto?— Le cuestiono y él apenas me mira. —El propósito de esta cena era conocer a la persona que tu padre había enviado para que así pudiéramos trabajar mejor. Siéndote sincero, creí que sería tu hermano Ciro, o uno de los hombres de confianza, pero me equivoque— Admite. —¿Crees que no soy capaz de manejar esto?— Le pregunto bastante molesta. —No dije eso— Se defiende. —Pero solo has hablado de hombres ¿acaso crees que una mujer no puede llevar adelante los hoteles?— Presiono. Él niega con la cabeza —Maia, sé que me odias ¿de acuerdo? Sé perfectamente que no me perdonas el hecho de haberte dejado por hacerme responsable de lo que hice, y mucho menos haberte engañado con ella ¿de acuerdo? Pero entiende una cosa, la razón por la que todo esto me resulta extraño es porque este ambiente está lleno de hombres con malas intenciones que al verte querrán llevarte a su cama ¿entiendes ahora?— Expone. —¿Y crees que seré tan imbécil como para caer? No soy la misma idiota que conociste, y si tanto te preocupa la situación, no te sientas mal, Axel llega en un par de horas, se quedara conmigo aquí— Le informo y sin que lo tuviera planeado, veo a la distancia que la puerta se abre y allí aparece él con esos trajes que usa y tan bien le quedan —Corrección, ya llego— Digo y me pongo de pie —Llegaste más temprano— Le digo sonriente y él me toma por la cintura para pegarme a su cuerpo. —Ya lo sabes muñeca, odio la impuntualidad— Comenta y me besa de esa forma que me deja saber la falta que nos hacíamos el uno al otro. —Ven, te presentare a Samuel Ferreira, el director de los hoteles de mi familia— Le pido evitando el detalle de quien es realmente Samuel.
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