A la mañana siguiente, la omega decidió que fingiría que tal cosa no pasó, y aunque no se hubieran visto el resto de la noche, era un acuerdo mental. Apenas el beso terminó, ambos le echaron la culpa a las hormonas, y hubo un alfa excusándose una vez más, así que dejaron el tema zanjado, como si no hubieran combinado tan bien que diera miedo. El hombre había dejado en claro que haría lo posible por ganarse de nuevo la confianza y el respeto de Amanda, y aunque ella no le creyó demasiado, sí que fue posible que le siguiera la corriente por el momento para luego salir huyendo y no tener que volver a pensar en los labios ajenos sobre los suyos. Un beso no significaba nada, la chica estaba consciente de ello, sin embargo, hubo algo en ese encuentro que la dejó pensativa. Si tan solo hubier